sábado, 5 de septiembre de 2009

Forever Bicycle



Fabienne ni por asomo concuerda con el estereotipo de “lo cubano”. Es alta, estilizada, rubia. Sus articulaciones son tan delicadas que inspiran cierta fragilidad, ese encanto del mundo femenino que luego se traduce en fuerza cuando la mujer tiene que hacerse un camino prescindiendo de los paños tibios. Porque Fabienne aterrizó en Barcelona para construirse una vida nueva, pasando los treinta años, en el momento justo de tomar o dejar para siempre el tren de los desarraigos, el que pasa solamente una vez sin anunciar cómo será el futuro.
El futuro es más incierto que un cuento de hadas. Ella lo sabía, pero también estaba segura de que su juventud no podía quedarse en el susto de permanecer en Cuba. Ese país diletante que llevamos adosado a la espalda, lindo paisaje bucólico y urbano en el que vender un aguacate del patio particular es una contravención. Fabienne allí llevaba un taxi, con su fina cabellera que también un día pasó por las aulas de la universidad.
Andando por Barcelona es una chica más que corre hacia el metro con un vestido aireado y unas monturas de pasta diseñadas a la orden del día, para que su rostro sea el fresco desayuno de los nuevos tiempos europeos que aún comienzan en esta península ibérica. Hasta aquí han llegado sus ojos acristalados abriéndose paso a las adversidades que casi siempre corre un emigrante. La soledad, la desorientación social, la entrega a cambio de nada que termina doliendo mucho cuando uno descubre que el mundo no es tan fácil de beber. El endurecimiento invisible del carácter y la pérdida –transitoria o a veces definitiva- de la alegría, viajan junto con los trámites que hay que realizar de prisa para obtener resultados y seguir confiando en uno mismo.
Fabienne hizo los deberes muy a pesar de los episodios amargos que traen aparejadas algunas relaciones interpersonales, episodios, se supone, puestos por la vida a ex profeso.

Despabílate, amor

Una mujer sola en una ciudad impersonal de 2,5 millones de habitantes es una realidad perfecta para decidir qué hacer con su vida. Por el camino es necesario realizar depuraciones periódicas, pero lo más complicado es decidir cuál camino tomar. La Habana ha quedado rodada bajo los neumáticos de un taxi clandestino que a día de hoy sigue dando más dolores de cabeza que clamores. Forma parte del pasado pero el destino hace que uno no se olvide jamás de dónde viene. Ocurre entonces una síntesis de la globalización cuando Fabienne conoce a Andro, un joven georgiano que anda deambulando por Barcelona y ambos se casan por amor.
Ella maneja el idioma ruso y no es de asombro. Alguna vez, como parte de esa trasculturación forzosa que nos regaló el campo socialista, vivió en Moscú, de paso por el mundo. Él aprende rápido el castellano con esa facilidad para el multilingüismo que tienen muchos jóvenes europeos. Con ella amplía el vocabulario incorporando códigos de la isla, señales y gestos faciales y mimos a todas luces que no intenta reprimir cuando la acurruca en público. Forman una pareja agradable a la vista y con una curiosa complementación cultural. El referente iconográfico del realismo socialista los acerca pero ellos no se dejan dominar por tal herramienta. Solamente la aprovechan para crecer como un tándem.
Se dan cuenta de que el riesgo es necesario para construir algo propio y montan un bar frente al templo de la Sagrada Familia, un negocio con otro curioso referente.

Los nuevos empresarios

El traspaso de los antiguos dueños les deja en herencia otra vez el símbolo de la traslación, del movimiento. Fabienne lo aprovecha. Le explica a Andro que en nuestro país hay un comandante a quien se le ocurrió acercarnos a nuestros hermanos chinos una vez derruido el socialismo tradicional, y la primera jugada fue entregarnos a cada uno una bicicleta fabricada en Shanghai que rotulaba en su estructura Forever Bicycle. Por lo tanto, el bar continuará llamándose La Bicicleta, un vehículo afín al que, en la distancia, se puede tratar con amor.
A principios de este año, abrieron las puertas con la ilusión de preparar unos mojitos especiales para tomar en la terraza. Pero, lógicamente, la terraza era un sueño de verano. También volar era un sueño de verano y Fabienne lo cumplió cuando aterrizó hace unos pocos años en Barcelona. También corren tiempos de crisis económica y empeñarse en un negocio gastronómico no es precisamente lo que más se estila ahora. Ellos miraron esta lógica como una oportunidad personal, porque las oportunidades no siempre llegan cuando uno está descansando holgadamente en el sofá.
La Bicicleta es un pastiche decorado de forma provisional con lo que se heredó en el traspaso y un toque ínfimo de cubanidad pictórica; una reproducción de un Víctor Manuel, una solicitud expresa de la anfitriona para que firmemos en las paredes, como en la Bodeguita del Medio. Y el mojito preparado con rigor, como dicta la receta.
Fabienne sueña con armar un espacio cultural. Aunque sus padres “ se pasaron con ficha” atribuyéndole un nombre y un aspecto europeo, es coetánea con los miembros de la Generación Y, de esos que se nombran Yusimí, Yusmari, Yusniel,Yoani. Esa generación ha sido la última en beber de los creadores emergentes del patio, los cantautores, los artistas plásticos. La Bicicleta está armada de traspatio, el “teatro arena” donde discutir asuntos espirituales vinculados al arte. Primero, antes de abrir los ciclos –nunca mejor dicho- de debates, hay que ganarse la confianza de los vecinos. Con los vecinos hay que contar siempre para garantizar la base, o sea, una clientela fija que va en principio a tomar café y con el tiempo pedirá localidades en la trastienda.
Delante de una cámara, Fabienne y Andro parecen modelos de una campaña subvencionada por el estado para incentivar confianza en la planificación familiar. Sonríen cómodamente como los filósofos orientales que dan la impresión de no tener nada que perder. Un rato más tarde de hacer la fotografía, dibujan con una lápiz la contabilidad del día, tiran de la persiana y reverencian con disimulo el loquísimo edificio de la Sagrada Familia.
Hasta mañana. Se sumergen abrazados por las escaleras del metro sin mirar atrás.



La Bicicleta. Calle Mallorca 434 entre Lepanto y Marina.

10 comentarios:

Kerala dijo...

¿Sabes? me molesta cuando la gente no se entiende con seres como tú, porque sólo hay que meterse en tus escritos para percatarse, sin mucho esfuerzo, que ves a la gente por dentro. Calas y para calar hoy en día hay que salirse un poco del Yo. No dudo, sepas cuánto vale tener a un amigo como tú, La Bicicleta cuenta con la publicidad del alma, esa olvidada de quien la ha gestado, porque la ha sentido bullir dentro de sí. No soy tu amiga, la amistad como el amor no crece con la distancia, pero me gusta venir aquí y ver gente a través de tus ojos...

la margarita mia dijo...

hola, es bonito como describes a tus amigos, como nos llevas de la mano para que los veamos a traves de tus ojos, como logras en pocas palabras dar a conocer los sacrificios y sufrimientos de aquel que lo deja todo y viaja a la incertidumbre, me gusta este post y me gusta mucho, lo siento entrañable, saludos.

Pelusa dijo...

Me encanto la historia de Fabienne. Un dia de estos me llego por La Bicicleta a disfrutar de su mojito!
Cuentas bien...
Saludos!

Faby dijo...

Jorge, el escritor, Gracias!!

Si hay algo que he querido hacer en mi vida y no lo he logrado ha sido escribir...sí que escribo, incluso prefiero expresarme así pq así me organizo, pero no es eso lo que hubiera soñado hacer. Cuando niña tenía un Diario, en él iba reflejando, sobre todo, las diferencias que tenía con mis padres, especialmente, con mi madre. Este Diario lo tiré un día cuando me dí cuenta que había sido transgredido por la curiosidad "arraigada" de la militar y cuando comprendí que no me alcanzarian páginas para narrar estas diferencias... y como en efecto, hoy en día las diferencias trascienden. También quise ser bailarina de Ballet Clásico, pero mi cuerpo no servía para ello, lo acepté y quise ser Bailarina de Tropicana...uuuii... a mis padres les hubiera dado sarpullido perpetuo. Lo de ser modelo me duró más tiempo, pero mi padre siempre me dijo que de modelo a meretriz no iba -nada-.
Pasé por querer cantar, hacer teatro, etc, etc, pero el arte, la cultura, mi familia y yo no tenían punto de inflexión.
Tuve una época muy bonita en que hice cuentos... un día presté la libreta a una amiga que estudiabamos juntas en Moscú y a ella le gustó tanto, que nunca me devolvió mis notas. Pero recuerdo que mis cuentos eran sobre "La libertad". Después de volver de Rusia me interesó nuevamente el modelaje... pues de cabeza para La Lenin, jeje. En fin, que estudié Inglés, Francés, Comercio Exterior, Economía, todo muy serio, por lo que nunca pude desarrollarme en el "relajo y la farándula" que yo deseaba....... y así a trabajar, a sobrevivir como se podía, a mantener la imágen como la Hija de ... y nunca como Fabienne. Aclaro que a pesar de mis gustos artísticos, también me encantaba la Psicología y la Medicina, la primera no la pude coger por ser mala en Historia de Cuba, jeje, y la segunda no la quise ni intentar pq pensaba que iba a ser medio básico de Fidel y que no podría ser dueña de mi vida en mucho tiempo. No obstante, ni fui medico, ni fui dueña de mi vida hasta que estuve en España.
Esto ha sido muy, muy difícil, romper con los malos hábitos que traía, falta de entrega total al trabajo, falta de educación cívica, puntualidad, disciplina en todos los sentidos, NO PODER RESOLVER NADA SI NO TENÍA DINERO, darme cuenta que nadie me apadrinaría, ni me arroparía, que se acababan los paños tibios, que me tenía que emancipar y espabilar para buscarme la vida... entre tantas mil cosas más que tuve que entender y que aún me siento en "trance de armas" conmigo misma. Buff, estos 3 años me han parecido tan largos, he aprendido a ser "algo" humilde, he aprendido tanto, tanto, creo que he crecido tanto también...que no hay palabras para explicar, sólo algunos como mi querido Jorge, serán capaces de entender lo lamentablemente triste que es emigrar-inmigrar y no ser Ni de Aquí, NI de Allá!!! Tratar de no perder la ternura y tratar de ser tan fuerte ha secado mi lagrimal.
Hay que seguir pa´lante!! ese ha sido mi lema a pesar de mis decepciones y frustraciones.
... Y aquí estoy, al lado de mi esposo, el hombre que no soñé, pero que ha sido lo mejor que me ha sucedido en la vida, mi camarada, mi equilibrio y mi complemento, aquí estamos, esperando algún día poner unos barcitos como este o más pequeños en "La Habana" y en "Tbilisi", sin Moscovich Aleko, pero sí y sí con nuestros Muñequitos Rusos. Aquí estamos dueños de nuestros sueños y esclavos de nuestras deudas, pero somos libres, sin patria, pero con esperanzas, metas, horizontes...
Aquí estamos, esperándote para jugar un Dominó, eso me falta por enseñarle, ¿Vendrás?

GaviotaZalas dijo...

sabia yo q tenias voz radiofónica cuando te escuché en blogueando Cuba!!! ya linkee el blog par no perderlo, saludos desde Italia

Jorge Ignacio dijo...

Saludos a todos (as) y muchas gracias por la visita. Fabienne aportó en estas cajitas más datos que el periodista no conocía. ¡FABULOSO ES BLOGUEAR!
un abrazo y éxitos a La Bicicleta!

Ivis dijo...

Muchas gracias, Jorge por hacerle tan lindo retrato a nuestra amiga Faby, que es toda una heroína, fuerte, soñadora, linda, buena amiga. Faby, te quiero mucho. Un abrazote.

Faby dijo...

Yo también los quiero, sobre todo por que hoy, mi familia, son ustedes.
Besos y abrazos.

Mari-Carmen Marcos dijo...

Fabienne, espero que nos veamos de nuevo muy pronto. Me gustó mucho conocerte, aunque no pude disfrutar del mojito sí lo hice del batido :-) Ahora que Lucas ha nacido tendré que seguir con los batidos por un tiempo más, jeje, mientras el bebé siga pegado a mi 8 horas cada día. Es delicioso tenerlo cerca :-)
Besos para ti y para Andro

Faby dijo...

Mari-Carmen, sin prisas que ya tendremos tiempo para esos Mojitos!!
Besotes a Lucas y saludos a tu esposo. Para ti un abrazo de Fa y Andro.