viernes, 30 de marzo de 2012

Desaparecidos en la visita papal



A partir de la imagen de Benedicto XVI, con su cruz dorada, encima del promontorio de la Plaza de la Revolución, todo parece benéfico, esperanzador.
Tengo un amigo al que, por error, mi Hotmail envío un correo en estos días y él me respondió desde su intranet en Cuba, desde una cuenta que, como todos sabemos porque lo llegamos a vivir en carne propia, tiene que pasar por infinidad de servidores y ser vista por quien la procure. Su respuesta era un reproche después de tanto tiempo, y al final tenía colgado un slogan que supongo se puso ahí para quedar bien:
“Te espero en la Plaza para orar con Benedicto XVI”.
Si mal no recuerdo, mi amigo no era católico, pero se convirtió después del llamado Período Especial; o sea, después de la hambruna brutal que pasamos allá.
En Facebook, mientras tanto, encuentro una denuncia de lo más alarmante; salida de la indignación de una joven que habitualmente utiliza las redes sociales no precisamente para hablar de política, pero esta vez lo vio necesario. Es la hija del fallecido escritor Eliseo Alberto Diego (Lichy) y advertía la desaparición de su primo, el joven artista Ismael de Diego, a propósito de la visita del prelado a La Habana. Decía esto en su muro:
"Ayer, 27 de marzo del 2012, a las 8 y 45 de la mañana, Ismael de Diego dejó el café colándose y salió a comprar cigarros. Aún no ha regresado. No importa si es editor, actor o músico, no importa si es nieto, sobrino o hijo de quién, importa que es una persona a la que han desaparecido sin razón alguna. Lo irónico es que todos sabemos qué pasó, imaginamos donde está y por qué se lo han llevado. Lo trágico es aceptar que no hay nada que podamos hacer, solo esperar y mientras tanto portarnos bien."
A los pocos días notificó que habían soltado a su primo:

“YA APARECIOOOOO ISMAEL DE DIEGO!!!! Se comunicó con mi Tía Fefé, estaba en la estación 7ma. de la Lisa! entró en huelga de hambre y ya lo liberaron! ahora la familia va a recogerlo!!! gracias a todos por su apoyoooo!!!”

Y esta mañana me encuentro en mis notificaciones de Twitter una cadena de mensajes del bloguero y fotógrago Orlando Luis Pardo Lazo, relatando también su detención preventiva, como hicieron con muchos jóvenes contestatarios cubanos durante la visita del Papa.

Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
SS @BenedictoXVI: su voz fue acallada por los frenazos d las patrullas y click d las esposas y clang d los candados y el verdeoliva oficial
4h Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
SS @BenedictoXVI: el Cardenal y el General cubano le han vendido gato por liebre, misa por procesion, masa por mierda, dios por descaro...
4h Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
NO ME GOLPEARON. Tampoco hizo falta: fue un golpe demoledor de derechos que de milagro no nos desnuco...! Amigos, estamos en manos del Mal.
4h Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
Estuve preso en Estacion de Regla, con Judit Ferrer, Pastor, Emilio, y afuera el viejo Corzo: todos sin causa judicial ni avisar a familia!
4h Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
Gracias @OrniCosa por tu presencia durante apagon catolicomunislamicubastro. Acabaron con nosotros. No somos nada. Mañana nos borran y ya!
gnacio Estrada @desidahoy estuvo preso en casa y sigue sin servicio en su +53-53173339 y mañana empezara huelga d hambre contra Cubacel
4h Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
Escribanme a +53-53340187. Estoy libre d nuevo: han hecho una prueba d campo d como sera el genocidio en Cuba: estamos en la lista d Castro!
4h Orlando Luis Pardo ‏ @OLPL
Recupero mi movil despues de 3 dias... Los extrañe con mi corazon cubanito!!! Ay, estuve preso por 1ra vez en mi vida y sin comer ni beber!

Joseph Ratzinger no debe ignorar estas cosas. Suponemos que cuenta con las detenciones a disidentes porque no contempló en su agenda reunirse con ellos. A la alta política le da igual.
He estado El Vaticano almorzando con un alto cargo religioso, catalán, radicado allí, y me dejó ver que la a Iglesia católica no le gusta nada el gobierno envejecido de la isla. ¿Pero la estrategia, entonces, no podía haber sido un poco más sutil?
Quedará para la Historia la horrorosa foto de Ratzinger con la familia Castro. Y quedarán los testimonios de atropellos y violaciones de los derechos humanos cometidos en el viaje pastoral utilizado por la Iglesia todavía no se sabe bien para qué.
El castrismo se sale con la suya: Antes los despreció y ahora los tiene de su parte.

En la imagen, tomada de Facebook, María José de Diego, la autora de la denuncia, junto a su tía Josefina de Diego, Fefé, y su primo Ismael que fue secuestrado.

jueves, 29 de marzo de 2012

¿Dónde es la reunión?



Huelga general de los trabajadores españoles

Los que votan al PSOE asisten contentos hoy a la Huelga General. Los que votan al PP, hicieron lo mismo cuando no estaban ellos en el poder.
Los sindicatos más importantes, Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) se frotan las manos y sus líderes no dejan de salir en televisión. Ayer, un tertuliano les preguntó por qué no se unían de una vez, para optimizar recursos, si van juntos a todas partes. Fernández Toxo y Cándido Méndez no supieron qué decir.
Desconcertados.
El país se paraliza un día como hoy.
A los que no les queda más remedio que ir a trabajar –porque sus jefes no se enrollan con la huelga o porque son ellos mismos los jefes-, se miran al espejo con resignación.
A los que más les pesa la huelga es a los camareros, a los enfermeros, a ese ejército de cuidadores de ancianos y de enfermos terminales que tienen que agenciarse el traslado a pie, porque ni taxis hay.
¿Qué daño pueden hacer los huelguistas sino la rotura de mobiliario urbano y hasta de algún rostro atrevido que no comulgó?
Admiro sinceramente a los que pasan de la política.
En un país tan pintoresco como éste es lo mejor que se puede hacer.
Fíjese bien en la foto de cabecera, tomada por el autor esta mañana en los alrededores de Barcelona.

domingo, 25 de marzo de 2012

Trastornos del ostracismo


Mi padre los padeció y nunca se curó de espanto

En el año 1998, cuando Juan Pablo II visitó nuestro país, acompañé a mi padre al recibimiento del pontífice, una celebración preparada al dedillo por el régimen de la isla. Escogimos la Avenida Paseo, en un tramo del trayecto de bajada de la caravana, por donde enfilaría rumbo a las instalaciones eclesiásticas que darían cobijo al legendario Papa polaco. Paseo era –tal vez ya no- una de las pocas calles bien asfaltadas de La Habana. Por ahí se desplazaba a diario, con nocturnidad preferentemente, el convoy blindado del líder de la revolución, tres Mercedes Benz más oscuros que la noche misma.
Era una calle limpia y ajardinada, cuyas mansiones a ambos lados daban cuenta del esplendor que algún día tuvo la ciudad. Mi padre conoció esa Habana rica. La vivió de cerca porque había nacido en una familia de clase media y por tanto tenían vivienda en El Vedado. Estudió primarias en La Salle, pero la universidad la mal pasó en un curso para trabajadores. Cuando llegó la revolución, se enroló de tal manera que dejó todo, incluyendo sus visitas de domingo a la iglesia. Estaba mal visto entrar en una parroquia, primero, y luego el desliz estuvo perseguido duramente por el régimen.
Aun así, vistió de verde olivo y se puso a las órdenes del comandante Argibay en la dirección nacional de transporte agropecuario que, en aquellos años 60, cubría el puesto de mando de camiones que iban a los cortes de caña y ese lugar parecía ser el centro del mundo. La aventura era muy divertida, lo suficientemente atractiva como para supeditar sus hábitos de familia a largas jornadas y el mal dormir. Cuando se dio cuenta de todo lo que había perdido, ya era demasiado tarde.
Aunque tuvo tiempo de casarse en ceremonia religiosa y luego bautizar a sus hijos –tal vez por la confusión creada en los primeros años del castrismo-, la realidad le había obligado a desprenderse de sus creencias de base y profesar un materialismo ideológico impuesto por las circunstancias de un país que construía y deconstruía objetivos a la vez. Mi padre prefirió callar antes de jugarse una cárcel o jugarse el futuro de sus hijos. Quiso que fuéramos a la universidad y que no tuviéramos tropiezos graves. Aunque duraron pocos años, habían creado campos de concentración para trabajos forzosos adonde llevaban religiosos, homosexuales y hippies. Entonces, su corrección, su miedo, amarró la fe católica debajo de la cama y no la dejó salir hasta que fue permitido.
Esa posibilidad llegó casi cuarenta años después, pero El Viejo, como cariñosamente le llamábamos, supo aprovecharla. Pasaba Wojtyła por delante y lágrimas corrieron ligeras, tal vez para que yo no las viera, pero, como siempre supe de su dolor, en vez de saludar al Papa estuve todo el tiempo pendiente de los ojos de mi padre.
Años después, justamente por los días en los que El Viejo se infartó de muerte en La Habana, cansado de tanto reservar su legítima expresión –no solo la fe, sino además muchas cosas que nunca dijo en alta voz porque las paredes tienen oídos-, yo estaba en Roma de visita y pisé El Vaticano en su nombre. No porque yo creyera: El oro de la Santa Sede verdaderamente me repugna. De casualidad estuve allí y no podía dejar de homenajearlo.
Ahora que el siguiente Papa pisará suelo cubano –Ratzinger debe llegar hoy mismo a Santiago de Cuba-, 14 años después del recibimiento al que asistimos en la Avenida Paseo, vuelvo a pensar en el ostracismo. Me viene a la mente mi padre enseguida, su murmullo nunca abandonado, diciendo que la fe se lleva por dentro. ¿Pero quién restaura su dolor y el de millones de cubanos obligados a esconderse y luego autorizados a salir de lugares de silencio?
¿Habrá desagravio a estas alturas?

En la imagen:
Mis padres -Roberto y María Elena- el día de su boda, en 1963, en la Parroquia de El Vedado.

lunes, 19 de marzo de 2012

Desmontando el populismo



"Querida Anita", le llamaba el presidente Correa a la entrevistadora


El viernes pasado, tarde en la noche, la periodista de TVE Ana Pastor lanzó en twitter la invitación a ver su diálogo con Rafael Correa, presidente de Ecuador y de visita en España. Pastor, cercana, constante aunque comedida en las redes sociales, decía que estaba muy cansada, que la conversación había sido intensa. Esta mañana pudimos comprobarlo.
Correa es, para los latinoamericanos, ese conocido líder con labia que parece apadrinar a los pobres e introduce recurrentemente en su discurso a los Estados Unidos como proveedor fundamental de enemigos. Sonriente, rápido en responder –porque tenía automatizada la respuesta aunque lo disimule-, tratando de ser jovial –“Anita”, le llamaba constantemente a la periodista- y portando una camisa bordada, alusiva al folclor regional, aceptó el reto que significa sentarse frente a una de las entrevistadoras más sagaces del ámbito ibérico, heredera tal vez de la escuela de periodismo británica que suele ser bastante agresiva desde la media distancia.
Y ahí estuvo tal vez el principal error de Correa, al tratar de acercarse más de lo debido. Su diminutivo al nombre de ella no funcionó como suele funcionar habitualmente en el argot popular latinoamericano. Este no era el caso y el presidente tuvo que rectificar. Como también rectificó recientemente cuando trató de censurar el periódico El Universo, opositor político.
Está claro que Rafael Correa es más pasable que Chávez, que no muestra en apariencia su origen castrense –aunque sí lo recordó en la entrevista-, que su locuacidad está calzada por un verbo mucho más potable que el del venezolano, aunque nunca a la altura de la envolvencia del viejo Castro, pero su táctica del tú a tú que suele utilizarse demagógicamente no le funcionó.
El más fino candidato a introducir el discurso populista ahora en boga otra vez, aceptó esta entrevista tal vez para colar por una hendija ese “amoroso” tono de cercanía que alimentó durante muchos años la ilusión de un mundo mejor; pero que, con la caída del Muro de Berlín, ya no tuvo pared ni apenas argumentos en los que sustentarse.
Vea la entrevista aquí.

martes, 13 de marzo de 2012

Espléndida e incorrecta políticamente



Carmen Maura

Primero que todo, hay que decir que no se puso nerviosa con un piropo como este:
-Cuando hago zapping y veo que en la película trabaja Carmen Maura, me quedo ahí, sin mirar el título ni nada- le dijo Pablo Motos a quemarropa.
Ella, que bien sabe llevar los años, no solo por fuera, sino también por dentro, sonrió levemente y pasó de largo el halago, para no mostrar inmodestia. El piropo fue sincero.
Es lo que mucha gente piensa: que la actriz es como una garantía del cine español, por como ha llevado su trayectoria histriónica y todo lo que ha sido capaz de interpretar sin bajarse del podio.
Ahora se ha ido a París, donde rodó una película –Las chicas de la sexta planta- que se estrena estos días en el circuito comercial. Y se lleva el pan de España para allá, el jamón, el chorizo…La tortilla española la confecciona en la iluminada ciudad del Sena, sin que le cueste decirlo en televisión.
Es como un libro abierto en mitad de una charla donde las personas se sinceran, en ese momento en que mentir es contraproducente. Claro, la Maura viene de vuelta de muchas cosas, ya no tiene ni que pensar lo que va a decir, porque se lo ha ganado y eso es un privilegio, poder gozarlo.
Esta noche soltó un rosario de opiniones que, para una actriz joven, hubieran sido incorrectas políticamente.
Le da igual tomarse un café con Almodóvar; es más, lo evitaría, pareció entendérsele. El rodaje de Volver fue uno de los más cómodos en su carrera, contrario a lo que podría pensarse a tenor con la cantidad de premios obtenidos por esta cinta. Allí no tuvo que ponerse tacones ni maquillarse apenas y solo le bastó el texto en la mano para interpretarlo de arriba abajo. ¡Quién lo diría!
Deberían instaurar, en los Goya, un apartado para las películas más taquilleras, comentó, y así se podría premiar a Torrente, la saga de Santiago Segura que sostiene económicamente el cine español. Esto último no es textual, solo intertextual.
Y la gran aventura:
Gérard Depardieu la dejó plantada delante de una cámara con su parlamento, sin darle el pie de entrada. Eso no se hace. Es un mal educado. Prefiere a Antonio Banderas mil veces a él.
Claro, el pasaje acerca del francés es muy fuerte y se convirtió en la comidilla del programa –El Hormiguero- en lo adelante, a tal punto que Carmen Maura se lo replanteó y sugirió bajar el tono.
Ella estaba reluciente, encantada de la vida en el show televisivo más visto de España, y Depardieu podría enterarse, aunque, evidentemente, a la gran y natural mujer no le iba la vida ni mucho menos. Fue por cortesía que mandó a parar el carro.
Ella nos dio una lección:
La lucha por envejecer con naturalidad y respeto vale la pena.

Foto del autor tomada de la televisión.

sábado, 10 de marzo de 2012

Toreros

Los héroes van a la televisión

Son ellos, los de trajes de luces, quienes todavía sostienen buena parte de la cultura popular, desde los cotilleos hasta los pasodobles que se ponen en bodas, comuniones y banquetes.
¿Qué sería del pasodoble sin la corporeidad de un viril matador?
Y luego está el surtido de amantes de los toreros, tan famosas por ser ellas mismas las mujeres de ellos, esas féminas que luego escriben libros, o encargan que se los escriban, las que modelan, las que crían hijos que luego van a ser matadores.
Hay dos casos recientes, impulsados desde la “pequeña” pantalla por esa novia de España que es Mariló Montero, la esbelta dama entrada en años capaz de mantenerse tan joven como una flor, tan afable como un libro de cocina, tan sencilla, llana, directa como un día cualquiera. Nos enamora Mariló con su humildad pueblerina perpetua, con su bonche casi enfermizo hacia el Doctor Gutiérrez, su increíble partenaire. Nos enamora y también nos deja helados con la promoción del torero.
El caso de Padilla es patológico: un hombre con un solo ojo –el otro se lo extrajo el animal con el asta- es capaz de volver al ruedo donde casi muere, ahora con media dimensión del espacio, porque su esencia es el encuentro con la bestia, aunque su mujer no vaya a verlo –dijo el propio Juan José-, pero lo quiere. Mariló también lo quiere y el otro día catapultó el retorno de este maestro, como si no hubiera pasado nada con aquellas imágenes que colaron los telediarios en las que se veía el cuerno que entró por la barbilla saliendo por la cuenca del ojo. Pero no importa; el caso es que el hombre es un héroe porque vuelve a las arenas.
Así es España: grande, grande.
Y el otro maestro, que incluso fue a plató, José Ortega Cano, el viudo de la Jurado, la otra novia de este país.
Pasado de copas, según dicen que iba, invadió el carril contrario en una carretera secundaria de Andalucía y se estrelló contra un pobre hombre que iba a trabajar, un desconocido, cuyo nombre quedó grabado para siempre en nuestros oídos inocentes, a golpe también de telediario. Un jornalero tuvo la mala suerte de cruzarse en el camino con un imprudente enloquecido, o deprimido, da igual en estos casos. Lo cierto es que pagó con su vida sin salir al ruedo, porque, repetimos, solo iba a trabajar.
No obstante, el torero goza no solo de presunción de inocencia –hasta que un juez demuestre lo contrario-, sino también de buenas relaciones. Se merece una entrevista, que le tomen de la mano, que Mariló le mire directamente a los ojos enterneciendo a la audiencia con el gesto; pobre torero que lleva clavos en su cuerpo producto del accidente, que está saliendo de un bache grande, mucho más grande tal vez que cuando perdió a su mujer.
Que exista esta figura folclórica no es tan preocupante.
Al fin y al cabo, grandes escritores se han nutrido de ellos.
Lo que más fascina es cuando tratan de hacerlos héroes.

sábado, 3 de marzo de 2012

Padura no acepta la realidad

Me graduaba en la carrera y había que conformar un escenario. La Facultad de Periodismo buscó un jurado. Nosotros –Alina Méndez Bravet y el que escribe-, encontraríamos un tutor y un oponente. El tutor fue Jesús Gómez Cairo, entonces director del Centro de Investigación de la Música, y en cuanto al oponente no hubo otro mejor que Leonardo Padura Fuentes, a la sazón periodista dominical de Juventud Rebelde, incipiente novelista, especialista en béisbol y, para mi sorpresa, un excelso conocedor de música popular bailable.
Padura fue, más que un oponente, un mecenas confabulado con la investigación. Nuestra tesis se llamó Arsenio Rodríguez, del mito a la sombra, pero, como debe suponerse, no había casi bibliografía sobre el importantísimo sonero ciego que dejó atrás su país, incluso antes de que emergiera la dictadura. El “oponente” –lo encierro entre comillas con toda conciencia- nos facilitó El libro de la salsa, del venezolano César Miguel Rondón, editado fuera de Cuba en 1979. Aquello era como La Biblia. Si mal no recuerdo, el propio “oponente” lo calificó así.
El resultado de la investigación fue un volumen todavía inédito que obtuvo el máximo de calificación como trabajo universitario y fue recomendado para publicación. Padura opinó que la estructura no era la más correcta, pero el contenido y el recabado de información eran elogiables.
Con esto quiero decir que aquel hombre se involucró en un tema que cualquiera hubiera pasado de largo. De los que se fueron de Cuba, el gobierno no quería saber nada. Padura se sumó a la brillante idea de la entonces decana de la Facultad –Magali García Moré- de propiciar investigaciones nuevas más allá del típico trabajo de tesis para analizar la prensa cubana de tal fecha a tal fecha. Fue un escenario inaudito. Hubo muchas tesis novedosas, atrevidas y hasta contestatarias bajo el paraguas de aquello que se dio en llamar Productos Comunicativos, en lugar de fríos manuscritos escolásticos.
Agradecido siempre, leí luego Fiebre de caballos, la primera novela de Leonardo Padura editada por Letras Cubanas en 1988, donde el narrador comenzaba a incluir su fórmula de mezclar el género policíaco con una receta de cocina y ciertos pasajes eróticos. Quedé encantado con la novela.
A la vuelta del tiempo, lo vi en bicicleta, atravesando las líneas de tren que discurren por debajo de los elevados de la zona del puerto. Todo un peligro. Yo pensé que un escritor como él no se merecía correr semejante riesgo. El peligro no es ir en bicicleta, lógicamente, sino transitar por esas calles de La Habana llenas de baches donde los automóviles no frenan o frenan mal por el deterioro.
Con los años, me fui leyendo su saga detectivesca que, siempre bien escrita, pretendía demostrarnos que el realismo socialista era cosa del pasado. ¿Un policía/escritor, mujeriego, bebedor? ¿Un personaje que regresa de Angola en una silla de ruedas? En fin, ¿un agente de la policía cubana que es un perdedor? Nada más lejos del arquetipo creado por la revolución.
Y luego, Padura se convirtió en el escritor mimado que lo mismo publicaba dentro que fuera, con editoriales importantes del panorama iberoamericano. O sea, el escritor que sale, entra y no se queda en el exilio.
Ahora, en estos días, acaba de decir, en un panel administrativo del gobierno, que los escritores del exilio que no quieren publicar en Cuba son unos fundamentalistas. Me parece, como mínimo, una falta de respeto.
¿O es que acaso, en lugar de fundamentalista, no existe la palabra dignidad?
¿Por qué una persona –ya no un artista- a quien le han quitado todos sus derechos en el país donde nació tiene que bajar la cabeza infinitamente?
Pero Padura va a más.
A partir de la polémica creada, en su alegato, publicado en un sitio web de Miami, coloca sutilmente unas comillas delante y detrás de la palabra democracia. Parece mentira que un hombre que ha viajado mucho escamotee la verdadera libertad de expresión del ciudadano común, con la llegada de internet y los espacios de periodismo ciudadano. Algo que es imparable, la verdad sea dicha. Él sabe perfectamente que, en ese “monstruo” llamado Capitalismo –asumo las comillas totalmente- solo hay que poder pagarse una conexión para navegar. Y navegar significa poder expresar lo que uno quiere.
En el país donde él eligió quedarse –que es el de todos nosotros que nos exiliamos- se dijo que no había internet porque hacía falta un cable que llegaría de Venezuela. El cable, según se ha conocido, ya llegó. La isla, no obstante, continúa desconectada.
Pero, claro, es bastante posible que el novelista Leonardo Padura Fuentes pueda conectarse a la red desde la isla con un permiso especial.
Su posición de distanciamiento hacia el exilio –su alegato, que arremete metafóricamente contra la otra orilla, se titula Los profesionales del odio-, da a entender que los bloggers y escribas del exterior funcionan organizados y con salario. Nada más lejos de la realidad. Lo que sobra es espontaneidad. Si estuviéramos organizados y con salario otro gallo cantaría.

jueves, 1 de marzo de 2012

La Marca España

El Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García-Margallo, no tiene previsto viajar a Cuba

Hay muchos problemas importantes girando alrededor de España, y son de naturaleza variada. La posición a ocupar en la Comunidad Económica Europea (CEE) es la piedra angular que determinará el futuro peninsular –incluyendo a los dos archipiélagos, por supuesto. La falta de autonomía española hoy preocupa a mucha gente, un resultado de la decisión, establecida en 2001, de pertenecer a la Zona Euro.
El panorama es de crispación total. Lo muestran las imágenes de choque entre estudiantes y la policía en todas las ciudades de esta geografía; lo muestran también los famosos programas de debate nacional e internacional conocidos aquí como Tertulias. Y cada vez emigran más profesionales, como en los viejos tiempos, pero ahora con personal cualificado en los roles protagónicos.
Las prioridades están en solventar los créditos de la CEE y en resolver la tirantez con Irán, importante suministrador de petróleo. Lo ha dicho José Manuel García-Margallo, el nuevo Ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, esta mañana en el programa Los Desayunos de TVE, en la televisión pública. Y también en recuperar Gibraltar, ese pedazo rocoso ubicado en el litoral andaluz que gestionan los ingleses desde hace muchos años.
Parece que se quiere ir a pique eso que han dado en llamar La Marca España, y es lo que no se pueden permitir, recalcó el inteligente canciller, enfrentado con pasión patriótica a una de las entrevistadoras más sagaces de la prensa nacional, la joven y polémica Ana Pastor. García-Margallo es un gran orador, según se pudo apreciar, y a la vez un viejo conocedor de política mundial. Aprovechará sus contactos, dijo, para lograr el sostenimiento de La Marca España, utilizando ese sentido del humor cáustico que vimos hace pocos días cuando, en Bruselas, acotó en una conversación privada, pero con micrófono abierto, que el peñón de Gibraltar es español.
La periodista, a punto de terminar, tocó el rumor de un posible viaje a Cuba del Ministro. “No lo tengo previsto”, señaló enfáticamente y enseguida saltaron a otra pregunta. El tiempo apremia. España está en crisis. Cuba puede esperar, parece que nos dejaron entender.
De esto, los cubanos que vivimos en España tomamos nota hace mucho tiempo. Peor nos ha ido con los sucesivos gobiernos socialistas que daban señales y nunca ejecutaron medidas drásticas para sancionar a la dictadura. Por lo menos –como me ha dicho siempre un amigo votante del PP- la derecha, aunque a veces te fastidia, no marea tanto la perdiz.
García-Margallo no ha sembrado expectativas con nosotros. De manera que seguiremos más atentos al desenlace de Venezuela.

Foto del autor: Jamones del país cuelgan en un supermercado.