La noticia de aperturas
de embajadas este mes en las dos orillas del viejo conflicto cubano-norteamericano
revolvió la redacción donde trabajo. No es para menos: 54 años después de
clausuradas, ambas sedes diplomáticas vuelven a activarse en los mismos
edificios donde estaban antes. La perspectiva del secretario de Estado
norteamericano John Kerry izando en La Habana la bandera de las barras y las
estrellas es mucho más que un símbolo; es un hecho contundente. Pero -¿por qué
será que siempre existe un pero?- para llegar a este punto histórico el
gobierno de Obama ha otorgado a los Castro un sinfín de ventajas y concesiones
que La Habana no ha compensado ni en un 0,01 por ciento.
Muchos nos preguntamos
por qué Obama es tan dadivoso, si conoce de antemano con quién está negociando.
Para enfocar esta columna de opinión personal, vamos a echar a un lado la
retórica de que ningún gobernante norteamericano ha sido capaz de llegar a este
punto en más de medio siglo. Centrémonos en los hechos, que en definitiva es lo
que se puede tocar con las manos. Lo demás es especulación.
Los hechos hablan de
detenciones arbitrarias cada domingo a las Damas de Blanco, movimiento cívico
independiente que solo pretende marchar
por las calles con flores en las manos, reclamando libertad para los presos
políticos. Bien: muchas personas saben que, para llegar a la reapertura de
embajadas, Washington aceptó una lista de 53 excarcelaciones de reos de
conciencia, o lo que es lo mismo, activistas por los Derechos Humanos que
estaban entre rejas por exigir respeto a las libertades individuales, algo tan
básico que resultaría difícil de comprender a cualquier ciudadano del mundo que
haya nacido en democracia.
Lo que mucha gente no
sabe es que esa lista fue manipulada por la dictadura cubana, y que luego del
anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas, o del inicio de éstas,
algunos activistas volvieron a la cárcel.
Pero vamos a un hecho
cotidiano. No nos dejan hablar por teléfono con los activistas de la sociedad
civil. Cada día, los servicios secretos –que ya no son tan secretos- nos cortan
las llamadas y tenemos que buscar alternativas para comunicarnos.
Continuar trabajando en
esas condiciones significa que las cosas no han cambiado y que no hay voluntad para
cambiarlas del lado del régimen de los Castro. ¿Qué han dado ellos hasta ahora,
además de 53 excarcelaciones políticas, aunque quedan muchos activistas entre
rejas? ¿La libertad de un subcontratista norteamericano que tenían secuestrado por
cinco años?
Y poca cosa más, que ni
siquiera viene a la mente ahora.
En la cumbre panameña de
jefes de estados americanos estaban las fuerzas paramilitares castristas, para
golpear a los opositores pacíficos cubanos que viajaron hasta allí. Reventaron
actos públicos, conferencias, encuentros de la sociedad civil del continente.
En fin, no son pocas las
personas que opinan que Obama debía haber exigido al menos la garantía de no
avasallar a la oposición.
Al menos eso, para que
el escenario luzca limpio mientras se negocia e izan respectivas banderas. Ya
no hablar de una amnistía general, de una excarcelación total de prisioneros
políticos y de una nueva ley de partidos.
Eso sería soñar con las
riendas sueltas.
Publicado originalmente en HuffPost Voces
Foto: Ramón Espinosa/AP