Villa Havana Café: La comida casera más barata de la ciudad
En una de las plazas más feas de Miami hay una fondita donde
se come bien y con cariño. La fonda está escondida en una esquina
insignificante, debajo de una escalera, si no recuerdo mal. Lo digo porque
tengo la impresión de agachar la cabeza al entrar, como si fuera una cueva,
pero sé que es un efecto visual.
Adentro hay cuatro o cinco mesas y una barra muy sencilla,
desde donde se observa el trajín de la cocina, el despacho de café por un
ventanuco a la calle y el puesto de mando donde está la caja registradora, con
los pedidos del día empaquetados. Sentado en la barra -suele suceder en todas
partes- se le da la espalda al salón; lo que aquí se nota más, o se siente más,
porque todo está muy cerca. He probado la barra y siempre termino torcido,
hablando con alguien: es un sitio donde se conoce gente, donde es prácticamente
imposible rehuir, por suerte, diría yo.
La dueña, o al menos la anfitriona principal, se llama
Mirna. Es una mujer canosa, de pelo corto, con modales correctos y cercanos.
Tiene la gracia de la cocina campechana, la cocina de la abuela, esa que por
alguna razón probablemente sentimental utiliza una fórmula no escrita en ningún
lugar y que, sin embargo, todo el mundo conoce. Como la Coca-Cola, pero en
platos cotidianos y tradicionales.
Mirna es de Manacas, al centro de la isla de Cuba, “el
pueblo que tiene el mejor agua”, recuerda a cada rato. Su fonda, sin embargo,
se llama Villa Havana Café. Nada que ver, ni siquiera comercialmente.
Sirven allí los menús de día más baratos de Miami: 4.80 la
ración completa. La carne que sea, está guarnecida con dos elementos, que
generalmente son arroces y viandas. Y tienen, creo que lo dijimos arriba,
cantina para llevar. El teléfono es fundamental: hay que reservar ciertos y
determinados platos porque antes de las 2 de la tarde se acaban, dígase macarrones
con picadillo de carne y queso. O masas
de cerdo fritas, servidas en dados gigantes dorados por fuera, crujientes, y bien
hechos por dentro. No pregunte cómo lo hacen porque la técnica es muy fácil. Lo
que los distingue es la mano.
Sirviendo las mesas –y la barra- está Kenia, la típica
cubana del interior del país con ojos verdes y piel tostada. Y buen carácter.
Todo un gancho para volver.
Toma las notas con la izquierda, pero es ambidiestra. Es
rápida y alegre como un animalito silvestre. Kenia hace las relaciones públicas
y luego Mirna se encarga de afinar el costumer
service, que en realidad es de lo mejor que tiene la fonda, además de la
rica comida casera.
Comida cubana en Miami hay mucha, pero ésta tiene el toque
de sencillez que uno a veces anda buscando para tirar un cable a tierra.
Relación calidad/ precio: la mejor de los suburbios del gran Miami, esta
planicie interminable con rincones cálidos por la humanidad, no tanto por el
decorado.
Sentido práctico es eso mismo: comida casera a buen precio,
y poder hablar con la cocinera.
Foto del autor: Villa Havana Café