viernes, 16 de enero de 2009

Nara



En estos días he querido escribir sobre la nieve, partiendo de una visión que tuve al subir una cuesta de camino a mi trabajo. No es usual ver heladas las montañas que sujetan por un lado a Barcelona. Desde que estoy aquí, hace siete años, solo he presenciado tres veces tal panorama. Recordé al poeta cubano Julián del Casal, un modernista bastante excéntrico al que le gustaba jugar con la nieve –solo en palabras- y con los trajes japoneses.
Será que los pensamientos estar interconectados. Número uno: porque vivo ahora en la ciudad más emblemática del modernismo. Y dos: porque quien me dio a conocer al poeta fue una profesora de literatura que acaba de morir.
Entonces me privé de comentar mis estados de ánimos motivados por la imagen de aquella montaña, y aguanté el ritmo de los días hasta que por fin pude hilvanar las inquietudes que jugaban dentro de mí.
Nara Araújo fue una magnífica maestra en aquellos años de finales de los 80 en los que se estaba desdibujando el socialismo, aunque en sus clases nunca hablamos de política. Eran conferencias sobre literatura universal, muy enjundiosas. Allí reinaba el silencio. Solo se escuchaba su voz y el rasguño del grafito o la tinta sobre el papel. Había que apurarse porque ella no esperaba por nadie. Lo más sensato era tomar notas al margen. Nara era una mujer alta y recta, en todos los sentidos.
Un amigo me acaba de escribir desde Estados Unidos para darme la noticia de su muerte, porque, dice, recuerda perfectamente cómo hace 20 años le comenté lo impresionado que estaba con las clases de la profesora.
-Sí, pero es bastante imperfecta-apunté entonces. Y esta es la otra parte del diálogo que recuerdo yo.
Ser imperfecto en Cuba es lo mismo que borde en España.
Mal humorado, contestón, ácido, cáustico.
Y así era ella.
Al final –le comentaba ahora a mi amigo a través del mail- lo que queda es el recuerdo de las buenas clases, de las enseñanzas muy útiles en cultura general.
Sobre Nara Araújo se ha tejido una impertinente polémica en el portal de Encuentro de la Cultura Cubana, oportunismo puro y duro, como suele suceder en el exilio cubano. La acusan de trabajar para el gobierno del patio. Y yo me pregunto quién que ha vivido allí tantos años no ha trabajado para el gobierno. Poca gente.
Allí hay solo dos caminos: o te entregas a tu profesión –lo cual es trabajar para el gobierno-, o te enclaustras en tu casa –que significaría un estado de locura, respetable posición, por descontado.
Soy de los que piensa que si nos vamos de Cuba, nos vamos. En cuerpo y alma.
De lo contrario es preferible quedarse, porque uno no avanza con enconados recelos.
Algunos días pienso que alguien vendrá por detrás a empujarme hacia las vías del tren. Es muy triste pensar algo así en el lugar donde uno logró exiliarse.
Yo también trabajé para el gobierno.
Quiero recordar a Nara a través de esa montaña nevada, a la Nara maestra, porque, verdaderamente, a la otra parte de ella no la conocí.
Nota: La foto de arriba es de mi mujer. Isabelita. Cuando aquí no se acreditan las fotografías es porque corresponden al autor del blog.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Menos mal, un comentario sentido y respetuoso sobre una persona que ha muerto!
Sólo descalificaciones y ofensas se leen en los blogs cubanos.
No hay ninguna alternativa racional y seria que permita ver algo en el horizonte.
Es cierto vivimos fuera de la isla, pero deseamos para ella, lo mejor.
Cubaencuentro y similares, aqui y en Miami, han hecho de la politiqueria una formad de vivir.
Gracias por tus lineas
Carlos Luis

Jorge Ignacio dijo...

gracias a ti, Carlos Luis, por tu visita. ojalá la gente comience al menos a jugar con la democracia sin ofender a nadie. un abrazo desde Barcelona.