Espléndida mujer con brazos y piernas largas, vestido negro descotado en el corazón y un anillo de agua marina o esmeralda resaltando la piedra sobre la piel. Apareció anoche en un programa especial de Televisión Española. Toda una diva, de lo simple a lo profundo, coqueteando con el escenario hasta que lo consiguió entero; encogida como un caracol en el tramo final, un caracol que arriesga su paso ante la tormenta porque sabe que la tormenta es su medio de vida más expedito. Apenas se mueve aunque encanta.
No es una metáfora lo del caracol. Luz se arrodilló en el escenario y se volvió un laberinto con las rodillas comprimidas, no de penitencia, por cierto. Se le vio feliz, más feliz que de costumbre. Es una mujer poco común o demasiado común, como se quiera ver. Extraña para ser una figura de los grandes escenarios, quien ha cumplido el sueño de llenar el Olympia de París. Y cotidiana si la entendemos como la sencilla y ordinaria mujer gallega que trabaja con las manos en las marisquerías de origen y final de faena. Una mujer sola que defendió su sexo en las contiendas del mercado de la música, algo tan complejo como viajar hacia la luna en un avión de papel. Mujer que partió del rock para llegar segurísima y definitivamente al bolero.
Lo dijo anoche, con calma y con aplomo: Sé muy bien lo que es pasar necesidades. Vengo de una familia humilde. Soy hija única. Mi madre no quería dejarme ir sola a Madrid hasta que consiguió acompañarme los primeros años en la capital. Quisiera apoyar emocionalmente a todo aquel que en estos momentos atraviesa por una situación económica difícil.
Rotundo. Emocionante. Sin ambages.
El conductor del programa, David Cantero, trabajó las preguntas con cierto apuro para evitar que se le fuera de las manos el control del plató. Fue un elegante intercambio de palabras entre dos personas marcadas por una misma época y por un mismo sentido de la vida, al parecer. Respeto, conocimiento de causa, humildad y estilo, sin llegar al glamour.
Luz Casal no podría ser glamourosa aún siendo una diva. Más que sus orígenes, su estilo parco, recto, sesgado por el miedo a la fama le marca cierta austeridad, le impone un reservado ante las cámaras y éstas, retribuyendo a la artista, no la persiguen.
Por eso fue extraño verla hablar anoche de que le gusta cuando dicen que es guapa y alta, atractiva; escucharla decir que tal tipo de hombre estaría bien llevarlo a la cama. Eso me encantó. La humaniza. Luz no es de piedra.
Haber luchado contra un cáncer –pareció entendérsele- fue todo un honor. Este infortunio la llevó a ser más mujer y a creer más en sí misma.
El conductor no perdió las tablas aun cuando parecía que en cualquier momento se abalanzaría sobre la diva a abrazar su talle.
Luz tiene un timbre muy personal que combina el sonido nasal con el de la técnica del diafragma. Se han acomodado las orquestaciones a su voz y esto ofrece una nueva dimensión al asunto. Los boleros ya han sido revisitados por Luis Miguel y Concha Buika, por poner solo dos ejemplos distantes. La manera de hacer un tema tan antológico como “Sombras”, ya lo decíamos aquí hace unos días, es muy diferente en Blanca Rosa Gil, la Buika y ahora Luz.
La negra aflamencada con voz de oro no podía faltar anoche. Hicieron “Sombras” a dúo, y como eso mismo desapareció Buika por detrás de las cortinas.
Noche de boleros con estupendo acompañamiento en directo. Un recorrido sucinto y bien pensado del repertorio de Luz, aunque, imperdonable no haber incluido “Un año de amor”. Más que todo, se presentaba su más reciente disco titulado La pasión.
Que conste que no me dormí en ningún momento. Mucho menos durante la publicidad porque no hubo publicidad. TVE estrena el año sin anuncios de este tipo. Ahora tendremos que adaptarnos a una nueva manera de ver la televisión.
¡Ay, la publicidad! ¡Tanto que la añoramos en Cuba y tanto que nos mortifica ahora!
Así es la vida. Así es la relatividad de las cosas.
No es una metáfora lo del caracol. Luz se arrodilló en el escenario y se volvió un laberinto con las rodillas comprimidas, no de penitencia, por cierto. Se le vio feliz, más feliz que de costumbre. Es una mujer poco común o demasiado común, como se quiera ver. Extraña para ser una figura de los grandes escenarios, quien ha cumplido el sueño de llenar el Olympia de París. Y cotidiana si la entendemos como la sencilla y ordinaria mujer gallega que trabaja con las manos en las marisquerías de origen y final de faena. Una mujer sola que defendió su sexo en las contiendas del mercado de la música, algo tan complejo como viajar hacia la luna en un avión de papel. Mujer que partió del rock para llegar segurísima y definitivamente al bolero.
Lo dijo anoche, con calma y con aplomo: Sé muy bien lo que es pasar necesidades. Vengo de una familia humilde. Soy hija única. Mi madre no quería dejarme ir sola a Madrid hasta que consiguió acompañarme los primeros años en la capital. Quisiera apoyar emocionalmente a todo aquel que en estos momentos atraviesa por una situación económica difícil.
Rotundo. Emocionante. Sin ambages.
El conductor del programa, David Cantero, trabajó las preguntas con cierto apuro para evitar que se le fuera de las manos el control del plató. Fue un elegante intercambio de palabras entre dos personas marcadas por una misma época y por un mismo sentido de la vida, al parecer. Respeto, conocimiento de causa, humildad y estilo, sin llegar al glamour.
Luz Casal no podría ser glamourosa aún siendo una diva. Más que sus orígenes, su estilo parco, recto, sesgado por el miedo a la fama le marca cierta austeridad, le impone un reservado ante las cámaras y éstas, retribuyendo a la artista, no la persiguen.
Por eso fue extraño verla hablar anoche de que le gusta cuando dicen que es guapa y alta, atractiva; escucharla decir que tal tipo de hombre estaría bien llevarlo a la cama. Eso me encantó. La humaniza. Luz no es de piedra.
Haber luchado contra un cáncer –pareció entendérsele- fue todo un honor. Este infortunio la llevó a ser más mujer y a creer más en sí misma.
El conductor no perdió las tablas aun cuando parecía que en cualquier momento se abalanzaría sobre la diva a abrazar su talle.
Luz tiene un timbre muy personal que combina el sonido nasal con el de la técnica del diafragma. Se han acomodado las orquestaciones a su voz y esto ofrece una nueva dimensión al asunto. Los boleros ya han sido revisitados por Luis Miguel y Concha Buika, por poner solo dos ejemplos distantes. La manera de hacer un tema tan antológico como “Sombras”, ya lo decíamos aquí hace unos días, es muy diferente en Blanca Rosa Gil, la Buika y ahora Luz.
La negra aflamencada con voz de oro no podía faltar anoche. Hicieron “Sombras” a dúo, y como eso mismo desapareció Buika por detrás de las cortinas.
Noche de boleros con estupendo acompañamiento en directo. Un recorrido sucinto y bien pensado del repertorio de Luz, aunque, imperdonable no haber incluido “Un año de amor”. Más que todo, se presentaba su más reciente disco titulado La pasión.
Que conste que no me dormí en ningún momento. Mucho menos durante la publicidad porque no hubo publicidad. TVE estrena el año sin anuncios de este tipo. Ahora tendremos que adaptarnos a una nueva manera de ver la televisión.
¡Ay, la publicidad! ¡Tanto que la añoramos en Cuba y tanto que nos mortifica ahora!
Así es la vida. Así es la relatividad de las cosas.
2 comentarios:
Querido enamorado ¿o debo decir Bob?En medio de un ambiente sordido he visto hoy el videoclip de Luz, casi puedo decir que "vi la luz"; esa que describes. Además participa una beldad que rivaliza con tu diva. En el video también está Sara Baras; ¿qué decir? Esa mujer con vocación de ángel. Para colmo, todo se desarrolla en un hermoso teatro; en fin, para mí tres amores en uno. Gracias por describir lo hermoso.
Así es, Bibi: tres en uno, como los grandes sistemas multifunción. jajaa. me encanta como utilizas el castellano olvidado: "Beldad" por belleza. Lo mejor que tienes y en general los latinoamericanos es que no suena pijo. Un abrazo fuerte y éxitos en tu nuevo blog.
Publicar un comentario