He necesitado un día
entero -24 horas- para procesar todo lo que está sucediendo. Mientras conducía
mi auto hacia el trabajo, me enteré de la noticia de la llamada “normalización
de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba” y del canje de
prisioneros entre ambos países.
Primeramente quiero
recordar que La Habana y Washington tenían desde hace tiempo legaciones
diplomáticas. En la capital cubana, la sede de ésta, por su espectacularidad y
aparataje en la verja de seguridad, ha opacado totalmente a la de suiza, con la
que comparte edificio. Hace muchos años que existen allí camionetas “americanas”
con matrícula diplomática. Y las colas para obtener visado hacia EEUU son tan
largas como el hambre que pulula por los alrededores.
Dicho esto, me gustaría
compartir el susto que pasé este 17 de diciembre –día de San Lázaro- al ver a
Raúl Castro vestido de militar en su alocución al pueblo. Todo discurso
televisado de la dictadura castrista merece ser decodificado, porque ellos envían
un mensaje hasta con el más insignificante detalle “decorativo”.
Creo, luego de que va
bajando la marea de lo que mucha gente ha llamado “día histórico”, que el nuevo
rumbo de las relaciones entre ambos países no traerá alivio al ciudadano de a
pie dentro de la isla. Al menos por ahora.
Trabajo diariamente con
la disidencia interna y puedo dar fe de que se siguen violando los derechos
humanos; se sigue persiguiendo y encarcelando por pensar diferente a los “lineamientos
del partido” (comunista y único); y también puedo dar fe de que la oposición
está enfadada con la cumbre Obama-Raúl Castro. No han escuchado a la oposición,
no la han consultado y se sigue negociando un “cambio” sin ponerlos a ellos en
la mesa.
Recientemente, el
ministro de exteriores de España, García-Margallo, viajó a la isla y no se
reunió con la disidencia, con los líderes de la oposición que cada día
enfrentan la peor encrucijada de la vida: por un lado les llaman “mercenarios”
y por el otro se les ningunea.
Eso es frustrante.
Ellos no forman ni
quieren formar parte de las artes decorativas. Son los que le recuerdan día a
día a la dictadura que el pueblo no quiere a esos ancianos en el poder, que se
precisa una transición y un diálogo pero con los actores imprescindibles, que
son los disidentes confesos quienes lograron quitarse de encima ese lastre
horroroso que nos afectó a muchos cubanos durante largos años: La doble moral.
Si Obama, como dice la
prensa, habló 45 minutos por teléfono con Raúl Castro, para coordinar
alocuciones casi simultáneas, debía haberle hecho el compromiso de quitarse la
chaqueta militar, la del generalato que lleva más de medio siglo en el poder
sin la consulta del pueblo.
Hubiera sido mucho más
esperanzador ese mensaje sin chaqueta militar.
Esa imagen hiere los ojos
a estas alturas de los gobiernos latinoamericanos y mundiales. Eso no se usa.
Eso asusta.
Lo siento, no soy
optimista con este “día histórico”. Hasta que no anuncien amnistía general
tanto para los de adentro como para los de afuera, nuestro champán no será
abierto.
Si estoy equivocado, al
menos me gustaría que me reconocieran
las causas de la equivocación.
Creo que el presidente
Obama ha dado un mal paso, pero solo el tiempo lo podrá corroborar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario