El ministro español
de Exteriores (en funciones) José Manuel García-Margallo es un perfecto enviado
especial. Si fuera periodista, estaría en múltiples confines del mundo
reportando la noticia. Como es canciller, se restringe a una cartera de
clientes.
Los de La
Habana son hueso duro. En noviembre de 2014 lo hicieron regresar a España sin
estrechar la mano del dictador Raúl Castro, un señor muy viejo con unas alas
enormes al que él llama presidente. Ahora sí; lo acaba de lograr esta semana,
junto a la ministra de Fomento Ana Pastor. Un encuentro “extraordinariamente
familiar”, reseñó el canciller.
Castro le
mostró, además de sus helechos en el palacio de gobierno, el lugar exacto donde
estrecharía su diestra con el Rey de España, si este llegara por allí,
siguiendo los pasos de su padre Juan Carlos que ya visitó la isla y tomó
mojitos en La Habana Vieja, también en noviembre, pero del año 1999.
Volver a por la
mano del dictador era cuestión de días. Y también cuestión de Obama, quien
abrió el camino para unas “normalizaciones” diplomáticas que han sido noticia
en las principales portadas del mundo. ¿Por qué España habría de quedarse atrás,
si es el tercer socio comercial de Cuba?
Los hoteleros
españoles empujan el carretón desde hace mucho tiempo para que su país no
pierda otra vez a la perla del Caribe. Los políticos españoles son los elegidos
para apañar los negocios –incluyendo al inefable García-Margallo, quien, en
2011, cuando obtuvo la cartera de ministro, dijo a un periodista que en Cuba no
se le había perdido nada; más o menos así.
Y era lógico
entonces. Aznar, el anterior presidente español de su partido, había dejado a
los Castro acorralados con una especie de embargo a la europea. La Posición
Común fue el peor de los tropiezos para la casta militar cubana, aunque no es
menos cierto que lograron quitarse de encima tal embargo, digamos, fácilmente.
Un canje de
prisioneros organizado por otro
canciller español (Moratinos, también inefable, escudero por excelencia del
presidente Rodríguez Zapatero) fue la estrategia utilizada para desmontar el “acoso”
diplomático a la isla. Luego el propio Zapatero se encargaría de la parte
restante en la Unión Europea.
Si ahora Obama
está desmontando el embargo principal, por qué los españoles, aunque sean de un
partido de derechas, van a quedarse atrás.
Ah, pero los
políticos están muy por encima de lo que la gente sea capaz de olvidar. Cuba
vuelve a estar de moda, Cuba duele a los españoles, pero no en el sentido de
las flagrantes violaciones a los derechos humanos que en la isla se comenten a
diario, sino en el de la pérdida otra vez.
Otro duelo no
sería posible. El primero, luego de tener que prescindir en 1898 de sus tres
últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas), conllevó un trauma nacional
que se resume todavía en una frase: “Más se perdió en la guerra de Cuba”.
Aznar debe
estar muy molesto. Los suyos lo han traicionado. El plan no era ese.
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