jueves, 7 de octubre de 2010

Benet y Barcino


Falta solo un mes para que el Papa Benedicto XVI bendiga en cuerpo y alma el famoso templo de Gaudí. Será un domingo, día de reposo familiar y de poca movilidad en la vida ordinaria. El Sumo Pontífice dará una vuelta en su papamóvil por los alrededores y oficiará una misa dentro de la que pudiera ser la catedral más rara del mundo, sin duda alguna la más extravagante.
El interior de la Sagrada Familia, donde caben 9 mil personas, sólo acogerá ese día 7 mil 500 por razones de seguridad. Es un mundo onírico en el que Gaudí se gastó casi toda su materia gris, tratando de ser original sin molestar a la Iglesia. El techo de la bóveda central es asombroso: parece un bosque proyectado hacia arriba. Y las columnas y balcones interiores entregan una ciudad futurista bastante parecida a Barcelona. La puerta de entrada por la fachada de La Pasión ostenta tantas inscripciones, en relieve, que no alcanzaría todo un día para leerla de arriba abajo. Esto sin contar los miles de detalles y alegorías de las dos fachadas terminadas.
A partir de ese día -7 de noviembre-, el templo se convertirá en Basílica. Ese es el objetivo de la visita papal, pre inaugurarlo antes de que concluyan las obras de construcción dentro de veinte años. La Sagrada Familia, como se le conoce comúnmente al edificio, funciona hace mucho tiempo como principal atractivo de esta ciudad, ya que cuesta creerlo desde la estampa de una revista de arquitectura. Es por ello que muchos de los vecinos de este atrevido inmueble se están frotando las manos porque piensan alquilar sus balcones para la visita de Benet, como sería el nombre del Papa en catalán.
Mientras, una inmensa mole de hierro muerde las rocas del subsuelo donde están los cimientos del templo. El “aparato” se llama Barcino y es una de las tuneladoras más grandes y modernas del mundo. Es capaz de perforar un conducto donde nadie se imagina –aunque por suerte la prensa informa- y aprovechar el polvo de las “mordeduras” para construir las propias paredes del túnel. Parece que Barcino se hubiera puesto de acuerdo con el Santo Padre. Precisamente, en esos días, estará trabajando por debajo, mientras el jerarca religioso bendice el templo por arriba. Como si el Papa lo apuntalara con su presencia. No pocas personas en esta ciudad todavía se preguntan si era estrictamente necesario que este túnel pasara por ahí.
Dentro de poco tiempo, si las cosas salen bien, el enlace de este país con Francia, en un tren de alta velocidad, discurrirá por debajo de la nueva basílica. Cosas que pasan, sin más.

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2 comentarios:

Silvita dijo...

Interesante, y me trae recuerdos hermosos. No sé como se atreven a arriesgar semejante monumento por el simple hecho de viajar más rápido... suspiro.

Jorge Ignacio dijo...

han construido un muro de contención enorme entre la bóveda del túnel del tren y los cimientos de la s. familia. dicen los ingenieros que no pasará nada, pero el riesgo ya está servido. este país no puede vivir sin la polémica, querida silvia. lástima que no estés por aquí para este acontecimento papal. besos.