viernes, 5 de noviembre de 2010

Habemus polémica


A pocas horas de la visita del Papa a Barcelona, varias plataformas contrarias se manifiestan abiertamente

Según dijo la prensa local hace poco, la tuneladora Barcino, que se encarga en estos momentos de perforar la bóveda por donde discurrirá el tren de alta velocidad hacia Francia, ya superó la zona de peligro máximo, los cimientos de la Sagrada Familia. Por un momento, este cronista y supongo que mucha gente local, sospechó que iban a coincidir in situ Benedicto XVI y la inmensa máquina, el primero por encima y la otra por debajo.
El sofocón, sin embargo, no ha estado en este “pequeño detalle” urbanístico, sino en la cadena de protestas que ha suscitado en esta ciudad la visita pastoral. Será para bendecir la más grande obra de Gaudí, convertirla en basílica y, de paso, aunque no se explique claramente, pre inaugurar un edificio que lleva casi 130 años en construcción. Mucha gente, incluso católicos cuyas bases filosóficas no están precisamente con las del Papa, rechazan la visita, por considerarla inoportuna y sangrante para la economía de esta comunidad autónoma.
¿Por qué tendrán que destinar el dinero del contribuyente a los gastos de seguridad y logística de un acontecimiento que dejará medio inmovilizada la ciudad?, se preguntan algunos. Otros, sin embargo, se dejan llevar por su devoción hacia la Iglesia y esperarán el domingo a Joseph Ratzinger con los brazos abiertos, como si éste fuera –para ellos lo es- el enviado de Dios; un representante que, por cierto, tiene que trasladarse en un vehículo blindado para garantizar su vida, al tiempo en que se exhibe como un Todopoderoso.
Los medios de prensa nacionales aseguran que este suceso dejará mucho más dinero a Barcelona que el que se gaste (unos veinte millones de euros vaticinan los informativos para un futuro), ya que los 3 mil periodistas que cubren el evento lanzarán la ciudad a un potencial turístico mucho mayor que el actual. La Ciudad Condal, ciertamente, es una de las más visitadas en Europa.
El problema entonces estaría en el terreno ético.
El Sumo Pontífice –que ya estuvo en Valencia en 2006 movilizando a la familia tradicional española- ha elegido dos temas en esta ocasión: El Camino de Santiago, para el que viajará mañana mismo a la capital gallega, y la Sagrada Familia, no sólo como arquitectura, sino, además, como concepto bíblico.
Anoche las calles adyacentes ya estaban cerradas y se realizaban pruebas de sonido en el ámbito del templo, donde además han instalado varias pantallas gigantes. Quise comprobarlo con mis propios ojos –todavía no tengo claro si asistiré el domingo; no creo en la Santidad especulativa y mucho menos en un Estado repleto de oro decorativo-, y por eso me fui a dar una vuelta y visitar a un par de amigos que tienen un bar justo al lado. Ellos no están por la labor de la Iglesia sino por los ingresos propios, que en momentos como éstos resultan sumamente importantes. La Bicicleta –así se llama el bar- abrirá el domingo y, según se sospecha, venderá más café y cerveza que nunca.


Foto del autor
Anoche, en la fachada antigua, dedicada al Nacimiento de Jesús, una turista recoge con su cámara parte del montaje de un acontecimiento histórico. En esa cara del templo se puede ver una de las inmensas pantallas de retransmisión.

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