jueves, 18 de diciembre de 2014

Cumbre Obama-Castro es decepcionante



Alan Gross, subcontratista norteamericano preso en Cuba y excarcelado mediante canje de prisioneros. Su imagen física se ha deteriorado en cautiverio. Aún así, al llegar a Estados Unidos este 17 de diciembre, se expresó favorable al restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países.



He necesitado un día entero -24 horas- para procesar todo lo que está sucediendo. Mientras conducía mi auto hacia el trabajo, me enteré de la noticia de la llamada “normalización de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba” y del canje de prisioneros entre ambos países.

Primeramente quiero recordar que La Habana y Washington tenían desde hace tiempo legaciones diplomáticas. En la capital cubana, la sede de ésta, por su espectacularidad y aparataje en la verja de seguridad, ha opacado totalmente a la de suiza, con la que comparte edificio. Hace muchos años que existen allí camionetas “americanas” con matrícula diplomática. Y las colas para obtener visado hacia EEUU son tan largas como el hambre que pulula por los alrededores.

Dicho esto, me gustaría compartir el susto que pasé este 17 de diciembre –día de San Lázaro- al ver a Raúl Castro vestido de militar en su alocución al pueblo. Todo discurso televisado de la dictadura castrista merece ser decodificado, porque ellos envían un mensaje hasta con el más insignificante detalle “decorativo”.

Creo, luego de que va bajando la marea de lo que mucha gente ha llamado “día histórico”, que el nuevo rumbo de las relaciones entre ambos países no traerá alivio al ciudadano de a pie dentro de la isla. Al menos por ahora.

Trabajo diariamente con la disidencia interna y puedo dar fe de que se siguen violando los derechos humanos; se sigue persiguiendo y encarcelando por pensar diferente a los “lineamientos del partido” (comunista y único); y también puedo dar fe de que la oposición está enfadada con la cumbre Obama-Raúl Castro. No han escuchado a la oposición, no la han consultado y se sigue negociando un “cambio” sin ponerlos a ellos en la mesa.

Recientemente, el ministro de exteriores de España, García-Margallo, viajó a la isla y no se reunió con la disidencia, con los líderes de la oposición que cada día enfrentan la peor encrucijada de la vida: por un lado les llaman “mercenarios” y por el otro se les ningunea.

Eso es frustrante.

Ellos no forman ni quieren formar parte de las artes decorativas. Son los que le recuerdan día a día a la dictadura que el pueblo no quiere a esos ancianos en el poder, que se precisa una transición y un diálogo pero con los actores imprescindibles, que son los disidentes confesos quienes lograron quitarse de encima ese lastre horroroso que nos afectó a muchos cubanos durante largos años: La doble moral.

Si Obama, como dice la prensa, habló 45 minutos por teléfono con Raúl Castro, para coordinar alocuciones casi simultáneas, debía haberle hecho el compromiso de quitarse la chaqueta militar, la del generalato que lleva más de medio siglo en el poder sin la consulta del pueblo.

Hubiera sido mucho más esperanzador ese mensaje sin chaqueta militar.

Esa imagen hiere los ojos a estas alturas de los gobiernos latinoamericanos y mundiales. Eso no se usa. Eso asusta.

Lo siento, no soy optimista con este “día histórico”. Hasta que no anuncien amnistía general tanto para los de adentro como para los de afuera, nuestro champán no será abierto.

Si estoy equivocado, al menos me gustaría que me reconocieran  las causas de la equivocación.

Creo que el presidente Obama ha dado un mal paso, pero solo el tiempo lo podrá corroborar.