martes, 31 de mayo de 2011

Deconstrucción del castrismo



Con el tiempo se van desmontando 52 años de la dictadura que gira a nuestro alrededor y que ni siquiera, estando dentro del ciclo, llamábamos así. La mayor parte de ese tiempo estuvimos en la isla sin enterarnos de nada, o de casi nada. Y no precisamente porque taponáramos los oídos –que algunas veces sí lo hicimos-, sino porque nos han ocultado información. Nos han escamoteado la verdad de muchos sucesos históricos relacionados con la disidencia interna, la que siempre existió desde que el comandante en jefe declaró el carácter socialista de esa revolución que devino en totalitarismo; utilizando la conspiración, el descrédito de las personas y, cuando no se pudo acallar voces, llevando entre rejas a los opositores. Encerrándolos sin garantías jurídicas, por supuesto.
Tengo 45 años. Nací dentro de aquella barbarie solapada en la que muchos socialistas creyeron, y apostaron por ella, desde la distancia, guiados por cantos de sirenas, por el silbido de una flauta mágica que tocaba la melodía que los comunistas querían escuchar. Pero el horror estaba oculto, soterrado en una fosa común –valga la metáfora- y sin membrete, como es esta historia que se podrá escuchar en el video de cabecera, precisamente en boca de un joven socialista argentino, Fernando Gril, a quien un día, y por casualidad, en Madrid, le hablaron de Pedro Luis Boitel, víctima del castrismo en los tempranos años 70.
Ha escrito la biografía Una tumba sin nombre. Se presentó ayer en Madrid.

lunes, 30 de mayo de 2011

Tiempo de sardanes

Laura y Carlos sienten que algo cambia a su alrededor. Se mudan de piso y terminan las obras. Luego se acostumbran al nuevo barrio en las inmediaciones de Lesseps, un entorno mítico por las construcciones de una plaza y sus ramificaciones viales que llevan veinte años en litigio. Parece que al fin quedará allí un espacio con áreas verdes, un pequeño anfiteatro, túneles intercambiadores, una travesera importante de Barcelona, la parada de metro de la línea 3, la biblioteca del distrito y los comercios que han sobrevivido a los tantos proyectos de los diferentes alcaldes municipales. Cerca de ellos, todavía con fachada gris y ventanas tapiadas, cierran una institución, La Casita Blanca, histórico meublé donde políticos y altos empresarios tiraron canas al aire.
El barrio está lleno de cuestas. Esas lomas representan todavía la parte exterior de la urbe. A principios del siglo pasado se construyeron por allí casas de dos plantas, algunas modernistas, con la divisa que dejaba entonces la gran empresa del textil. En aquellos años, ir a Lesseps significaba un viaje a las afueras, un viaje bucólico. Hoy se sigue respirando el aire de la montaña pero mezclado con el calor y el color del asfalto, con la contaminación acústica que muchas veces malea la belleza construida o moldeada en las faldas de la montaña.
Forman una pareja vital, dados a la plática –como diría él- y al encuentro entre amigos los fines de semana. Tienen un automóvil nuevo criándose en una plaza de párking que, por fin, lograron conseguir en el mismo inmueble adonde se han mudado. Todo un lujo para Barcelona, tan pequeña que se ha vuelto con tantos automóviles y con tan poco ancho de calle. Para bajar al centro, el coche es un estorbo. Hay metro y autobuses con magnífica frecuencia de paso. Desde las alturas, Laura y Carlos viven unos días convulsos, pero no solo por ellos, sino además por las señales de cambio que está emitiendo la sociedad civil. Saben que, aunque al final no pase nada –puede pasar, eso no está escrito-, las preguntas y respuestas de esta ciudad están en Plaza Catalunya, están a sus pies, visto el futuro en perspectiva desde una nueva casa; las revoluciones están camino hacia el mar, hacia los barrios antiguos, un camino en caída libre.
El sábado fueron directo al metro –pensando siempre que el niño está bien en el párking- y bajaron a las doce de la noche a Canaletes, el bebedero donde se celebran los triunfos del club de fútbol regional. ¿Canaletes es una fuente? Puede que sí y puede que no.
Sin miedo, disfrutando de momentos históricos que regala la vida, cruzaron las alambradas y no pasó nada peligroso. A esa hora, claro.
Intentaron pisar el centro de la plaza, donde los indignados con el sistema político y económico duermen al raso. Un chico que estaba de guardia les salió al paso preguntando por la identidad. ¿Vienen por el fútbol o por nosotros? Estamos mirando, respondió al unísono la pareja.
Regresaron a casa con las energías o vibraciones que hay en el metro por la madrugada. Al día siguiente, domingo por la tarde, inconformes, volvieron a buscar las sensaciones supremas que suelen experimentar los culés. Bajaron de nuevo, esta vez tratando de encontrar la rúa de los campeones por las calles del centro. Pero llegaron tarde. Como no quedó por ellos, sino por la mala suerte, en la tranquilidad del nuevo hogar soñaron que bailaban una sardana inmensa en la que estaban Shakira y Piqué. El baile tenía lugar en Plaza Catalunya. Había mossos de escuadra, estudiantes, extranjeros, de todo. En el sueño, después de la danza, Shakira se fue con Carlos y Laura con Piqué, pero, aunque se rieron en el metro, las nuevas parejas no se sintieron tan a gusto.

Foto del autor

sábado, 28 de mayo de 2011

Barça/Manchester y la utopía revolucionaria



Lo bueno que tiene este país, y cualquiera otro donde reine la democracia, es que la gente puede hacer lo que le vaya de gusto. Los indignados de Plaza Catalunya continúan allí, no sin antes haber higienizado ellos mismos su plataforma, con fregonas, cubos y escobas. Se sabía de antemano que la policía no iba por ellos, sino por el espacio urbano, y no solo por la plaza, sino por los avíos. Pero dos centenares de jóvenes iracundos se negaron a entregar sus cacharros por las buenas. Así fue como los Mossos de Escuadra cometieron el pecado de aporrear a diestra y siniestra.
Ya se conoce que quien dio la orden fue el Conseller de Interior, Felip Puig, y que éste lo consultó con el presidente de la Generalitat, Artur Mas, que en ese momento se encontraba en Londres. A pocos días del partido final de la Liga de Campeones europeos, donde el Barça discutiría la copa, el President ya estaba en Wembley; eso sí, con una línea abierta hasta la manifestación que ocurría en el kilómetro cero de la Ciudad Condal.
Me imagino el diálogo:
-¿Qué hacemos, President?-diría el Conseller.
-Que los Mossos actúen-sería muy concreto el otro.
Tanto Mas como Puig prácticamente se estrenan en el gobierno de una importantísima autonomía, depauperada económicamente y arrastrando una deuda multimillonaria que ha dejado el Partido Socialista catalán a la cabeza de un tripartido que, en coalición, le arrebató el puesto precisamente a Mas, dos veces. Son tiempos duros para España y en particular para la región pegada a los Pirineos que presume de ser un país aparte, con sobradas razones, a mi modo de ver.
Con los indignados por cómo va el país protestando en Plaza Catalunya, y en sesión de trabajo –esta misma noche acordaron no abandonar la zona-,el Barça ganó su cuarta copa europea y, como era de esperar, la afición corrió a Canaletes, a escasos metros de las protestas. El Ayuntamiento trató de desviar la peña hacia otro espacio inmenso y céntrico, el paseo de Arc de Triomf, instalando allí pantallas gigantes. De hecho se repletó aquello con unas 35 mil personas, pero siempre hay quien va a su santuario, pase lo que pase y pésele a quien le pese.
El partido contra el Manchester United fue limpio, bien coordinado, orgánico, fuera de alardes escénicos y dentro del gran tecnicismo que caracteriza al equipo de Pep Guardiola. Este triunfo debe calmar los ánimos de los catalanes y de toda la afición en general, al menos durante 48 horas, como decía una señora esta tarde en el supermercado, observando un grupo de jóvenes y su avituallamiento para el partido. Artur Mas gozó de unos cuantos primeros planos televisivos desde el estadio de Wembley. Se le veía feliz, aunque comedido, como siempre está. Es posible que en la zona cero, donde la noche será más larga todavía, los hinchas se mezclen con los manifestantes y Barcelona tenga al menos 48 minutos para poner la mente en blanco. Sería magnífico que los vándalos no actuaran aunque sea por única vez.
No quiero ser pesimista, pero me temo que hoy los diarios abrirán con las típicas imágenes de destrozos en Las Ramblas.

Foto del autor
Manifestante en Plaza Catalunya invita a la no violencia

viernes, 27 de mayo de 2011

Efecto llamada


Miles de concentrados, entre manifestantes y observadores, llenan ahora Plaza Catalunya

La carga policial de esta mañana no ha tenido otro efecto que la multitud. A las ocho de la tarde, todavía a plena luz, había miles de personas en el mismo escenario donde se produjeron los porrazos. Carteles denunciando a los Mossos de Escuadra –policía autonómica de Catalunya- estaban pegados en farolas y estatuas, pero a esa hora no había un solo gendarme. La Plaza fue del pueblo otra vez. Y lo más reivindicativo: Volvieron los techos azules de lona o plástico que cobijan a los indignados españoles, las carpas y las comisiones de trabajo.
Esto quiere decir que estaba sesionando nuevamente la Asamblea, en el centro de la explanada, adonde era muy difícil acceder. Apostado en la periferia, me puse a observar la inmensa mayoría de jóvenes que llevaban las manos pintadas de blanco, en señal de paz. Pero el epicentro estaba en todas partes. A mi lado, un equipo de reporteros de la Sexta, cadena identificada claramente con la Izquierda, se vio acorralado por los manifestantes. Les gritaban “Manipuladores”. Transmitían en directo para el telediario de la noche cuando se vieron en apuros, increpados, solo con palabras, hasta donde pude observar. ¡No quiero imaginarme qué hubiera sucedido si fueran reporteros de Intereconomía!
Muchas pancartas llamaban a la tranquilidad, a no mancharse de violencia como, decían, aplicó la policía esta mañana. Pero tal vez el mensaje más específico estaba en los que portaban un clavel, recordando a la revolución portuguesa, levantamiento militar de 1974 que provocó el derrocamiento de la dictadura. Está clarísimo que las manifestaciones en España, bautizadas como Spanish Revolution, no abrazan banderas sino demandas de mejoras sociales. Las elecciones municipales y –en algunas regiones- autonómicas, que tuvieron lugar el pasado fin de semana, dieron a este país un viraje hacia la derecha, y, en este sentido, favorecieron al grupo político (PP) más conservador.
El PSOE, ahora en el poder y con una crisis interna y externa sin precedentes, lo tiene difícil para apaciguar el alzamiento general de la población. Se avizoran tiempos de rebeldía y el gobierno, evidentemente, no sabe cómo maniobrar para sacar de la vía pública las protestas por su mala gestión.
Desde que vivo en Barcelona –hace diez años- jamás había visto tan abarrotada de gente la Plaza Catalunya.
Y en Madrid, donde comenzó todo, en Puerta del Sol, las concentraciones se han reactivado también con la carga policial de hoy.
No obstante a lo denunciado por la población civil, el Conseller de Interior de la Generalitat, Felip Puig, ha dicho a los medios que los Mossos actuaron correctamente y que tiene dudas de que los manifestantes acampados hayan sido pacíficos. Las cifras suben, según los reportes de última hora de La Vanguardia. Cientos de heridos por parte de la plataforma reivindicativa y 37 policías, con diversas fracturas óseas, dijo.

Foto del autor, donde se observa a un manifestante, esta tarde en el entorno de Plaza Catalunya

Mala imagen para los Mossos de Escuadra



La carga policial contra los manifestantes de la Plaza Catalunya ha comenzado esta mañana. Por aquí ha estallado el encontronazo previsto y no por la madrileña Puerta del Sol, donde acampan muchos más desde hace once días. La razón: Despejar de enseres, no de personas, el perímetro de la plazoleta, para que pudieran entrar los equipos de limpieza municipales y también para que el espacio fuera más expedito de cara a un posible triunfo mañana del Barça, en la liga final de la Champions.
Es sabido que, cuando gana el Barça, la entrada superior a Las Ramblas, a menos de cien metros de donde acampan los indignados, se llena hasta más no poder. También es bastante regular que, cuando esto sucede, haya disturbios en la zona, roturas de mobiliario urbano, de cristaleras de comercios y barricadas en toda regla, a manos de energúmenos que, paradójicamente, disfrutan así la victoria.
¿Dónde ha estado el error?
La televisión local y nacional en estos momentos hablan de, al menos, 15 heridos –entre ellos un mosso de escuadra (policía autonómica)- y de una carga desmedida de las fuerzas encargadas de garantizar el orden público. Se habla también de excusa para desalojar la plaza, pero lo que más “canta” son las imágenes: los bastonazos llueven en pantalla.
Con el ambiente en llamas como está ahora, cualquier entrada de la policía en el área de protesta sería contraproducente, aunque hayan ido con la misión de higienizar el suelo. Como les han retirado sus enseres –ordenadores, toldos y cazuelas-, sus dueños se han enfrentado y terminó todo en una batalla campal. A partir de las imágenes vistas en directo por la tele, los medios ultraizquierdistas que se dedican a cazar cargas policiales ya tienen trigo en mano.
Desde Barcelona, lamento que el estambre se haya roto aquí, por culpa de la torpeza de algún político, mal político en este caso.

Foto: María Salgado
Actualización 15:13: Los telediarios a esta hora dicen que se trata de un centenar de heridos. Manel Prat, de parte de la policía autonómica, recalca que negociaron por lo bajito con los manifestantes, pero las imágenes hablan de otra cosa. Ya se marcharon los Mossos de Plaza Catalunya y los manifestantes continúan allí, pero sin tiendas de campaña. Esta tarde habrá una asamblea general a las 19 horas.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Otro episodio ridículo de la Revolución


Los personajes de Pedro Pablo Oliva suelen tener los brazos recogidos o no tener brazos. Son seres tristes en su gran mayoría; jóvenes, niños, amantes complicados por el asunto de intentar un equilibrio.
Los trazos del pintor se basan en por tanto en inclinaciones de los cuerpos hacia alguno de los dos lados. La composición general de sus cuadros, además de poseer una carga conceptual muy pesada, tiene una fuerza plástica sobrecogedora, tanto en colores como en los trazos. Sus obras son un paisaje humano que habla por sí solo, con humildad a juzgar por esas miradas lánguidas que le quedan clavadas a uno para siempre.
La última vez que fui a Cuba, mi mujer, catalana, ya había descubierto la obra de Pedro Pablo y me pidió que le trajera un original. Jugando, claro está. Ella sigue enamorada de esos personajes comentados anteriormente y quería tenerlos a mano. Entonces, husmeando por tiendas turísticas en la Habana Vieja, encontré una boutique especializada en cortinas de baño que llevan estampadas grandes obras de la plástica contemporánea insular. Ahí estaba su pintor cubano favorito, con unas muchachas que parecen flotar dormidas en medio de un mar espumoso, sin brazos las chicas, como es usual en el pintor, pero con los zapatos acordonados. Todo un tema surrealista y sórdido, sin llegar al grotesco de Roberto Fabelo, otro importante pintor cubano de la misma época.
Pedro Pablo Oliva es un discreto artista que ha ganado mucho dinero últimamente. Su discreción, a mi modo de ver, está relacionada con que no eligió la capital para establecer su casa-taller, y con que no se le ha visto haciendo bulla en los salones asamblearios del partido único, aunque sí fue designado como delegado a la Asamblea Provincial del Poder Popular en la provincia de Pinar del Río, llamada la Cenicienta de Cuba, de donde es oriundo el artista. Él lo aceptó con cortesía sin darse cuenta de que este cargo es un compromiso ineludible con el sistema de pensamiento único instaurado en la isla. Hace unos días, a raíz de unas declaraciones suyas a un medio de prensa de Miami, en las que el artista expresaba su deseo del multipartidismo en Cuba, el gobierno decidió defenestralo. Han cerrado su casa-taller y, faltaría más, lo han destituido de la Asamblea.
A su edad es un duro golpe, sobre todo si este hombre, como ha manifestado él mismo recientemente, no pretende abandonar el país. ¿Cuál será su final?, se pregunta uno desde el exilio. ¿Mermará su capacidad creativa o, por el contrario, crecerá todavía más en el nuevo estadio del ostracismo?
Lo que ha sucedido con los artistas “desviados” de los lineamientos estalinistas a lo largo de estos 52 años de dictadura ha sido bárbaro. El castrismo se ha encargado de chantajear a los creadores de diversas maneras. Unos, a cambio de no exponerse a los riesgos emocionales del exilio, han trabajado dentro de los lineamientos aunque con ciertas permisibilidades estéticas, como parte de ese escuadrón contestatario que, incluso, al régimen le conviene mostrar como imagen de apertura; otros, no pocos, se marcharon a la aventura. A finales de la década de los ’80, un potente movimiento denominado Arte Calle, en consonancia con los rumores de glásnost que el propio gobierno dejó correr –esperando el castrismo a ver por dónde iban los soviéticos-, se manifestó tan abiertamente en contra del sistema que los estudiantes universitarios de entonces llegamos a pensar que el cambio podía producirse. Pero todo fue un espejismo, tristemente hay que decirlo. La gran mayoría de aquellos plásticos –performance, instalaciones, arte efímero, dadaísmo- tuvieron que marcharse del país en una oleada sin precedentes. Fueron a parar a México y, de allí, se esparcieron por el mundo.
Asusta mucho que a estas alturas, veinte años después, a un creador filantrópico como Pedro Pablo Oliva –que no ha utilizado ni mucho menos aquella rebeldía de finales de los '80- la Revolución le cierre la puerta que una vez le dejó abrir. Esto demuestra el incisivo y enfermizo poder del Estado sobre el pensamiento individual.
Ah, pero la nación es otra cosa. Y Pedro Pablo lo tiene claro.
Hoy mi mujer, amante de su obra, está muy triste al recibir esta noticia.

Foto del autor. María con su cortina de baño. La imagen reproduce el cuadro Manada de novias, óleo sobre tela de 40x33 centímetros, creado en 2005.
Nota: Anoche –hora española- había grupos en Facebook apoyando en tiempo real a Pedro Pablo Oliva. Aquí otro de pinareños en el exilio.
Lea en este blog las declaraciones del pintor a raíz de lo sucedido.

martes, 24 de mayo de 2011

Azul



Y la España al pairo…¿Quién la quiere?

Hoy nos levantamos, coincidentemente, con un cielo despejado y el preludio de un verano apacible para quienes vivimos a orillas del mar. En los televisores, o lo que es igual, en el reflejo inmediato de la realidad política, predominaba desde temprano el color corporativo del Partido Popular, ganador antenoche de la mayoría de votos en prácticamente toda la geografía española, después de una larga jornada electoral en la que muchos mortales de este país tenían puesto sus ojos.
Yo recordé al despertarme un entrañable libro de Rubén Darío titulado Azul, que mezcla, en partes, la métrica con la prosa y hace alusión a los estados de ánimos en relación los estados del tiempo. Es una obra fundamental para entender el Modernismo latinoamericano, aquella corriente literaria y artística capaz de traspasar el referente francés que, a su vez, se inspiró en unos dibujos japoneses. El espíritu libre del Azul de Darío no tiene mucho que ver con el espíritu del Partido Popular, salvo en que este grupo político -como mismo han hecho sus adversarios- ha sabido adecuarse a los tiempos de democracia para que la España, que dijera Machado, dividida en dos, saliera adelante; fuera capaz por lo menos de esconder sus rencillas en un baúl clausurado con siete candados.
La derecha española escogió este color, sinceramente, porque el rojo ya estaba tomado por los otros y además porque le venía bien para ese matiz católico que pretende dar. Me pregunto entonces si no había más opciones en la paleta de pinturas, una que no fuera tan evidentemente adversa al otro bando. Sé que hablar de las dos España, como hice en la crónica anterior, es bastante delicado y que remueve los terribles episodios salomónicos vividos en este país, pero el caso es que hoy, que tanto se habla de la victoria electoral del bando azul sobre el rojo, nos hemos olvidado de una gran cantidad de gente que está en el medio, que está al pairo porque no se siente representada políticamente por ninguno de los dos equipos.
Esos son muchos de los acampados en las plazas importantes de las principales capitales. Llama la atención cómo un nuevo partido, Unión, Progreso y Democracia (UPyD), el de Rosa Díez (y ella es una escisión del llamado socialismo español), ha ganado adeptos en poco tiempo, porque está en el medio de dos caminos; o sea, fuera de la eterna crispación. Hay que tomar nota de esto.
El domingo por la tarde me di una vuelta por el barrio y pude comprobar que hay una masa corpórea humana significativa que no vive con la política, que estaba en la playa –con el día tan bueno que hizo- o viendo la carrera de Fórmula Uno transmitida desde Montmeló, el circuito de nuestra geografía que queda, por cierto, cerca de mi casa. Así que no nos dejemos engañar por el tremendismo de la prensa porque hay también mucha gente que pasa de los informadores, que mata el tiempo higiénicamente en otros menesteres mientras este país se arregla. Gente que sale del trabajo o de la escuela para las plazas y allí se sienta a conversar con amigos y así reivindica la atención del Estado. Gente que comparte el cielo sin pedir nada a cambio.

Foto del autor
El cielo visto desde una terraza de Badalona

domingo, 22 de mayo de 2011

Las dos España


El resultado de las elecciones municipales y autonómicas gira el país a la derecha

Lo aventuré en una de las crónicas anteriores: El Partido Popular (PP) debía dominar ampliamente la mayoría de votos, no tanto por afiliación como por el descontento social que hay hacia el PSOE en sus casi ocho años de mandato. Así ha sido.
Capitales provinciales como Sevilla y Barcelona, donde tradicionalmente mandaban los socialistas, han dado un vuelco hacia la derecha. En Barcelona se ha colocado en la alcaldía Convergència i Unió (CiU), de centro derecha, luego de 32 años, en toda la historia de la democracia, gobernando aquí el PSOE; así que la Generalitat, de CiU, ahora lo tiene todo.
En Madrid vuelve a ratificarse el Partido Popular, tanto en la alcaldía de la ciudad como en la presidencia de la Comunidad Autónoma. Y en Valencia y Murcia se mantienen también los de la bandera azul.
Después de ver estos resultados, cuyos escrutinios han sido seguidos por los principales canales de televisión españoles, tanto públicos como privados, cabe preguntarse si la sociedad está cada vez más polarizada. Las decenas de miles de ciudadanos pacíficos que se manifiestan en las principales plazas no fueron los responsables de este giro político, ya que precisamente ellos dicen no estar representados por ningún partido ni por los sindicatos. Esto hace suponer que los indignados, como se les ha dado en llamar en estos días, de haber ido a las urnas, habrían dirigido su voto a partidos pequeños.
Entonces el resto de España, el que no estaba en las manifestaciones, votó al PP; o sea, a la derecha, que, aunque no se quiera a veces reconocer, significa de alguna manera un vestigio del franquismo.
Parecía que iba a haber más alto índice de abstenciones, pero, según los periódicos, la desmotivación solo alcanzó un 30 por ciento.
España ahora mismo huele a ajuste de cuentas. No creo que tantas personas voten a la derecha así porque sí. Si bien el PSOE ha realizado interesantes, y hasta atrevidas, políticas sociales, en su haber está el mal manejo de los fondos públicos y un montón de promesas incumplidas, así como la manipulación de la opinión pública con ardides electoralistas que la gente no les perdonó.
Por solo citar un ejemplo cercano, la anterior dirección socialista de la Generalitat de Catalunya dejó deudas bárbaras, lo que obligó al gobierno regional entrante (CiU) a recortar presupuesto en algo tan sensible como la sanidad pública.
El nivel de vida y las comodidades materiales ganadas en España en tiempos de democracia es algo sagrado. Mucha gente se acostumbró a la solvencia y al endeudamiento, a la par, y ahora no está dispuesta a que los bancos le cierren la puerta en la cara. He oído, constantemente, en los diez años que llevo viviendo aquí, que, así como el PSOE se fija más en temas humanistas, el PP es el mejor administrador del dinero que ha tenido este país.
Sin hablar de los casos de corrupción que han bañado a ambos partidos a lo largo de la democracia.
Este cambio de rumbo generalizado de hoy supone un despido, una renuncia del presidente español, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Pero se ve que sus asesores le aconsejaron que dijera algo, al filo de la media noche, y éste apuntó que no dejaba el cargo hasta el final de su mandato.
Por su parte, el movimiento de indignados que acampa en Puerta del Sol comunicó que, al menos, estaría allí una semana más.

Foto del autor
“No nos representan ni partidos ni sindicatos”, en un cartel de Plaza Catalunya, en Barcelona

sábado, 21 de mayo de 2011

Jornada de reflexión



Descansemos un rato de los políticos

Sin incidencias mayores y sin desalojo anoche en las principales plazas españolas. Aunque, en principio, las juntas electorales de las comunidades autónomas prohibieron las manifestaciones, amparados en la ley, el gobierno central dijo que no molestarían a nadie, a no ser por casos de disturbios o malos comportamientos cívicos.
Así se hizo. El pueblo -8 mil en Plaza Catalunya y 20 mil en Puerta del Sol- aprovechó los espacios ganados en años de guerra civil, en años de democracia, aunque, como se sabe, la herida de la desavenencia ha cerrado en falso. Pero esta vez se ha visto algo inédito en todos estos años: gente de diversa filiación política –derecha, izquierda, centro, arriba y abajo, como dijo un manifestante en televisión- se han puesto de acuerdo para protestar pacíficamente y exigir un cambio.
Anoche, portales independientes catalanes transmitían en vivo la asamblea de Plaza Catalunya. Una oradora que subió a leer las demandas saltaba del idioma regional al castellano, sin querer, porque se trataba de una cosa muy seria. Es el momento de unirse y replantearse este país, acorralar a los políticos, a la monarquía, a los banqueros, a los grandes empresarios que han llevado a España a la banca rota, al mayor índice de desempleo en mucho tiempo. En el acta, curiosamente, se exigía derogar la actual ley de extranjería. Eso quiere decir, o que las encuestas y periódicos mienten cuando se habla de las molestias que ocasionan los inmigrantes, o que los españoles se han dado cuenta de que si nos unimos todos tenemos más posibilidades de reinventar el territorio humano y físico que habitamos.
Los indignados, que son muchos, tomaron nota de la señal emitida por el gobierno: No marcharon a casa pero sí escondieron las pancartas alusivas a los políticos. La constitución lo dice claramente: El día de reflexión, la víspera de elecciones, no se puede hacer política. Entonces salieron guitarras, poemas, pasodobles, lambadas, salsitas, refrigerios –supuestamente hubo algún material etílico en la trastienda-; actores de todo género escénico…y niños, por supuesto. La familia estaba al raso, con perros y otras mascotas.
La jornada de reflexión me pilló en un pueblo a unos 30 kilómetros de Barcelona, en Sant Feliú de Codines, en el Vallès Oriental. Allí había una fiesta autorizada por el ayuntamiento en una explanada. Estaban casi todos los habituales, incluyendo al candidato del PSOE que, según escuché, tiene todas las papeletas para salir mañana de alcalde otra vez. Catalunya siempre ha sido un pueblo de obreros y éstos votan a los socialistas, por llamar de alguna manera al PSOE. El precio del menú era de 14 euros e incluía paella, mariscos, bebidas y café. Ah, y cava, la bebida espumosa de esta región a la que muchos se niegan a llamar champán.
Allí los dejé, bailando y con una marcha increíble. Pero estoy seguro de que, entre ellos, estaban también los que votarán una alternativa, decepcionados del actual gobierno o simplemente porque tienen otra ideología. Se tiraron pullas, pero no hubo altercados. Ni policías.
Yo a estas alturas he preferido no votar. ¡Y hay que ver la falta que me hace para compensar los años de dictadura que he vivido hasta que pude emigrar!

Foto del autor
Paellera vacía en primer plano y pasodoble detrás

viernes, 20 de mayo de 2011

Rubalcaba debe hilar fino

En su doble papel de vicepresidente primero del gobierno español y ministro del interior (acumula mucho poder este hombre), Alfredo Pérez Rubalcaba puede llenarse de gloria o embarrarse hasta la coronilla, según sea capaz de manejar decisiones y articular un discurso convincente. No se vale, creo yo, jueguitos de palabras, trabalenguas y acertijos, de esos a que nos tiene acostumbrados cuando está delante de las cámaras de televisión, e, incluso, en las encendidas discusiones parlamentarias.
Todo el mundo asegura que Rubalcaba será el sustituto de un Zapatero agotado, pero lo que no muchos tienen claro es que vuelva el PSOE a gobernar España. Una muestra de esto se verá el domingo en las elecciones municipales. Lamentablemente, el Partido Popular saldrá airoso y no es para menos. Lamentablemente, en España los partidos pequeños no tienen programas interesantes, solventes, que puedan dar un giro a la política de este país. Los partidos pequeños, sencillamente, se dedican a vivir de la política. Lamentablemente, y aunque parezca mentira a juzgar por las plazas llenas de manifestantes ahora mismo, los españoles son animales de costumbres. Somos, con el plural de modestia por delante. (Tengo pasaporte ibérico).
Alfredo Pérez Rubalcaba, que no es nada guaperas como un Artur Màs (CiU), se ha vuelto un tipo atractivo a base de una verborrea fácil que parece estar a tono con el sujeto español promedio, porque este cántabro sabe bajar la escalera sin tener que hacer concesiones al lenguaje, sin perder el respeto, en pocas palabras. También hay que agregar que su lucha antiterrorista está bastante bien gestionada, algo que, en principio, debe unir a las dos España.
Pero su momento más meridiano –después de lucir en gobiernos anteriores en los papeles secundarios que, se sabe, a veces son más decisivos- lo pone en un aprieto de marca mayor: ¿Será capaz de dar la orden para dispersar a los manifestantes que el domingo harán una semana acampados en la Puerta del Sol?
Para este sábado, día de reflexión en la víspera de las elecciones, está desautorizada la acampada, no solo en Madrid, sino también en Barcelona. Rubalcaba ha dicho que, de momento, la policía estará allí solo para vigilar que no ocurran desórdenes públicos. O sea: no pretende utilizar las fuerzas del orden si no es necesario.
Aunque se la juega.
Se habla de provocadores ultraizquierdistas que pretenden reventar las protestas pacíficas con las que, seguramente, el ministro de interior estará de acuerdo, por más que le puedan entorpecer su carrera.

Foto del autor
Una joven dibuja el rostro de Alfredo Pérez Rubalcaba entre las imágenes de Rajoy y Aznar. Ocurrió en Plaza Catalunya. La inconformidad general ha llevado a meter a los políticos en un mismo saco, sin distinguir tendencias.

jueves, 19 de mayo de 2011

El “indignómetro” en Cuba se paga con sangre



Puerta del Sol, en Madrid; Plaza Catalunya, en Barcelona; Plaza del Carmen, en Granada, son ahora mismo centros neurálgicos de la geografía española, por solo citar tres ejemplos de concentración popular.
Algunos contestatarios llevan cuatro noches durmiendo a la intemperie, desde el pasado domingo 15 en que se le dio nombre al movimiento: 15 M. Otros ciudadanos, de a pie o de coches, porque hay de todo, se acercan a las tribunas abiertas, protestan, observan y luego marchan a casa a continuar con la vida. Anoche, en Barcelona, en el centro más cosmopolita de la ciudad, tuvo lugar una cacerolada que produjo un sonido estridente, largo. Debe haber llegado a oídos de políticos de todo tipo que en estos días se encuentran enfrascados en sus campañas, porque el domingo tendrán lugar las elecciones municipales en todo el país.
Las manifestaciones, inspiradas en buena medida en las actuales revoluciones árabes del Magreb, van contra el capitalismo feroz, el desempleo, la especulación inmobiliaria y, faltaría más, contra los bancos. Hay de todo, ya lo hemos dicho: jóvenes, mayorcitos y abuelos, todos mirando con orgullo cómo se moviliza el pueblo por la falta de perspectivas, en medio de una crisis económica mundial cuyo mayor y peor saldo ha sido la pérdida de puestos de trabajo.
En Plaza Catalunya han instalado “indignómetros” para medir el nivel de irritación en las personas. Son columnas de cartón donde se cuelgan, aleatoriamente, quejas de diversa índole, señalamientos directos y a quemarropa, con nombres y apellidos de empresarios, políticos, banqueros bañados por la corrupción. Los promotores de la plataforma 15 M –que también se denomina ¡Democracia real Ya!- son principalmente jóvenes antisistema; o sea, férreos opositores al capitalismo.
Lástima que para denunciar acudan en su discurso a la polarización: Se llaman compañeros entre sí. Esta palabra fue preciosa, fue precisa, en otros tiempos. Fue perfecta en Mayo del ‘68 para protestar contra una sociedad de consumo en París, para significar a la clase obrera que en definitiva era y es la que mueve la producción de bienes materiales. Ah, pero entonces no había caído el bloque socialista. Tenía lógica aquello.
Siendo cubano, paseante y observador de Plaza Catalunya, recordé ayer cómo los indignados de la isla, que son muchos, terminan apaleados si se atreven a protestar en público. La golpiza policial más reciente, que finalizó en muerte de un disidente, ocurrió también este mes de mayo, en una plaza central de una provincia cubana.
Nada que ver con las libertades ganadas en materia de democracia en este lado del Atlántico, donde, por desgracia –lo digo porque he sufrido una dictadura-, el franquismo duró 40 años.
Cierto que los partidos en España no funcionan y que necesariamente tendrán que replantearse a partir de lo que está sucediendo en las plazas, pero identificarse con el comunismo, que suele ser partido único en los países donde impera, es como mínimo una falta de consideración a los oprimidos.
De todas maneras, espero que las protestas callejeras y masivas de España remuevan el suelo del denominado Partido Socialista Obrero Español, que está ahora en el poder, como mismo le sucedió en el ’68 al gobierno de Charles de Gaulle.

Foto del autor
Uno de los “indignómetros” instalados en Plaza Catalunya

martes, 17 de mayo de 2011

Huérfanos a la desbandada


Premio de Poesía de la ONCE

Mi amigo y colega Joaquín Borges Triana acaba de recibir el Premio Tiflos de Poesía en su edición XXIV, que se entregó ayer, junto con otros apartados literarios, en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Pero a él le otorgaron un premio especial para autores con discapacidad, según rezan las bases del concurso organizado por la poderosa ONCE española.
Joaquín, Joaco, Joaquinito o Quim, si viviera en Catalunya, es más conocido en Cuba como columnista de música rock (es el autor de la larguísima saga Los que soñamos por la oreja, del periódico Juventud Rebelde), de ahí que su faceta poética, la que precisamente lo trae de vuelta a España, sea quizá una sorpresa para mucha gente. Huérfanos a la desbandada, el poemario premiado en Tiflos en la edición correspondiente a 2010, le ha valido una distinción en metálico de 6 mil euros, un millón de pesetas si lo viramos a la antigua denominación del dinero en este país, porque todavía no pocos aquí piensan en “pelas” a la hora de preguntar por el precio de la vivienda o de los automóviles.
Hace ahora un año vino a la península a la feria de literatura de Sevilla, y de ahí realizó un periplo por diferentes capitales de comunidades autónomas españolas, un viaje en tren que lo dejó fascinado. Al tocar Barcelona, lo llevé ante la Sagrada Familia. Aunque Joaquín no pueda ver, estoy seguro de que recordará ese momento en el que intenté describirle la locura de Gaudí, porque hay que estar loco para plantearse una obra tan compleja que, no por casualidad, aún continúa en construcción.
Obvié las grúas, para ir al grano. Me centré en las paredes del templo que, le dije, parecen velas derretidas.
La imagen le gustó.
En Cuba hay muchos poetas de corazón. Muchos que no escriben ni un verso y sin embargo están acostumbrados a mirar la vida metafóricamente, con profundo sentimiento sobre todo. Es difícil de lidiar allá con el pragmatismo. Por suerte. O por desgracia.
Este domingo Joaquín me llamó por teléfono desde un hotel. Acababa de llegar de La Habana y todavía estaba estudiando con los dedos los botones de la habitación. Me contó que venía con retraso porque el avión de Iberia no se despegaba de la pasarela, se había quedado enganchado en la terminal de embarque. Cosas que pasan en Cuba, me dijo con poesía, sin sulfatarse mucho.
En ese momento llamó por teléfono su amiga Danays Bautista, la invidente que cayó a las vías del metro de Madrid y perdió un brazo hace un año justamente. Oí la conversación a tres bandas. Danays está bien, sigue dedicada a la música. Por supuesto, ya no toca la guitarra, me dijo Joaquín. Yo me quedé mudo. No supe qué decirle. Él es capaz de superarlo todo y por eso el asunto del avión es pura anécdota, poesía. Aquí le esperaba un millón de pelas y casi la misma cantidad de amigos, mirándolo todo con hipérbole poética cubana.
-¿Qué hago con ese dinero?-preuntó Quim.
-Fúndetelo en una noche- dije en broma pero con unas ganas inmensas de tomarme un Havana 3 con él.
Felicidades, poeta.

Foto del autor tomada en el metro de Barcelona
Mire aquí nota de prensa relacionada con los Premios Tiflos de la ONCE

lunes, 16 de mayo de 2011

Monsieur Dominique



Parece un guión de Hollywood, pero es la pura realidad la que ha llevado la imagen del director del FMI a todas las portadas del mundo, esposado y en shock transitorio. Si es que sale del shock.
Un escándalo de tal magnitud es comparable con el caso Watergate que llevó a la renuncia del presidente Nixon, el 8 de agosto de 1974; un ejemplo de la fuerza del llamado Cuarto Poder y que se imparte en las facultades de Periodismo. Aquella investigación, por cierto, ocurrió en los Estados Unidos, ese país raro en el que algunos inocentes se pudren en los corredores de la muerte y algunos culpables son llevados ante la justicia por denuncias de agresiones sexuales, tengan la tendencia que tengan y ostenten cualquier tipo de rango. Por eso vimos al señor Dominique Strauss-Khan salir de la comisaría de Harlem por la puerta principal, donde le esperaba la prensa a pie de calle; lo vimos salir custodiado por agentes de cuello y corbata que no llevan pasamontañas. Este duro espectáculo –no todos los días vemos en situación semejante al hombre que dirige las partidas de dinero del Mundo- tiene lógica si recordamos que lo primero que hace la policía federal en los EEUU es entregar a los medios los partes escritos por la fiscalía.
Hace unos días, comentábamos en este blog un caso similar con un importante pintor cubano, acusado de pedofilia en el estado de La Florida. Agustín Bejarano todavía está bajo custodia de la policía y el fiscal no acepta fianza alguna, hasta celebrar el juicio. Aunque a día de hoy es inocente si no se prueba lo contrario, el rostro de este artista plástico ha salido en los periódicos de buena parte de Iberoamérica y no se le permite regresar a Cuba, donde reside. Al político francés, relevo del señor Mitterrand en las urnas socialistas para las elecciones del año que viene, tampoco se le ha concedido fianza para evitar que abandone el país donde supuestamente acosó a una camarera de hotel. Lo raro de todo esto es que, si tanto le gustan las mujeres, al punto de no poder controlarse, uno se pregunta por qué Monsieur Dominique no alquiló los servicios de lujo de una dama de compañía.
Si fuera un guión de Hollywood sería perfecto: Una camarera negra, del Bronx, es capaz de hacer bajar del avión, en primera clase, a uno de los hombres más poderosos del Planeta. El expediente laboral de la camarera, según el hotel neoyorkino, es intachable, por tal motivo la policía le creyó al señalar a Strauss-Khan en una rueda de reconocimiento. El canoso señor, que duerme en suites de 2 mil euros la noche, en lugar de viajar directo de Washington a París, no se sabe por qué, realizó una escala personal en Nueva York, y allí ocurrió su peor episodio, luego de muchos años, según se ha podido conocer, acosando a sus empleadas en el Fondo Monetario Internacional.
Parece un espectáculo fabricado, pero también parece corroborarse con esto que el hombre es el único animal capaz de tropezar tres veces con la misma piedra. Habrá que ver el final de la historia. La prensa mundial tendrá ahora que irse olvidando un poquito del chapucero desenlace, sin pruebas contundentes todavía, que tuvo el terrorista más buscado sobre la faz de la Tierra.

Foto de AP/Richard

viernes, 13 de mayo de 2011

Lorca: la tragedia está escrita


Muchos de los constructores del metro de Barcelona eran murcianos, emigrantes entregados a una obra magnífica que disfrutamos hoy, sin que nos pase por la cabeza el drama que significa cavar en el subsuelo. ¿Cuántos habrán muerto en las profundidades de esta ciudad, tan selecta hoy y tan histórica siempre?
Son los vasos comunicantes del Mediterráneo español, desde Catalunya hasta la costa levantina, los que se mueven en estos días para recordar a los habitantes de Murcia, en medio de la desgracia, otra vez, como en las escenas de Federico García Lorca. Los trágicos terremotos ocurridos en la localidad que coincide con el apellido del dramaturgo, recuerdan ese grito sombrío del teatro, la oscuridad de la noche casi permanente en sus obras, el desamparo, la desolación de una España pobre en el umbral de una Guerra Civil. Como si Federico hubiera estado en Lorca para narrarlo.
Campanarios derruidos, las calles llenas de cascotes y gente corriendo de un lado a otro sin saber bien hacia dónde ir. Horas de pánico con el terremoto de Japón todavía fresco en la mente. Los de Lorca sabían que viven en una zona de fracturas geológicas, pero nunca uno se imagina que le puede tocar la tragedia tan cerca, como mismo uno sale a pasear en ciudades antiguas sin temor a las cornisas.
Para el panorama desolador que hemos visto desde lejos, para lo indescriptible que transmite la televisión en directo, para esa gente que ahora duerme al raso y ha perdido todo, para los que aún no salen del shock nervioso ni teniendo a la monarquía delante, envío mi más profunda condolencia y la garantía de recordar a los murcianos cada vez que baje al metro. Cada día, mientras viva en Barcelona.

Imagen superior de Claudio Álvarez tomada de El País digital. Ante los príncipes de Asturias, solo cuatro ataúdes de los nueve muertos por el terremoto de Lorca. Los familiares de los cinco restantes prefirieron guardar luto en la intimidad, en las casas particulares, como ocurría en las obras del poeta andaluz.

miércoles, 11 de mayo de 2011

La memoria fiel



Esta belleza estructural vino en mi maleta sorteando caminos, o lo que es lo mismo: evadiendo los controles de aeropuertos, cuya requisa, a veces, satisface el hambre del ser común. Era una fruta dura, pesada, cuando la adquirí en un supermercado de Miami, en un Sedano's.
Era una bala antigua, de esas mostradas en los museos coloniales que albergan memorias de guerreros al traspasar los mares, de cuando se fueron a la conquista de otros mundos llevándose consigo una foto de alguien inolvidable.
Parece mentira que uno tenga que comparar una fruta con una bala.
En el aeropuerto de Miami –yendo como siempre voy, retrasado-, me dijeron, al facturar, que debía llevar la maleta hasta un rincón donde había un hombre que la recogería, muy cerca del mostrador donde chequearon mi billete. Después de pesarlas, siempre, o, mejor, casi siempre, depositan las maletas en una cinta transportadora que está a la vista, hasta que nuestra valija desaparece. Es el procedimiento. Pero esta vez no fue así. Me dijeron eso: que la dejara en manos de aquel hombre.
Un cubano siempre, o, mejor, casi siempre, viaja con miedo. Así que no tuve tiempo de pensar, entre otras cosas porque podía perder el avión. La mujer de facturación fue muy clara. De todas maneras, mi subconsciente trabajó según la lógica, según la rutina de aeropuertos de todo el mundo. De mi interior, no sé bien de donde –ah, sí, del subconsciente- salió una voz que preguntó dónde debía dejar la maleta.
-¡Ahí donde está ese señor!-volvió a señalar la empleada de Iberia, con acento argentino, una vez más indicando claramente el lugar.
Otra pregunta igual enfadaría a la empleada, que había sido muy dulce, porque todo hay que decirlo. Lo que no era agradable era la situación, el modo de trasladar una valija ya marcada por un código de barras y registrada en el conteo de pasajeros.
Yo sólo pensaba en la fruta, en su forma de proyectil, primero, y luego en la mentira escondida, en un país que precisamente se precia por decir la verdad en los estamentos policiales; o lo que es lo mismo: en todo tipo de controles ordinarios. Una mentira me echaría a perder el viaje. Mi mujer se quedaría sin raspar con una cuchara esa piel corrugada después de devorar la carne roja del mamey, uno de sus mayores descubrimientos en un viaje a Cuba.
Me vino a la mente el sentido erótico de ese alimento partido en dos, una vez maduro, cortado en hemicuerpos perfectos para exponerse como un grito de clamor, como una llamada de atención a la naturaleza, que es salvaje y por eso se manifiesta así, abiertamente. Yo conocía la imagen de antaño; se me hacía difícil volver a Barcelona sin ella. Soñé, en el supermercado, con el proceso de maduración, la bala envuelta en un nylon durante unos días hasta que ella misma cantara, o lo que es lo mismo: explotara.
Jugué, por supuesto, con todas estas elucubraciones mientras dejaba la maleta en manos de alguien -¡en Miami!, ¡en los Estados Unidos!- que no sabía quién podría ser, pero era evidente que se trataba de un funcionario de aeropuertos. Estuve mirando cómo el hombre desapareció. Detrás de mí dejaron sus bultos los pilotos de Iberia, con el mismo hombre. Ellos no tuvieron que facturar. Pero sí pasaron por el mismo filtro. O no.
Puede que la cinta transportadora estuviera averiada. Yo qué sé.
Me fui de allí porque perdía el avión.
En las nueve horas de vuelo hablé con una muchacha que iba a mi lado, sobre temas muy variados, pero no se me iba de la mente el mamey colorado, su carne abundante cuando estuviera listo, su semilla negra marcando el liso sentido de la naturaleza cuando quiere, porque la naturaleza tiene de todo, desde piedras pelonas hasta rocas agujereadas con diferentes tipos de brocas. No sabía, incluso, si viajaba conmigo la maleta.
Todo por un mamey.
La memoria es capaz de ponernos ante el riesgo. Uno que es respetuoso, cumplidor.
La memoria olfativa, la memoria táctil. O lo que es lo mismo: la vuelta a la infancia.
Y el agasajo a mi mujer. Dos en uno.
Mi maleta llegó a Barcelona tal y como la entregué al hombre que estaba a pocos metros del mostrador donde facturé en Miami.
La fruta que me tuvo en vilo durante nueve horas se maduró suavemente al cabo de cuatro días. La estuve controlando para que no se pasara. El resultado de la operación subrepticia podrá verse encima de estas líneas.
La empleada argentina del mostrador de Iberia en Miami no era una espía. El hombre que recogió el equipaje no era un agente antiterroristas. La bala de cañón adquirida en el Sedano y recolectada Dios sabe dónde reblandeció su estado y adornó, por unas horas, mis recuerdos de Cuba, donde la vida se ha vuelto tan cara que comerse un mamey es prácticamente un lujo.

Foto del autor

lunes, 9 de mayo de 2011

Santa Clara: Más lejos del mito del Che


Ayer domingo, mientras se celebraba el Día cubano de las Madres, en la pequeña ciudad de Santa Clara, a 300 kilómetros de la capital, daban sepultura a un hombre de 46 años que dos jornadas antes había sido brutalmente golpeado por la policía. Según datos publicados en internet por la oposición interna, el disidente Juan Wilfredo Soto fue obligado a abandonar un parque público, pero éste se resistió y vino la avalancha de golpes, después de ser esposado.
La propia guardia urbana, que en la isla funciona como cuerpo represor de la policía política, se encargó de llevar al disidente al hospital. Allí lo analizaron y lo enviaron a casa. Dos días después, Soto tuvo que volver a Urgencias y falleció cuando estaba a punto de ser intervenido quirúrgicamente, según testimonio de Guillermo Fariñas, el conocido opositor, también de Santa Clara, que denunció al régimen el pasado año mediante una larga huelga de hambre.
El gobierno cubano, a través de blogueros oficialistas, no ha querido relacionar la muerte de Juan Wilfredo Soto con la golpiza, alegando que el hombre estaba enfermo anteriormente y su deceso se debió a una pancreatitis aguda. En cualquier caso, lo que sí está comprobado es que lo apalearon, maniatado, en la vía pública, por el simple hecho de pensar diferente y exigir un cambio de gobierno, elecciones libres donde figuren varios partidos y libertad de expresión y acceso popular a la red de redes. Este paquete de demandas suena muy grave en un país controlado desde hace cincuenta años por un gobierno militar de partido único, si se compara con la legalización, ayer mismo, del partido vasco Bildu, del cual, incluso, se sospecha alguna relación con la banda terrorista ETA.
El camino hacia la democracia en Cuba está repleto de espinas, de maleza crecida en un clima hostil hacia la disidencia. Esa palabra suena bastante mal entre la población civil; suena a demonio, a sujeto proscrito automáticamente, a causa judicial abierta por espionaje o apoyo a las labores de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA). Pero hoy en día es difícil que, desde afuera, no nos enteremos rápidamente de los atropellos que comete la dictadura, aunque, por desgracia, los de adentro sigan al margen de la noticia.
Un twit de Yoani Sánchez me puso al corriente de la muerte de Juan Wilfredo Soto, al consultar mi teléfono móvil ayer por la tarde, mientras celebraba el Día de las Madres con unos amigos en Barcelona. Al llegar a casa, investigué la red y ya estaba servido el contrapunteo entre los bloggers oficialistas y los independientes. Los primeros, también vía Twitter, incluyendo al director del periódico de la localidad, negaban que el disidente hubiera expirado a partir de la golpiza; pero el portal independiente Háblalo sin miedo, creado con tecnología Blogspot, emitía una secuencia de llamadas telefónicas con detalles recabados por opositores al régimen, quienes hacen públicos sus propios nombres y apellidos.
A diferencia de los países árabes donde han tenido lugar recientemente las revoluciones que, en algunos casos, han derrocado dictadores, en Cuba la telefonía móvil todavía es controlada con mucho celo. Son escasos los ciudadanos que pueden pagarse un servicio de emisión de datos y los que lo hacen para dar a conocer la realidad de la disidencia son acusados de mercenarios. El portal mencionado arriba, que ofrece un listado de activistas internos a los que se les puede recargar al móvil desde el exterior, seguramente estará en la lista negra de la dictadura, acusado de propaganda enemiga y de alto riesgo para la soberanía nacional, cuando muchos de estos servicios de internet surgen a partir de iniciativas particulares sin ánimos de lucro.
Si ayer, desde el exterior, supimos inmediatamente de la muerte de un opositor de solo 46 años, presuntamente a causa de una paliza, años atrás estos hechos, que sucedían con mucha frecuencia, quedaban en la retina de unos cuantos transeúntes que ni siquiera sabían qué estaba ocurriendo, porque el gobierno se ha encargado hábilmente de relacionar sus reprimendas políticas con la delincuencia común.
Sin ir más lejos, el parque Leoncio Vidal, del centro de Santa Clara, donde fue reprimido Juan Wilfredo Soto, ha sido escenario de cargas contra homosexuales que se reunían allí. Santa Clara es quizá la ciudad de Cuba que mayor población gay tiene en proporción a la ciudadanía de la isla, la de mayor índice de SIDA según escuché in situ una década atrás. El “problema” del parque central, que ofrecía una imagen irresistible para un gobierno tradicionalmente homofóbico, se resolvió mediante un agente cultural que se ofreció para dar cobijo a este importante segmento social, en unas ruinas rehabilitadas para espectáculos artísticos, muy cerca, por cierto, del parque.
Si la disidencia política, organizada y pacífica, continúa tomando fuerza en Santa Clara, y si este hecho de muerte a partir de una carga policial llegara a movilizar a parte de la población civil de esta localidad, me pregunto qué hará entonces el régimen para sacar a sus opositores del parque Leoncio Vidal.
El proyecto estatal de convertir esta ciudad del centro de la isla en un lugar de peregrinaje hacia la supuesta tumba instalada allí del Guerrillero Heroico –como impulso turístico a un perímetro urbano que no tiene playas pero sí personalidad histórica-, quedará en vano ante las referencias de la represión, desde Fariñas hasta Juan Wilfredo Soto, pasando por una abundante población gay arrollada, años atrás, en la vía pública por las fuerzas del orden.

En la imagen superior, el disidente Juan Wilfredo Soto, presuntamente fallecido a raíz de una golpiza policial ocurrida hace pocos días en Santa Clara.

viernes, 6 de mayo de 2011

Guatón: “Nadie nos regaló nada”



Ser mafioso no excluye tener un punto de vista

El periódico Granma, parco a conveniencia, acaba de publicar el veredicto de 20 años de prisión para Max Marambio, hombre de confianza de Fidel Castro que ahora el propio anciano, afanosamente, quiere encontrar. Porque el tal Marambio –un gran desconocido para el pueblo cubano- se fugó de la isla cuando vio que iban a por él.
Acusado en La Habana de estafa, falsificación de documentos bancarios y otras palabrejas puntuales que salen a la luz cuando el poder lo necesita, el chileno de la foto parece ser que ha entrado en controversias con El Padrino, el abuelo Fidel, y esto es bastante normal que ocurra ahora que el sistema piramidal instalado en la isla se tambalea desde sus cimientos. Han salido muchos casos de corrupción a la luz desde que no existe el gran surtidor material soviético, pero este de Marambio es altamente significativo, hiriente para cualquier ciudadano de a pie que se entere de los pormenores. Pero, claro, para enterarse es preciso que el ciudadano abandone el país y pueda tener acceso a la prensa internacional.
Guatón –que, en chileno popular, significa Gordo-, vivió como un protegido de los hermanos Castro durante varias décadas, a raíz de tomar tierra cubana cuando fracasó el proyecto de Salvador Allende. Entre los muchísimos chilenos de la llamada Izquierda que aterrizaron en La Habana entonces, estaba él, que había sido precisamente guardaespaldas del presidente socialista. Logró instalarse en el “corazón” de la mafia dirigida por Fidel y llegó a ser un enviado especial a lugares de alta sensibilidad política, incluyendo el territorio de Miami, como mismo nos mostraba un serial televisivo de los años ochenta que hablaba de agentes secretos.
Guatón, Marambio, Max o cualquiera de los nombres que utilizó como identidad falsa en sus operaciones, aprovechó el filón de los dólares que empezaron a correr en Cuba, entre los círculos de poder, cuando cayó el campo socialista. Se montó una empresa mafiosa llamada Río Zaza S.A y con ella, que vendía nada más y nada menos que zumos a la población, se hizo millonario con la venia de El Padrino, pero un buen día decidió no rendir cuentas y el capo mayor, en profunda senectud, se ofendió con el chileno.
Mario Puzo, al escribir El Padrino, estaría adelantando los entresijos de una estructura que el Comandante ha copiado al pie de la letra. Por tal motivo, cuando alguien molesta, la mafia simplemente lo envía al camposanto (hay un muerto en la trama de Río Zaza S.A., el gerente de la empresa, Roberto Baudrand, que apareció inerte en su apartamento habanero, “por exceso de alcohol”, según el Ministerio del Interior). Y es justo cuando Marambio, El Guatón, escapa, interpretando el papel que tan en serio se ha tomado.
Un hombre curtido en tomar aviones constantemente y en llevar pistola en la cintura no es un novato en campo minado. Con el dinero que hizo en los años más duros de Cuba –en los ‘90 llegó a facturar 100 millones anuales-, logró marcharse a su Chile natal e invertir allí en una campaña política, cuyos estamentos no están muy de acuerdo con lo que dice sentir el Comandante habanero en su más profunda ideología. Es bastante típico que el dinero de la corrupción vaya a parar a la política. Como también es de textos sobre la mafia que el hampa misma se sienta honrada.
Marambio, condenado en ausencia, no sólo ha llevado el caso a la corte penal francesa para que lo defienda de los hermanos Castro, sino se atrevió a decir en una entrevista con los medios chilenos que, en Cuba, nadie le ha regalado nada; o sea, que se lo ha currado. Por supuesto que se ha trabajado el personaje. Llegó a ostentar grados militares de primer oficial de los servicios secretos castristas, pero junto con la confianza obtenida debió lucrar despiadadamente.
¿O es que acaso este chileno no sabía que el tetrabrik de zumo de mango que nos vendía en dólares costaba en la tienda cien veces el valor de su producción; que esa cajita de cartón, contentiva de una pulpa de fruta nacional, equivalía a dos o tres días de trabajo, según nuestros salarios? ¿No sabía que tomar jugo de mango o de guayaba producido por su empresa, en aquellos tiempos en los que nos moríamos de hambre, era cosa de ricos?
Solamente el cinismo es capaz de hilvanar estas palabras: “Nadie me regaló nada”.
Esperemos que Francia no proteja a Marambio. Chile, por supuesto, no lo juzgará. Pero El Padrino no descansará hasta ajustarle cuentas sea como sea.
Este episodio solo muestra la punta del iceberg de hasta dónde ha llegado la denominada Revolución.

Nota: El órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, Granma, también informa sobre la sanción de quince años de privación de libertad para Alejandro Roca, ex ministro de la industria alimenticia en Cuba vinculado al caso de Max Marambio. Roca, que en la actualidad es un anciano, según esta condena cumplirá prisión el resto de su vida.
Foto y fuente utilizada: Café Fuerte

miércoles, 4 de mayo de 2011

El gitano y la isla cruzada

Pospuesto hasta diciembre

Por razones de logística -¿qué querrá decir esta frase?-, el concierto de Moncho con Los Ángeles de Cuba, programado para este jueves en L’Auditori, no tendrá lugar hasta finales de año. Una página web informa que será devuelto el dinero, pero el propio portal del complejo musical más importante de Barcelona solo pone Concierto cancelado.
La productora que mueve el espectáculo por aquí, la prestigiosa Concert Studio, tampoco tiene muy visible en su sitio qué cosa ha sucedido, aunque otro portal dedicado a la música nos remita a los organizadores. En fin, un tejemaneje misterioso.
Es un pena que hayan cancelado un recital tan prometedor: Por una parte, Moncho, llamado en Cuba Gitano del Bolero, ha cumplido suficientes años como para olvidar el bochornoso suceso ocurrido con él en la isla, en los años 80 si mal no recuerdo, cuando la oficialidad puritana y puñetera del castrismo defenestró al artista por atreverse a musicalizar los versos del Héroe Nacional José Martí. Una chorrada, como se diría en España a los infantilismos y tonterías incomprensibles. Pero lo cierto es que el hombre que tanto enamoró a los cubanos con su melodiosa voz tuvo que salir despedido por la puerta de atrás, hasta nuevo aviso.
Parece ser que lo ha olvidado, al reunirse con prestigiosos músicos de la isla, otra vez. Y ha hecho bien. Ni el bolero ni el público fueron culpables de lo sucedido. Solo lo fue el extremismo de los funcionarios culturales, que siempre andan buscando resortes estalinistas para llamar la atención. En todo caso –recuerdo que lo vi así en su momento- me pareció más un homenaje al modernista Martí que otra cosa. Pero claro, la figura del Apóstol, la del Ché y otros mitos de papel, son demasiado solemnes como para incorporarles encima un ritmo sincopado.
Yo me había apuntado para ir al Auditori, para recordar y disfrutar, de paso, a instrumentistas cubanos de lujo, reunidos bajo la égida del bajista Jorge Reyes. Estarían Changuito, en las pailas; Osmany Betancourt, en las congas; Abel Marcel, en el piano, y, además, como artista invitado, el excelente flautista José Luis Cortés, un tipo controvertido que se mueve entre la marginalidad y el lirismo académico. Moncho cantaría a los clásicos: Portillo, Rafael Hernández, Matamoros.
Se me hizo la boca agua. Y el oído se me caramelizó solo con la idea de estar delante de una descarga muy sabrosa en pequeño formato, ya que la sala Pau Casals, donde debían aparecer los denominados Ángeles de Cuba, es ideal para la distancia corta de este tipo de música.
Moncho, que nació un 26 de julio, tiene atravesao el mundo cubano, aunque también está claro que seguirá insistiendo. Por razones lógicas –ya no de logística- hay que seguir insistiendo. No debe olvidarse que la Rumba Catalana, género o especie del Mediterráneo de la cual Moncho es un alto exponente, buscó sus orientaciones a la sombra del son y el bolero.

En la imagen superior, Moncho aparece en la portada de su álbum Inolvidable, de 2003.
Vea un video realizado en la sala barcelonesa Luz de Gas, en octubre de 2010, donde Moncho interpreta Obsesión, luego de un largo opening de José Luis Cortés, El Tosco.

martes, 3 de mayo de 2011

Tiempo de fantasmas



Esta mañana, mientras viajaba en el metro de Barcelona, en la línea 2, un inca probablemente del Cuzco o de cualquier lugar donde se empinan los Andes, tocaba un charango con bastante ánimo. Aun con su circunstancia de ser “músico de la calle”, se le veía más feliz que a la mayoría de los viajeros. El hombrecillo –no es por subestimarlo, sino porque realmente son bajitos los andinos- llevaba la clásica coleta o moño de cabello negro como el azabache; se acompañaba de un equipo de altavoz o caja de ritmo, y en su cabeza, además de una goma de pelo, tenía incorporado un micrófono inalámbrico. Bailaba, cantaba, tratando de no molestar el paso de la gente.
Su texto era la canción más conocida del argentino León Gieco: “Sólo le pido a Dios que el futuro no me sea indiferente...”, pero en tiempo de salsa. Soneado, vamos, un material sincopado para ahuyentar de alguna manera la triste melodía del tema original, o la también grave versión, popularísima, de la difunta Mercedes Sosa, que recorrió los cuatro puntos cardinales de este Mundo. Mientras observaba su espléndida digitación del charango –el hombre salvaba incluso los saltos del ferrocarril-, pensé que allá abajo reinaba la paz un día después del anuncio de la supuesta captura y muerte de Bin Laden. Ese músico andino mostraba su arte como una manera mecánica de buscarse la vida, pero también disfrutaba de una forma de vivir que le es intrínseca y que ha trasladado a los vagones de un transporte público, donde viaja un personal ensimismado.
De manera subliminal, el texto optimista –no importa que meta a Dios por el medio- contrarrestaba el gran anuncio hecho ayer por el gobierno norteamericano. Según la administración yanqui, diez años después de buscar a Bin Laden se le encontró y se le eliminó físicamente, al lanzar por la borda, dicen, un cuerpo que jamás hemos visto. Da la impresión de que nos han tomado el pelo con un fantasma, con un sujeto mucho menos tangible que un músico del metro, que suele ser invisible aunque estemos acostumbrados a viajar con ellos.
Diez años es mucho tiempo para este final novelado: Desenlace sin pruebas contundentes. Diez años es toda una generación; es una década; es, en el mundo de quien escribe estas líneas, todo un conjunto de años en el exilio. O sea, toda una vida; la suficiente para olvidar a Bin Laden o, en cambio, para no creer demasiado en historias mal cosidas provenientes de un mundo mediático.
Desde hace mucho tiempo se ha dicho que Bin Laden es como los billetes de quinientos euros: Algo difícil de ver. Desde hace mucho tiempo, al margen de las manipulaciones a la opinión pública, hay un hombre que toca música en el metro, con un charango o con un violín. Ya puede la prensa decir lo que quiera.

Foto del autor
Un bar céntrico de Barcelona lleva por nombre el apellido del presidente norteamericano. Libertad de expresión y también mercadotecnia.