viernes, 11 de junio de 2010

Diez horas de vuelo



45 minutos de folclor

Parece ser que, desde España, lo mismo tarda un avión en llegar a Sudáfrica que a la mayor isla de las Antillas. Me pareció muy curiosa la relación de vuelo, cuando escuché decir al presentador de una cadena televisiva ibérica cuánto tardaron en llegar al sur del continente africano los futbolistas de aquí.
El tiempo es el mismo pero otra la dirección.
CNN + transmitió en directo la inauguración del campeonato mundial de fútbol en horas del mediodía, mientras hacíamos la sobremesa de este cierre de semana que se ha presentado dura, muy dura. Por fin, al margen de la lluvia que anuncian para este week end, los conductores de telediarios ensalzaban nuestros días con las expectativas que hay en el mundial, porque la crisis económica que azota a este país no tiene salida por el momento.
Es posible que, como hacen los magos, los programas informativos se saquen risas de entre los puños. Este querido y a veces malagradecido pueblo vive del fútbol sin temor a las consecuencias; deposita su dinero, sus ilusiones y frustraciones en los equipos regionales y, paradójicamente, cuando ganan, destroza el mobiliario urbano como signo de salutación. A partir de ahora y durante unos cuantos días, estará instalado en la ilusión que hace una España ganadora; ¡un triunfo de La Roja!, como en confianza se le denomina al equipo nacional.
Lo cierto es que, para inaugurar, no ha estado nada mal el espectáculo ofrecido. Fue un fino juego entre la memoria y la modernidad, 45 minutos sin utilizar pirotecnia ni agentes voladores. ¿Para qué si, además de sus recursos naturales, lo mejor que tiene África es precisamente su música, su folclor? La imagen del gigante escarabajo pateando de espaldas una pelota es perfecta para ilustrar el trabajo del hombre en la tierra, junto con la recurrente calabaza (otro gigante de 48 piezas) que el comentarista asoció a un bajo perfil de intercambio cultural pasando por alto su connotación religiosa: la calabaza es alimento exquisito para los altares yorubas.
Se veía altruista un cuerpo rubio interpretando danzas negras, un argelino cantando música disco en árabe y un trompetista que, según la sugerencia, estaría de vuelta desde Nueva Orleans. Un mapamundi de tela cosida como si fuera un trabajo de patchwork, del tamaño de un terreno de fútbol –nunca mejor dicho-, y unos guerreros antiguos que siempre fueron percusionistas.
No en balde se dice que todo cuanto hay en este mundo tiene su origen en África.

Es elogiable ver un espectáculo hoy en día lleno de colorido y que, sin embargo, no se valga como primera instancia de las luces artificales, del humo y de la pólvora. Es coherente que haya sido así viniendo de un país en el que conviven 11 etnias diferentes y todas intentan –al menos eso- respetarse.
Al ideólogo de una posible Sudáfrica multirracial, al veterano Mandela, se le abrió una ventana en el estadio, una pantalla también gigante. La desgracia le había tocado la noche anterior cuando se llevó la vida de una de sus bisnietas, jovencita, quien regresaba en coche de un concierto de Shakira. Mandela dijo que no tenía fuerzas para asistir a la inauguración.
Este caso me recordó al del pintor ecuatoriano Oswaldo Wayasamín, quien, ya mayor, perdió un nieto en un accidente de avión y no pudo superarlo. Dicen los estudiosos de las culturas precolombinas que el viejo retratista se metió en la cama a hacer su luto allí. O sea, a morir. Cosa que cumplió.
Esperemos que Mandela se reponga. Sus ancestros distan mucho de las tradiciones incas.
Hay 30 mil millones de telespectadores esperando los partidos de este momento histórico africano.

Foto: Clive Mason-Getty Images

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vivi eb Sudafrica casi 6 años y no pude contener la emocion al ver la inauguracion de tan merecidop mundial.que pena que Bafana-Bagfana no pudo mantener le ventaja sobre Mexico.espero que ahora los europeos y resto del mundo conozcan un poco mas a Africa,mas alla de los esterotipos de miseria que nos venden "el cuarto podre2 via satelite.En materia de alegria y optimismo tenemos mucho que aprender de Africa en occidente.un saludo:ROBERTO