lunes, 24 de marzo de 2014

Fondas de Miami (IV)





Villa Havana Café: La comida casera  más barata de la ciudad

En una de las plazas más feas de Miami hay una fondita donde se come bien y con cariño. La fonda está escondida en una esquina insignificante, debajo de una escalera, si no recuerdo mal. Lo digo porque tengo la impresión de agachar la cabeza al entrar, como si fuera una cueva, pero sé que es un efecto visual.
Adentro hay cuatro o cinco mesas y una barra muy sencilla, desde donde se observa el trajín de la cocina, el despacho de café por un ventanuco a la calle y el puesto de mando donde está la caja registradora, con los pedidos del día empaquetados. Sentado en la barra -suele suceder en todas partes- se le da la espalda al salón; lo que aquí se nota más, o se siente más, porque todo está muy cerca. He probado la barra y siempre termino torcido, hablando con alguien: es un sitio donde se conoce gente, donde es prácticamente imposible rehuir, por suerte, diría yo.
La dueña, o al menos la anfitriona principal, se llama Mirna. Es una mujer canosa, de pelo corto, con modales correctos y cercanos. Tiene la gracia de la cocina campechana, la cocina de la abuela, esa que por alguna razón probablemente sentimental utiliza una fórmula no escrita en ningún lugar y que, sin embargo, todo el mundo conoce. Como la Coca-Cola, pero en platos cotidianos y tradicionales.
Mirna es de Manacas, al centro de la isla de Cuba, “el pueblo que tiene el mejor agua”, recuerda a cada rato. Su fonda, sin embargo, se llama Villa Havana Café. Nada que ver, ni siquiera comercialmente.
Sirven allí los menús de día más baratos de Miami: 4.80 la ración completa. La carne que sea, está guarnecida con dos elementos, que generalmente son arroces y viandas. Y tienen, creo que lo dijimos arriba, cantina para llevar. El teléfono es fundamental: hay que reservar ciertos y determinados platos porque antes de las 2 de la tarde se acaban, dígase macarrones con picadillo de carne y queso. O  masas de cerdo fritas, servidas en dados gigantes dorados por fuera, crujientes, y bien hechos por dentro. No pregunte cómo lo hacen porque la técnica es muy fácil. Lo que los distingue es la mano.
Sirviendo las mesas –y la barra- está Kenia, la típica cubana del interior del país con ojos verdes y piel tostada. Y buen carácter. Todo un gancho para volver.
Toma las notas con la izquierda, pero es ambidiestra. Es rápida y alegre como un animalito silvestre. Kenia hace las relaciones públicas y luego Mirna se encarga de afinar el costumer service, que en realidad es de lo mejor que tiene la fonda, además de la rica comida casera.
Comida cubana en Miami hay mucha, pero ésta tiene el toque de sencillez que uno a veces anda buscando para tirar un cable a tierra. Relación calidad/ precio: la mejor de los suburbios del gran Miami, esta planicie interminable con rincones cálidos por la humanidad, no tanto por el decorado.
Sentido práctico es eso mismo: comida casera a buen precio, y poder hablar con la cocinera.


Foto del autor: Villa Havana Café


3 comentarios:

Piter dijo...

Hola José Ignacio. Me ha gustado tu post: muy humilde, sencillo, bien escrito y con ese toque humanista que siempre te ha caracterizado. Todavía lo estaba leyendo y no sólo me imaginaba la fonda, sino que deseaba entrar por su puerta y degustar contigo esas maravillas de la cocina cubana de pueblo. Estuve hace cierto tiempo en Miami y no descubrí ese sitio, aunque sí otros parecidos, pero más conocidos. Veo la foto del lugar y me parece modesto, pero aún bellísimo en comparación con ciertas paladares en la isla,las cuales presumen de precios muchos más elevados, servicio regularcito y calidad alimentaria algo dudosa por no hablarte de lo kitsch de sus decorados -algunas con fotos de los 5 "héroes" incluídas-. En fin que es lo que hay. Un saludo de El Piter (tu socito de la facultad)

Anónimo dijo...

Gracia, Piter, un abrazo..

Anónimo dijo...

Yoyi cuando vaya por alla, iremos a comer alli, me dio hambre tu comentario y aqui, como sabes, no hay mucha abundancia de comida"casera"cubana.... saludos

amaury