El máximo líder de la denominada revolución cubana no es
comunista, pero ha sabido venderse como tal y no pocos demagogos lo compraron y
lo siguen vendiendo de segunda mano
El dictador de más larga data sobre la faz de la Tierra ha logrado su objetivo: llegar a una edad avanzada y que lo vean como un venerable señor que se enfrentó a los “americanos”. Pero nada de esto es cierto. Fidel Castro fue ficha importante del ajedrez político de la Guerra Fría, utilizado por los soviéticos a conveniencia, y viceversa por parte del sátrapa cubano.
Tuvo suerte, incluso escapándosele a la muerte hace diez años. Su vida ha sido un tejemaneje de
conspiraciones políticas, de la que buena parte de la población de la isla
fungió como colaborador. O sea, fungimos casi todos, por sobrevivencia en muchos
casos.
Especialista en márketing, Castro ha logrado llegar a los
90 años con cierto poder. No ha sido poca la prensa internacional que dedicó un recordatorio
sin llamarlo directamente dictador. “Ex presidente”, “líder histórico de la
revolución”, “ex comandante”, en fin, una ristra de denominaciones esquivas que
sabrá Dios cómo lo han llevado los editores que saben perfectamente que todo
eso es mentira.
Castro nunca fue elegido por el pueblo y jamás convocó a
elecciones libres. Partiendo de ahí, los medios podían haberse ahorrado sus
notas si es que no van a poner los puntos sobre las íes.
La izquierda burguesa española, que en su día tuvo famosos
exponentes como Ana Belén, Víctor Manuel, Luis Eduardo Aute, ya no dicen nada
al respecto. En su lugar sale un Pablo Iglesias recordando las palabras deCastro muy al principio de su proyecto egocéntrico, cuando dijo en los propios
Estados Unidos que la revolución no era comunista, aunque después cambiara de
casaca.
Dice Iglesias que ahora le toca reinventarse a la revolución
cubana. O sea, borrón y cuenta nueva. Y a la mierda los miles de muertos cuyos huesos
fueron a parar al fondo del Estrecho de la Florida; a la mierda los muertos y
veteranos de la guerra de Angola; a la mierda esa maravillosa arquitectura que había
cuando el dictador llegó.
A iglesias le da igual que existan cuatro generaciones
afectadas. Le parece un pequeño detalle.
El máximo líder de la denominada revolución cubana no es
comunista, pero ha sabido venderse como tal y no pocos demagogos lo compraron y
lo siguen vendiendo de segunda mano.
Allá los que compren el producto y trafiquen con el dolor
de tanta gente, incluso de parientes.
Allá los mezquinos, los personeros como Pablo Iglesias y
Edmundo García.
No hay comentarios:
Publicar un comentario