miércoles, 23 de abril de 2008

Santo yo…



Antes de afincarme en estas tierras del Mediterráneo catalán, un día como hoy solo se celebraba el cumpleaños de mi padre. Festejábamos la fecha recogidos en los avatares de una Habana temperamental, preciosa ciudad, triste y extrovertida a la vez. A mí, como de costumbre, se me olvidaba el onomástico de mi querido viejo, y algún telefonazo me ponía al corriente, a veces cayendo la noche. “¿No me vas a felicitar?”. Era él, paciente como un inglés.
Allí no había primavera ni libreros pululando por la ciudad, ni quioscos multicolores ni ramblas desbordadas de gente. Transitaba abril mediante el empuje natural de las cosas y de las personas que realizan sus rutinas. No teníamos casi nada material para regalar, excepto un abrazo ligado a una botella de ron. Era una vida normal, al menos era así por ser la que conocíamos. La feria del libro de La Habana tenía –tiene- otra fecha en el calendario, y un contenido menguado por la censura. Alguien diría que los precios del ejemplar impreso allí son de película. Sí, es cierto, aunque esto no es suficiente para el desarrollo de la espiritualidad.
Si mi padre me viera hoy encerrado en casa, estirado en el sofá como me solicita el cuerpo el día de mi fiesta laboral, primero se enfadaría y luego me regalaría estas palabras:
“Haz lo que desees con tu vida. No sientas la obligación siquiera de llamarme. Ya tú volaste y el tiempo y el espacio te pertenecen. Fuiste a parar, casualmente, a una ciudad que te contempla en su patronato. Disfruta la vida, vívela, San Jordi. Un abrazo con todas las metas cumplidas”.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi amor,
Cada 23 de abril será un día duro para tí. Pero verás que ese dolor irá menguando, aunque desgraciadamente no desaparecerá, siendo signo de que le amabas mucho.
Cada 23 de abril te acomodaré en mis brazos para consolarte y darte todo mi amor, como cada día.
Te quiero,
Isabelita

Queseto dijo...

Al menos, es un buenísimo día para recordar a tu papá, Jorge. Regálate un libro que te recuerde a él o que le hubiera gustado, y le dedicas su lectura.

Por cierto, ¿es su cumpleaños o su santo? Porque, onomástico/a, es del santo, del nombre, ¿entiences?... no sé...

¡Y vivan las tiradas horizontales en el sofá! (jeje)

Jorge Ignacio dijo...

Querida amiga de los mares nuestros: es cierto que no queda claro. Es las dos cosas: su cumpleaños y su santo, `porque lleva el nombre su nombre es compuesto y lleva el Jorge detrás. Compartiré con él el libro que me regalaron, "Chiquita", de un autor cubano que`pinta bien. El libro y el autor. Mil gracias por la visita.

Ivis dijo...

Saludos, Jorge, desde Mallorca. Espero que hayas pasado un día bueno, a pesar de todo.
Un beso para los dos.