jueves, 23 de abril de 2009

¡Estas armas y esta ciudad!



Querido viejo:
Desde que salí de casa por la mañana, me asaltan floristas, mujeres y hombres. Me apuntan con la bayoneta roja envuelta en papel celofán, como si estuviera mi vida en juego. Me cortan el paso, se cuadran en actitud militar, me entierran la mirada ofreciéndome un fusil. Entonces continúo mi camino y siento como me encajan el arma por la espalda, sin más recurso que la traición, sabiendo ellos que en la próxima esquina otros intervendrán mis pasos.
Hoy esta ciudad es un tenderete continuo, un mostrador de rosas búlgaras y de decenas de otros países, de los más increíbles, de los más lejanos. La televisión adelantaba que se estaban importando flores latinoamericanas, porque las de Cataluña no daban abasto, además de que se encarecían cada año. Pensando en los cubículos para flores reservados dentro de los aviones, apretaba el paso para no llegar tarde al trabajo, y fui postergando la compra, un poco para desafiar a los escuadrones de las calles, y también otro poco para comprobar hasta qué hora estaría la ciudad en esta faena. Desde que estoy aquí, todos los 23 de abril me la juego. Aguanto hasta el final de la jornada para participar del regateo en el precio de una flor. Me pregunto por qué no puede ser cada día así, por qué el ser humano es mimético, por qué nos movemos por fechas señaladas para vestir una ciudad de esta manera que he visto.
Al mediodía, pensaba instalarme en la biblioteca para escribirte, todavía sin flor, pero me sorprendió la puerta de la institución cerrada, mostrando alegremente un cartel que daba cuenta de que bajaban persianas a media tarde por Sant Jordi, un caballero que me ha tomado como su representante y, por tal motivo, acepto con gusto las felicitaciones que me dejan en el teléfono.
Tomé el bus a casa, para descansar y escribirte estas líneas. En la esquina de mi edificio –ten en cuenta que vivo ahora en una zona que parece un pueblo pequeño- habían instalado un cuartel general. De allí salió una voz femenina más dura que la de un sargento rabioso. No solo la voz; se me cruzó la chica, como era de esperar, con la ametralladora en ristre. Era –el arma, no ella- un tallo verde lleno de espinas que terminaba en pétalos amarillos, y estaba cargada con un par de espigas silvestres, púas crecidas a la orilla de un río, sin más contemplaciones. La joven, rubia, sudada, me dijo lo siguiente:
-No te resistas. Estas son especiales…
-No te creo-repliqué.
-Si no las llevas, tu mujer pasará de ti esta noche-reaccionó rápido aquel espectro ambulante.
-La savia la llevo dentro, pero dame dos- solicité.
-¿Es que tienes dos mujeres?
-Tengo una, pero por si acaso…
Nos echamos a reír los dos, viejo, yo pensando en ti, en el cambio climático y en muchas otras cosas que te interesaron siempre, como, por ejemplo, la ley de la oferta y la demanda. Pagué seis euros en total, tres por cada flor.
Es un robo, pero, si nos ponemos a pensar, perderte a ti ha sido el mayor robo de mi historia y eso todavía no se lo he reprochado a nadie.
Así que continué mi camino, los pocos pasos que me quedaban para abrir la puerta, arreglar un jarrón pequeño y sentarme a escribirte. Hoy hubieras cumplido 65 años. Ya te lo he dicho en otra ocasión: me gustaría vivir en otra ciudad para que esta fecha sea un motivo más íntimo con respecto a ti. Te quiero con el alma.
Tu hijo Jorge

7 comentarios:

Chantal Plata dijo...

"Es un robo, pero, si nos ponemos a pensar, perderte a ti ha sido el mayor robo de mi historia y eso todavía no se lo he reprochado a nadie".
Aún lloro releyendo esta frase, Jorge.
Es dolorosamente hermosa. Hoy operaban a mi padre en la Habana y he cuasi dormido pensándole, cuidándole y vengo aquí... encuentro esto...
Un abrazo, muy fuerte.

Jorge Ignacio dijo...

espero que tu padre haya salido bien de la operación. te siento más cerca. gracias por seguir a este melancólico empedernido. te confieso que ya llevo mejor la muerte de mi padre. el año pasado escribí una crónica mucho más triste un día como hoy. uf!, su cumpleaños y dicen que mi santo, san jordi, juntos. todo un lío. un abrazo fuerte, chantal. cuídate mucho.

Anónimo dijo...

HOLA YOYI. ESPERO QUE ESTES BIEN, AUNQUE VEO QUE HOY ES UND IA TRISTE PARA TI. ADORO CON LOS SENTIMIENTOS QUE ESCRIBES. NOS TRANSMITES A LOS QUE TE LEEMOS TUS TRISTEZAS Y ALEGRIAS. TE QUIERO MUCHO
LUISA

Anónimo dijo...

QUE LINDOS PENSAMIENTOS HACIA TU PADRE. CUIDATE MUCHO.LUISA

Jorge Ignacio dijo...

Sí, es un día extraño, pero cada vez lo llevo mejor. me alegra encontarte por aquí. espero verte alguna vez, luisa maría. muchos cariños y cuidate mucho.

Puchungurria dijo...

Pude leer en el post anterior gran dosis de melancolia, por poco te lo escribo, y ahora al leer el siguiente me doy cuenta.
bueno una gran abrazo.
Puchun

Grettel J. Singer dijo...

yoyi, qué lindo recibir visita tuya, pero además que hermoso llegar hasta aquí y leer esta carta honesta y melancólica. te lo he dicho tantas veces, tus relatos son maravillosos porque tiene ese ingrediente personal que impone tu sello.
muchos besos.