jueves, 22 de septiembre de 2011

América en blanco y negro



Es muy curioso: La misma noche en que media España estaba pendiente del televisor para ver en directo a Lenny Kravitz, en un patíbulo de Georgia, Estados Unidos, suministraban una inyección letal a otro afroamericano, Troy Davis, que llevaba veinte años en el corredor de la muerte acusado de asesinar a un policía.
Así es la vida de caprichosa y así es la suerte de cada cual. El cantante e instrumentista neoyorkino, todo un gentleman del rock, un ídolo de masas, un seductor, estuvo radiante en El Hormiguero, el programa de Pablo Motos que, de la Cuatro, acaba de pasar a Antena 3. Lenny es muy simpático, además de excelente vocalista. Tiene el mundo a sus pies –bien merecido, claro- y ha podido disfrutar de las caricias de una de las mujeres más bellas del Planeta, la entrañable, aunque no la conozco, Nicole Kidman. Pero digo más: El mulato de eternas gafas oscuras demostró ser bastante culto en temas étnicos a nivel mundial, extrovertido en un plató de televisión pero con la envidiable medida de agradar y no pasarse ni un pelo. Ha venido a España a presentar su noveno disco, titulado, precisamente, Black and White, América.
Mientras –y resulta imposible no recurrir al paralelismo de las horas que transcurrían antenoche-, Troy Davis terminaba sus días a los 42 años, de ellos 20 vividos entre rejas. Por mucho que se declaró inocente y que su caso logró dividir abismalmente a la opinión pública norteamericana, por mucho que se recogieran miles de firmas en todo el orbe para condonar su ejecución, la ley estadounidense no dio un paso atrás en la hora cero. Por mucho que siete testigos presenciales se retractaran a fin de cuentas, por mucho que hasta el Papa pidiera clemencia.
Las últimas palabras del afroamericano Davis fueron para la familia del policía asesinado, indicando una vez más su inocencia.
Lenny Kravitz, casualmente, en la entrevista de televisión, dijo haber sido confundido cierta vez, en plena calle, con un ladrón de bancos. Le detuvo violentamente la policía hasta que llegó una viejecilla que fue testigo ocular. La señora se le quedó mirando -narró el artista-, hasta que despejó la duda. “No, no es este señor”, pero continuó observándolo como si lo conociera de algún lugar.
El tiempo, la vida, quizá, algún día aclare la presunta inocencia de Davis, porque el ya difunto pidió a sus familiares y amigos que continuaran investigando.
Mientras tanto, el afroamericano Lenny Kravitz seguirá cosechando éxitos en ese mismo país donde las cosas cotidianas suelen ser muy extremas.

Foto del autor tomada de la televisión
Lenny Kravitz, antenoche, en un intercambio de gafas en el programa de Pablo Motos.
Vea aquí la entrevista al rockero.

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