viernes, 7 de octubre de 2011

Nuestro gran dictador


A estas alturas, después de cuatro generaciones afectadas, deberíamos rastrear la Fiesta Mayor de los pueblos cercanos; comprar en las ferias un pez en bolsa de plástico y ponerlo a nadar de un lado para otro desde el centro de la mesa; o comprar lotería, o un disco de Benny Moré.
Pero no lo hacemos; no vamos por los pueblos cercanos, aun teniendo un automóvil y dinero para gasolina.
Salir es la mejor manera de que no nos persiga la sombra del dictador, ese manto negro tan insistente que mal compramos. Quedarse en casa es rumiar el pasado con una cerveza amarga al alcance de una mano. Tragar y volver a tragar. Resultar atrapados.
Los dictadores –está comprobado-, a quienes nos van a tocar, nos tocan. Es como la frase aquella de “si naciste para martillo, del cielo te caen los clavos”. Y nos destrozan la vida. ¡Anda que sí!
Aun huyendo del territorio nacional, el radio de acción suele ser amplio. Los servicios secretos de las dictaduras gustan alimentarse con frecuencia de los exiliados. Esa es la máxima que uno tiene, luego de haber visto y leído tanta conspiración y tanta doble vida de los otros. Es una enfermedad –lo de la doble moral- que se impregna en la sangre sin que uno se dé cuenta. ¡Pobre de aquellos que defienden al dictador de puertas hacia afuera! La vida les alcanzará, no para arrepentirse, porque el arrepentimiento sería la negación de la existencia en esos casos, sino para reciclarse en cualquier rincón del olvido.
Y no queremos venganza, no señor. Queremos un juicio justo por habernos robado la vida entera. Nos sentaremos en casa a esperarlo, a esperar el juicio, ya que no podemos salir de fiesta tan fácilmente sin recordar a nuestros muertos que no pudimos enterrar, sin recordar a nuestros queridos amigos que todavía viven en el primero de los círculos concéntricos de la dictadura. Nos sentaremos a esperar, pero de paso recordaremos malamente al caudillo, quien nos dijo que el enemigo era el consumidor de la Coca-Cola.
Por supuesto, nos mintió.

Foto enviada por Alexander Piñero, un viejo amigo. Nos reencontramos a través de los caminos de internet luego de veinte años sin saber uno del otro. Él tiene nacionalidad francesa y muy pronto tendrá la norteamericana. Yo me acogí a la española. Ninguno de los dos, cuando éramos adolescentes y vecinos, pensábamos en marcharnos de Cuba.

6 comentarios:

Eduardo dijo...

"..quien tenga 20 años y no haya creído en la revolución,es porque nunca ha tenido corazón.Quien tenga 40 años ( y más) y aún siga creyendo en la revolución,es porque no tiene cerebro!"

Anónimo dijo...

No creo q nos mintiera, más bien nos advertía o jugaba con nosotros a confundirnos...ha sido muy inteligente, no hay dudas, nunca "La Dinastía" ha dejado de consumir Coca-Cola, los enemigos, son ellos!
En una "pequeña y muy modesta casita" del Reparto Kohly, que perteneciera al Hotel Kohly y que fuera reparada "totalmente" (si mal no recuerdo por la empresa inversionista de la Juventud o de las FAR o en conjunto pq al final eran lo mismo)... gracias al presupuesto del plan de remosamiento del propio Hotel y sus casas de protocolo, dónde una vez fui a tomar medidas de los vanos de puertas y ventanas TODAS para colocarle "persianas y puertas enrollables ante huracanes, climatizadas y antiruidos" las más carillas, algunas motorizadas y automáticas con mandos a distancia! Allí mismo, luego de los años, en la casa de la hija de Raúl, me tomé mi primer Coca-Cola de botellita Made in USA... y no me gustó!

El Niño Atómico dijo...

La Coca-Cola, como todos los productos, tiene una vida de estantería (el tiempo que un producto puede ponerse en venta). Pasada esa vida, comienza a deteriorarse. No dudo que al anónimo le hayan dadon una Coca-Cola vieja.

josearias dijo...

Hola, cómo estamos? yo soy domnicano. Periodista. También tengo un blog pero no tan interesante y reflexivo como el tuyo. Blogarias.com. Yo estuve en Cuba y a la verdad que aquello los tres días ya sentía el peso invisible de algo que no se definir. Aplastamiento total sobre mi cabeza. Me gustaría seguir intercambiando ideas y textos.
Mi twitter es @josearias , estoy en facebook también. Bueno, saludos , hasta otra!

Anónimo dijo...

Es al pueblo de Cuba a quien la "historia Absolvera" por la torpeza del apoyo incondicional y aun hoy, de algo siniestro disfrazdo de "Utopia".La mayoria "mordimos el anzuelo"....ahora cuesta y da vergüenza reconocerlo.Mejor seguir con nuestras vidas antes que hacer le ridiculo que estan haciendo muchos como Pablito Milanes.Un saludo:Roberto.

Jorge Ignacio dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Roberto. Conozco gente -pocas- que, en el exilio, no tocan apenas temas cubanos, que se han reciclado verdaderamente y no hablan de política. Eso es empezar de nuevo.Me pregunto lo que sentirán por dentro, pero esa sustancia es solo suyas. Con respecto a Pablo Milanés, más contradictorio no puede ser en estos momentos de declaraciones. Da la impresión de que quiere criticar la dictadura sin perder sus bienes materiales o su contacto físico con la isla. Todos los que nos fuimos sabemos que eso es prácticamente imposible. Creo que a Pablo, al final, serán criticado por los dos bandos, y eso es terrible. Saludos a todos.