martes, 13 de noviembre de 2007

El parte del tiempo



Me han dicho que un párrafo de la crónica anterior sugiere que estuve deprimido, como usualmente se le nombra a la baja frecuencia de transmisiones de señales de vida, o lo que pudiera ser algo parecido a la tristeza. En Cuba nombrábamos un estado similar con una sola palabra: Gorrión.
Tener gorrión era –supongo que es- “padecer” de un estado anímico bajo, no mostrar deseos de hablar mucho, mirar a los otros con una nube delante de nuestros ojos, transitar de la cama al sofá –y viceversa- con los calcetines puestos, disminuir la productividad intelectual y física, remontarnos mentalmente al pasado, deambular por los días con el pesimismo asomado a la barandilla que marca nuestro equilibrio emocional. La melancolía puede mezclarse perfectamente si nos marca desde siempre nuestro temperamento. Brota sola a la luz.
Pero de ahí a estar deprimido –y me meto en caminos de la psiquiatría- va un tramo muy largo. Puedo decir que estuve asténico, débil, porque he tenido que cambiar mis horarios de golpe, mis contenidos de trabajo, con las exigencias que conlleva en un ser matraquilloso como yo hacer las cosas bien. Además, mi nuevo trabajo me devuelve exhausto a la casa, porque, como adelanté aquí, soy vendedor de electrodomésticos y me mantengo ocho horas de pie. He perdido tono muscular, cuatro tallas de cintura –sin exagerar-, y reposo de mente. Ahora estoy soñando casi todas las noches con equipos de audio y vídeo que me pasan por delante como ovejas, pero no sólo sueño con los aparatos, sino, además, con unas etiquetas naranjas que llevan los códigos de cada género. Me estoy preparando para la gran tirada de venta de navidad. Para entonces, tendré que ser capaz de conocerme las características técnicas, prestaciones, precios, de un sin fin de cámaras fotográficas, agendas electrónicas, teléfonos móviles, MP3 y MP4, entre otros artículos. Si supero esa prueba de fuego –vender más y mejor-, después de las fiestas dejaré funcionando mi piloto automático para seguir mi estilo de vida parecido al de antes. Ya no será igual, por mucho que me esfuerce. Tendré muchas neuronas ocupadas en la “entrañable” letra pequeña de las cajas de los aparatos. Eso sí: obtendré un máster de cómo enrollarme con la gente en un palmo de tierra sin perjudicar mis intereses personales.
Es muy posible que, al dedicarle muchas horas de pensamientos a los aparatitos de la tienda –Cómo vender un GPS a un cliente que buscaba un paquete de baterías AA-, me refugiara en mis nuevas obligaciones reservando el costumbrismo para después. Es cierto: el hábito hace al monje.
No ha sido difícil intercambiar unos minutos de sofá, con calcetines, frente al televisor, por otros frente a esta pantalla. En definitiva, ahora me doy ánimo con cualquier cosa. También vendo pantallas para ordenadores. Así que se trata de vincularlo todo porque todo está concatenado en este mundo nuestro.
Si los cambios de estaciones afectan a uno emocionalmente, y si esto coincide con un cambio de actividad laboral, más el resfriado que ronda los lugares cotidianos, el resultado pudiera ser eso que llaman depresión.
En Cuba esa palabra no la utilizábamos apenas, excepto para la meteorología. Una depresión tropical no es lo mismo que sentirse alguien tropicalmente deprimido.

7 comentarios:

Ivis dijo...

Tienes razón, Jorgito, en Cuba no nos deprimíamos. Creo que aquí se abusa del término, hay una excesiva cultura de la depresión.
Un saludo a ambos y ánimos.

Ivis dijo...

Tienes razón, Jorgito, en Cuba no nos deprimíamos. Creo que aquí se abusa del término, hay una excesiva cultura de la depresión.
Un saludo a ambos y ánimos.

Jorge Ignacio dijo...

gracias, guapa. Este post parece preocupante, pero en realidad no lo es. es de transición. gracias por tu cariño.

Anónimo dijo...

YOYI:
COMPARTE UNA BUENA BOTELLA DE VINO O RON CON TU ESPOSA, COMO HACIAMOS EN LOS VIEJOS TIEMPOS DE LA HABANA Y TODO VA PARA ATRAS, O SEA SE OLVIDA.
CUIDATE
ATB
TUCSON

Infortunato Liborio del Campo dijo...

La depresión es una enfermedad que no es tropical, no me parece que los cubanos, dominicanos o los brasileños padezcamos de ese mal, al menos en nuestro estado natural. Otra cosa es cuando nos sacan de ese estado, nos pasa como al gorrión que se muere de hambre por la tristeza que le produce el cautiverio ¿o morirá de depresión? A nosotros nos pasaba exactamente lo mismo, pero logramos escapar. El que está deprimido está enfermo y tiene que ir al médico a tratarse. El que está triste no.(es posible que los gorriones mueran porque no van al médico) La tristeza es siempre pasajera, como la alegría, como las nubes de la depresión (tropical), como las mujeres que montan en una guagua, son vaivenes del humor (no del pus) La tristeza pasa con el tiempo tan rápidamente como la tecnología, ayer era un MP3, hoy un MP4 y mañana un PPT5. Si tratas de vender un GPS, (un TomTom) cuando alguien te pide un paquete de baterías de las Ligas Menores y lo logras, es porque el tipo era un TonTon, así que no te deprimas, entristezcas o engorriones, que este mundo está lleno de Tontones a quien venderle Tomtomes. ;-)

ingelmo dijo...

Depresión? Gorrión?

Sea lo que sea, Jorge, que te esté pasando en este melancólico mes de noviembre, no debe de ser muy malo; pues veo con agrado que tus facultades de buen escritor no se han visto mermadas ni lo más mínimo...

Un abrazo.

Isaeta dijo...

Eso. Era justo eso.