Sin lugar a dudas, la sala de baile tropical más referenciada en Barcelona se llama Antilla. Allí me llevaron enseguida los anfitriones emergentes que tenía a mano hace siete años, cuando llegué con una maleta pequeña debajo del brazo. En ese lugar bailé hasta el amanecer y dejé parte de mi exigua cuenta corriente, e, incluso, desde Antilla salí un amanecer directo al trabajo, con el alcohol todavía en las venas y las piernas tambaleantes.
Digamos que descubrí una parte de Barcelona desde una sala de baile; que me reencontré con gente de la isla (1) a la que había perdido de vista, y además debo confesar que, junto con la inocencia típica de un advenedizo, bailar salsa funcionó como una maravillosa válvula de escape. El tiempo –ese que arregla o desconchinfla todo-, se encargó de alejarme de allí cuando ya supe a ciencia cierta todo lo que había que hacer para sobrevivir como emigrante y, sobre todo, ponerme al día en otros asuntos menos lúdicos. Comprendí que Antilla –o todo lo que se parezca- debería quedar como una opción, como una fuga, y no como un objetivo. De hecho, aún no he llevado a mi mujer por ese local cuasi sicodélico de la calle Aragón.
El domingo pasado, sin buscarlo, nos pusieron en las manos un par de invitaciones para la gran fiesta de celebración de los quince años de vida de Antilla. Y fuimos, medio hechos polvo por el cansancio acumulado durante la semana. Nos citaron para una sala de espectáculos de la avenida Paral’lel, detrás del Teatro Apolo, y eso nos olía a glamour. Mi mujer no sabía cómo vestirse. Le dije, pues, que se tirara cualquier trapo por encima, que el ambiente de Antilla suele ser ecléctico. En efecto: la portada era glamurosa, con limusina alquilada por los organizadores(2), pero en el interior encontramos de todo. A pesar del insoportable calor del antiguo teatro, aguantamos casi toda la noche, multiplicando –sin exageraciones- todo lo que mi mujer y este que escribe realizamos en casa, en materia de danza.
Para ser sinceros: los teloneros, el grupo mestizo La Sucursal SA, nos gustó más que Africando, una alineación bastante famosa de músicos subsaharianos que viajaron por primera vez a España para este cumpleaños.
La Sucursal SA, según me han dicho los veteranos, surgió a la sombra del “movimiento” salsero de Barcelona, con integrantes españoles y de Latinoamérica, y esto demuestra que la música es un lenguaje, además de abstracto, universal, desprejuiciado.
Con el segundo tema de los Africando nos marchamos a conseguir un taxi en el Paral’lel, misión bastante complicada en esa zona de ambiente, la misma noche en que este país vivía la fiebre de haber conquistado horas antes la copa europea de fútbol.
Agradezco a Antilla(3) –a todo su envoltorio, incluyendo sus rostros fugaces y la alegría de seres, como yo, medio tiempo-, agradezco la oportunidad de recapitular mentalmente una época de inocencia en la que no fui tan feliz.
Digamos que descubrí una parte de Barcelona desde una sala de baile; que me reencontré con gente de la isla (1) a la que había perdido de vista, y además debo confesar que, junto con la inocencia típica de un advenedizo, bailar salsa funcionó como una maravillosa válvula de escape. El tiempo –ese que arregla o desconchinfla todo-, se encargó de alejarme de allí cuando ya supe a ciencia cierta todo lo que había que hacer para sobrevivir como emigrante y, sobre todo, ponerme al día en otros asuntos menos lúdicos. Comprendí que Antilla –o todo lo que se parezca- debería quedar como una opción, como una fuga, y no como un objetivo. De hecho, aún no he llevado a mi mujer por ese local cuasi sicodélico de la calle Aragón.
El domingo pasado, sin buscarlo, nos pusieron en las manos un par de invitaciones para la gran fiesta de celebración de los quince años de vida de Antilla. Y fuimos, medio hechos polvo por el cansancio acumulado durante la semana. Nos citaron para una sala de espectáculos de la avenida Paral’lel, detrás del Teatro Apolo, y eso nos olía a glamour. Mi mujer no sabía cómo vestirse. Le dije, pues, que se tirara cualquier trapo por encima, que el ambiente de Antilla suele ser ecléctico. En efecto: la portada era glamurosa, con limusina alquilada por los organizadores(2), pero en el interior encontramos de todo. A pesar del insoportable calor del antiguo teatro, aguantamos casi toda la noche, multiplicando –sin exageraciones- todo lo que mi mujer y este que escribe realizamos en casa, en materia de danza.
Para ser sinceros: los teloneros, el grupo mestizo La Sucursal SA, nos gustó más que Africando, una alineación bastante famosa de músicos subsaharianos que viajaron por primera vez a España para este cumpleaños.
La Sucursal SA, según me han dicho los veteranos, surgió a la sombra del “movimiento” salsero de Barcelona, con integrantes españoles y de Latinoamérica, y esto demuestra que la música es un lenguaje, además de abstracto, universal, desprejuiciado.
Con el segundo tema de los Africando nos marchamos a conseguir un taxi en el Paral’lel, misión bastante complicada en esa zona de ambiente, la misma noche en que este país vivía la fiebre de haber conquistado horas antes la copa europea de fútbol.
Agradezco a Antilla(3) –a todo su envoltorio, incluyendo sus rostros fugaces y la alegría de seres, como yo, medio tiempo-, agradezco la oportunidad de recapitular mentalmente una época de inocencia en la que no fui tan feliz.
Notas:
(1) Seguimos refiriéndonos a Cuba como una isla, y esto tiene mucho sentido si se mira su sistema político, arcaico. Pero no hay que olvidar que nuestro querido país es un archipiélago.
(2) Mi teléfono móvil, con 2 megapíxeles de resolución, capturó la imagen a las puertas de la sala de baile Apolo.
(3) Antilla comenzó en una pequeña estancia de la calle Muntaner. En 1998 se trasladó a la actual sede de Aragón. Con motivo de su 15 cumpleaños, según leo en Antilla News, revista propia, convoca a un concurso literario, de relato breve, cuyo primer premio está dotado de mil euros en metálico y un billete de ida y vuelta a Cuba. La publicación, quizá para demostrar que no se anda con noticias pequeñas, le dedicó su penúltima portada al presidente militar Hugo Chávez. Para mayor información, y para ampliar la promoción no remunerada de este blogger, puede usted dirigirse a http://www.antillasalsa.com/
(2) Mi teléfono móvil, con 2 megapíxeles de resolución, capturó la imagen a las puertas de la sala de baile Apolo.
(3) Antilla comenzó en una pequeña estancia de la calle Muntaner. En 1998 se trasladó a la actual sede de Aragón. Con motivo de su 15 cumpleaños, según leo en Antilla News, revista propia, convoca a un concurso literario, de relato breve, cuyo primer premio está dotado de mil euros en metálico y un billete de ida y vuelta a Cuba. La publicación, quizá para demostrar que no se anda con noticias pequeñas, le dedicó su penúltima portada al presidente militar Hugo Chávez. Para mayor información, y para ampliar la promoción no remunerada de este blogger, puede usted dirigirse a http://www.antillasalsa.com/
7 comentarios:
¡Jorge! Pensé que te había alcanzado un petardo... me alegro que estéis bien.
Yo sólo estuve una vez en La Antilla esa, y la verdad, no es harina de mi costal, yo no soporto ni la bachata ni el merengue, y ahí, como es lógico, ponen de todo un poco. Para bailar me gustó más la música de otros locales más cubanazos, que no son tan discoteca... en fin... que cualquier fin de semana arranco para Barna, te lo comunicaré con tiempo. Quizás sea el próximo fin de semana, veré cómo andan los vuelos, y nos echamos un baile... o dos (con permiso de Isabelita, claro).
Enhorabuena por el cambio de look, y por ponerte de frente. Parece que vas poniendo fotos de la policía: primero de costado, luego de frente... (jeje, es brooooma)
Un abrazo desde Mallorca
Querida Queseto,
ni que decir que necesitas mi permiso!! Verás que lo pasaremos en grande. Ya tenemos ganas de conocerte personalmente.
Un beso,
Isabelita
No, Queseto, es que se le curó la tortícolis.
Oyeee! que bonito está esto por aquí.
Tanto tiempo sin venir por acá,tanto que por poco no te conozco.
Yo me decía, un día de estos me meto en Segunda Naturaleza y me doy cuatro tragos con el Zonzo. Por suerte el Zonzo ha muerto. Espero que allá arriba o allá debajo lleve una vida mucho mejor que la nuestra. ;-)
Saludos
Libo
Cambio de look a tono con el cambio de estación. ahora vendo ventiladores y aires acondicionados. más "despelote" y más destape. un abrazo a Infortunato. Los traguitos están en pie.
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