martes, 25 de mayo de 2010

El príncipe de San Leopoldo



No apostaron por él como creador de softwares y el mundo ganó en cambio un excelente humanista

Cualquiera diría que es un tipo mimado.
La verdad es que se ha ganado bien el cariño de mucha gente; amigos que sembró desde el instituto del Vedado –se coló allí para poder conocer a los más forofos de la FM norteamericana de los años 80-, hasta los que sigue conquistando día a día con sus “pasos perdidos”. Debemos decir, sin temor a equivocarnos, que pocos en La Habana no conocen a Joaquín Borges -Triana, el cieguito maravilloso más musical después del legendario Arsenio Rodríguez.
Se ha pasado su vida entera –casi cincuenta años largos- soñando por la oreja, una frase genial con la que bautizó a su columna del periódico Juventud Rebelde. Si la vida lo quiso invidente, al igual que Arsenio, quien, según dicen, nació en el mismo instante en que cayó del cielo una piedra de rayo, Joaquín lo aceptó todo sin reproches explícitos. Incluso, porque le encanta bromear, a cada rato dice que él es un ciego que lo ve todo muy claro. Intuición, desde luego, le sobra para regalar.
Lleva ya muchos años haciendo periodismo musical. Nadie como él conoce los entresijos del rock cubano, ese patito feo tan desconocido fuera de nuestras fronteras como necesario dentro de ellas, ya que el género ha sido una válvula de escape, más allá de la adrenalina propia de los años mozos, para servir de colchón a una estética denostada por la oficialidad y luego convertirse en un interés oportunista del Estado. El rock cubano ha sido traicionado muchas veces y, de alguna manera, además de la única madrina que tuvo (María Gattorno), y del investigador y hombre de radio Humberto Manduley*,ha sido Joaquín su soporte académico si es que se pudiera denominar así. También lo ha hecho últimamente, para no pecar de excluyente, el director andaluz de cine Benito Zambrano.
Después de muchos años sin vernos –siempre se me olvida que Joaquín es ciego-, nos acabamos de reencontrar en Barcelona, como parte de un periplo peninsular en el que todavía está metido en el momento de escribir estas líneas. Su sonrisa eterna se ha visto eclipsada por un trágico accidente ocurrido hace unos días en el metro de Madrid, del que fue víctima una muchacha también invidente, amiga y ex alumna suya. La vida otra vez lo golpea y se empeña en aguarle la fiesta al mulato más noble y tolerante que he conocido. Aún así, hubo tiempo de conversar tranquilamente en una de las terrazas de los alrededores de la Sagrada Familia. Venía dejando Sevilla, donde acaba de presentar su más reciente volumen, La luz, bróder, la luz (Canción Cubana Contemporánea), editado por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en el 2009. De Barcelona saltaba a Alicante–en tren, es fanático de los trenes-, y de ahí a Madrid, cómo no, a la noche de los bares musicales de la ciudad más noctámbula del mundo. Lo dejé en la estación de Sants en manos de una guapa azafata que se encarga de los discapacitados. Cuando se enganchó al brazo de ella, automáticamente “me olvidó” y comenzó a contarle al oído una parte de su vida, recuperando esa sonrisa amable que engatusa al menor descuido. Ahora Joaquín está libre como el viento y pretende dejar su huella en la geografía de nuestros ancestros.
Por el camino, le pedí permiso para entrevistarlo, un plano que se me hacía extraño después de haber estado juntos infinidad de veces en los palcos de prensa de La Habana. Este es el extracto de la conversación con el príncipe de San Leopoldo, uno de los barrios más peligrosos de la capital cubana, donde Joaquín se mueve como pez en el agua.

-¿Cómo percibe un invidente, fuera de su país, todo lo que está a su alrededor?
-A través de sus amigos (se ríe). A través de las vivencias y de las descripciones de sus amigos. Pero, igual que en donde uno vive habitualmente, apelamos al sentido olfativo y táctil y esto sin lugar a dudas nos ofrece una información muy importante. (Joaquín está tratando de imaginar en este momento el entorno de la plaza de Sants, después de preguntarme cómo son los edificios).
-Sentir las diferencias a través de España…¿Se nota un cambio de aire en las distintas regiones?
-La experiencia de estar sentado en el malecón de Cádiz me transportó fácilmente al Malecón de La Habana, aunque el olor fuera diferente. (Vuelve a sonreír. Señal de que va a lanzar una broma). Ahora bien, inevitablemente me he centrado en las comidas, en la inmensa gastronomía española tan diferente en un lado y otro. (Su rostro vuelve a dibujar una sonrisa).
-¿Cómo has percibido el metro, su ámbito en general?
-En el caso de Barcelona me parece que está muy bien diseñado para que las personas mayores, los discapacitados en general, puedan bajar al andén perfectamente por los grandes recursos de accesibilidad que hay. Los vagones también son muy accesibles y confortables. Uno percibe que este es un metro muy moderno y responde a todas las necesidades al menos para mí.
-¿Crees que el accidente de Danays se debió solamente a la fatalidad?
-Yo no pienso en esos términos de fatalidad, suerte y esas cosas…La vida es como es y nos da muchas sorpresas. Ahora bien, siempre uno tiene que buscar en todo la relación causa/efecto. No conozco el metro de Madrid, su disposición tecnológica, pero en todo esto, además de los problemas técnicos que pudieran imputarse y que ya se verán en el proceso de investigación, creo que también hubo falta de solidaridad por parte de las personas. Estoy acostumbrado a la solidaridad, a que cuando me paro en una esquina siempre aparece alguien que me ayuda a cruzar la calle. La gente se da cuenta cuando alguien es ciego; más en el caso de ella que es ciega total, que va con bastón. Por esto creo que, más que fatalidad, lo que hubo fue ausencia de solidaridad.
-¿Qué sentimiento provoca en ti el hecho de que la gran mayoría de tus amigos y colegas se hayan marchado del país?
-Mucha nostalgia. En estos días tuvimos un encuentro con viejos amigos. Allí afloraron las memorias de 32 años, porque una las personas presentes la conozco desde hace ese tiempo. Fue como revivir todo aquello y pasar una película muy rápido. Hay mucha nostalgia de momentos en los que fuimos muy felices. Siempre digo que, donde nos reencontramos, existe una isla posible. Hoy en día existe, por los imperativos de la vida, una Cuba políglota, trasnacional…
-¿Y esta Cuba, a tu modo de ver, es articulada o desarticulada?
-Hay de las dos. Eso depende de cada persona. Yo he logrado mantener comunicación con mis amigos que están en todas partes del mundo. El ciberespacio nos ha acercado a todos, nos ha unido.
-¿Y cómo logras comunicarte con ellos si en Cuba internet todavía sigue estando en pañales?
-Es cierto. Las velocidades de conexión son extremadamente lentas, pero, por suerte, los periodistas que trabajamos en los medios tenemos asignados por el propio estado una conexión a internet en nuestras propias casas; cierto que con tecnología muy atrasada. Esto nos permite estar vinculados a los blogs, estar al tanto de lo que va aconteciendo. Las fronteras en el mundo se van terminando ya: Cuba puede estar en un ático en Barcelona, en un pueblito como Aguada de Pasajeros, en Tokio o en Sevilla. Esa es la Cuba que quiero y comparto. Con mis amigos dispersos vivo en esa Cuba.
-¿Cómo has logrado sobrellevar el fenómeno de la censura incluso escribiendo una columna de música?
-La censura está en todas partes; el que ejerce el poder económico establece su tipo de censura porque el que paga manda. Los niveles de permisibilidad van a estar a tono con los intereses del poder. Más de una vez la censura me ha tocado…
-¿Justificada o injustificadamente?
-Pienso que la censura siempre es injustificada. Pero admito que son las reglas del juego…El quid está en cómo el creador trata de inventarse las mil y una formas posibles para sortear esa censura, ese obstáculo, y el nivel de riesgo que cada persona quiera asumir. En ese sentido me ha ido bien. A veces la gente se sorprende hasta dónde yo he podido publicar determinados textos sobre artistas que están fuera de Cuba. También hay realizadores en la radio que han tenido la misma actitud que yo. Yo trato de forzar los límites porque es peor la autocensura.
-¿Cómo es que un invidente decide estudiar periodismo siendo la observación, si no la primera, una de las principales herramientas de trabajo?
-Yo quería estudiar Sistemas Automatizados de Dirección y el Ministerio de Educación Superior no me aceptó, aunque tenía los puntos académicos para ello. A decir verdad, no di la batalla. Tengo un amigo que sí la dio y estudió la carrera al año siguiente. Hoy en día está dirigiendo los sistemas informáticos del metro de París…
-¿En el metro de París? ¿Cómo se llama este hombre?
-Ibrahím Bless. Hizo su doctorado en la Complutense de Madrid. Yo, contrariamente a él, no di la batalla y me puse a estudiar periodismo. El periodismo ha desarrollado otras formas de observar, como el tan mencionado sexto sentido tan difícil de definir. He sido reportero. Cubrí distintas esferas. Yo llego al periodismo cultural incluso habiendo pasado por el periodismo económico. Hoy con la ayuda de la tecnología de la información y la comunicación es mucho más fácil. Existen programas lectores de pantalla ideados para ciegos.
-¿Cómo lograrás ordenar en tu mente tantos kilómetros recorridos en España?
-He ido tomando notas, en braille, de muchas impresiones. También apelo a la memoria, algo fundamental para el periodista. Esto me permitirá reconstruir el viaje. El viaje no es solamente visual. No hay nada mejor que llegar a los lugares emblemáticos y respirar el aire que hay allí; comer estas comidas, participar de estas discusiones de estos días; necesitamos el reencuentro físico y no solo el emocional.
-¿Has sentido energías diferentes aquí, o son insignificantes?
-He sentido mucha energía positiva. Ha sido un proceso de enriquecimiento total. He salido de Cuba once o doce veces pero nunca había venido a España. Cuando el cubano pueda viajar libremente habrá menos cubanos que quieran marcharse.
-¿Has encontrado iguales a tus amigos o muy cambiados en su forma de ser?
-Después de cerca de veinte años en algunos casos, hay gente que ha perdido sus esencias y ha perdido el rumbo. Otros que no, otros que de algún modo siguen viviendo en Cuba.

Foto del autor
Joaquín también participa en un blog sobre música, CONcierto Cubano. Aquí se le ve en el metro de Barcelona.
Nota: *Humberto Manduley es autor del libro El rock en Cuba.

5 comentarios:

Rodrigo Kuang dijo...

Muy linda entrevista, Yoyi. Debería estar nominada para el premio nacional de periodismo. Pero seguramente ese se lo llevará Pedro de la Hoz.

Eduardo dijo...

¡Hola! Yoyi, ¡Muy Buena! Hasido como volver a hablar con el Gran Joaquin. Saludos, Eduardo.

Anónimo dijo...

Jorge Ignacio, amigo, un abrazo. Qué alegría encontrar tu blog y tu genial entrevista junto a esa bella foto del Joaco. Echando con el rostro y el corta- pega, hemos usado parte de tu entrada, la intro, sobre J. B. T para salvar el día y amplificar un poco más el ruido eterno de nuestros boniatos papelaceros. Perdona que ni te pidiéramos autorización de uso parcial, hermano, supusimos que era más importante reseñarlo ya. Igualmente si te parece mal, lo dices y lo anulamos. No, qué no, es broma. Ahora, te lo digo en serio, Joaquín es el terror del salmorejo y los tintos de verano. Un gusto, y muchas gracias por todo. Estamos en contacto, en talla.

Jorge Ignacio dijo...

Hola a todos. Rodrigo: Pedro de la Hoz (y el martillo) ha sabido ganarse esos privilegio con astucia y, por qué no, cultura general. El problema está en que uno de los malos recuerdos que tengo de Cuba radica precisamente en verlo a él tomando cervezas en los lugares donde yo no podía entrar; incluso en la sobremesa de espectáculos que yo crubría habitualmente. Estuve mucho tiempo soportando esa humillación hasta que decidí marcharme del país para poder pagarme mis cervezas sin darle cuenta a nadie. Triste recuerdo, amigo Kuang.
Eduardo: Joaquín me pidió un ron en strike a media mañana, como hacía su padre los domingos, me dijo. Como su padre era notario, seguramente estaría autorizado a pegarle la costumbre.Fue un ronazo inolvidable...nunca me imaginé que un serio académico me pidiera eso.
A la gente de Concierto Cubano: claro que hicieron bien en sustraer esto. ¡Faltaría más! Ha sido un placer estar en contacto desde las dos orillas. ¡Viva la música!

Silvita dijo...

linda entrevista :) besitos a María y a ti!