domingo, 12 de agosto de 2012

Badalona: la puerta entornada

Un viajero quiso visitarme y no lo hizo pues pensó que no le daba tiempo; supuso que estábamos lejos. Él en el centro de Barcelona y yo en Badalona, que tiene metro, pero el peregrino fugaz lo desconocía, o tal vez no quiso enterarse.
La calidad de vida de un “pueblo” que alberga categoría de ciudad (más de 200 mil habitantes), es lo mejor que se pueda tener, pero, claro, eso que llaman Calidad de Vida es algo relativo. Badalona conserva la fisonomía pueblerina aunque tiene todos los servicios, ostenta playa y está a veinte minutos del centro de Barcelona.
Nada, un abrir y cerrar de ojos en el metro o en el tren de cercanías que, en esta parte, funciona prácticamente con la rapidez del suburbano.
¡Y no hay tanto ruido!
La vecina es, sin temor a equivocaciones, una de las ciudades del mundo más contaminadas acústicamente.
Para bien o al revés, Badalona, ese mítico territorio del cancionero de Serrat, mantiene sus puertas entreabiertas, sus zaguanes visibles pero el interior no tanto.  Esto quiere decir que los catalanes del centro –se habla mucho catalán en el casco antiguo- son muy celosos con sus particulares maneras e historias locales; son cerrados, o entornados, siguiendo la línea de las puertas.
Aquí el turismo, aunque parezca increíble, no ha llegado todavía, al menos de manera masiva. Tal vez tenga mucho que ver que no se hayan construido hoteles en primera línea de mar (se mantiene todavía el viejo y caro Miramar) y que en sentido general exista un aire conservador.
Las casitas biplantas del centro, a dos pasos del Mediterráneo, son sumamente austeras según el estilo original, apareadas, con poca ventilación, húmedas, pero con el “maravilloso” privilegio de que cuestan una fortuna.  Quien cayó aquí por obra y gracia del espíritu santo es difícil que se mude.
En fin, que la ciudad es un museo de fondos inamovibles por donde se camina sin prisa.
Incluso aquí vivió la gran Margarida Xirgu, la actriz fetiche de Lorca, cuyo nombre ha quedado en una calle.
Si bien -como sucedió con el viajero mencionado arriba- alguien ignora lo cerca que estamos, la casualidad hace precisamente que Badalona sea un hecho casual: Un tren que pudiera seguir de largo, una visita esporádica para un aniversario, unos turistas que se dejan convencer por unos anfitriones.
Ese tren, o esa línea, hablando con propiedad, es la más antigua de España, el ferrocarril Barcelona-Mataró. ¡Y sigue ahí!, pasando de día y de noche para que las nuevas generaciones –¡mis gemelos de un año!- le digan adiós.

Fotos del autor

Arriba: Placa origina de la fábrica de pastas La Sopera, bajo el sello José Martí. Se puede encontrar actualmente al lado del Teatro Principal, afincada al suelo aunque fue un anuncio vertical de una de las fachadas de la factoría, de principios del siglo XX. Se trata de un guiño casual para los cubanos.

Debajo: Muy reciente homenaje a la fábrica badalonina Anís del Mono, conocido licor en toda la península. La escultura es controversial.

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