(Para Natacha y Pepe)
La placita del Doctor Niubó, en la riera Matamoros, en
Badalona, adelantó el otoño de golpe y porrazo, como mismo hacen los grandes
teatros donde las escenas utilizan pulidas transiciones en aras de ganar
tiempo.
Por supuesto, fue un aviso.
Todavía el verano puede dar de sí, aunque no mucho más.
Los largos días tórridos, en los que
hubiéramos vaciado el monedero en esa misma terraza que ahora está recogida, estaban
a punto de cerrar y había que hacer las maletas por enésima vez. Ahora con
doble descendencia y nuevo ajuar que es prioritario, porque nuestros mellizos, nacidos en este pueblo, emprenderán
un largo viaje sin saberlo.
Hace falta alma, corazón y vida para mover a esta prole
ya no por capricho –que en todo caso hasta hubiera sido mejor-, sino por el
afán que tenemos los mayores de planificar o vislumbrar un futuro
mejor.
Por ellos se mueve cielo y tierra cuando hace falta,
aunque parezca una locura.
Pensábamos esperar a que cumplieran dos años y, sin
embargo, el tiempo nos pisaba los talones; la prisa que no queremos darles nos desgastaba
en cada telediario, en la leche templada, como diría el poeta. Y decidimos
romper ahora.
Más que eso, decidimos viajar.
Los niños acaban de cumplir un año.
Es el momento ideal para establecernos en otro sitio
donde el terreno no esté tan trillado (para nosotros) y donde la tele no dispare noticias de
recesión, al menos a quemarropa.
Otra vez con las maletas. Más maletas. Más bártulos.
Maletas rojas. Para los malos ojos.
¿Y qué hacer con el barrio? ¿Dejarlo sin más?
Ese tranquilo lugar que encontramos visitando
inmobiliarias cuando María estaba embarazada y cuando no sabíamos que traía dos.
Pero la naturaleza es sabia.
Produce un cambio de tiempo -¿o un tiempo de cambio?-
dejando la placita medio cerrada, sin clientes, como si propiciara un cierre
psicológico.
El sabio César Miguel Rondón, autor de una biblia (El libro de la Salsa, Ediciones B, 1979),
recetó cómo no rompernos la cabeza cuando nos preguntan un concepto
básicamente humano:
-¿Qué es la Salsa para usted?
-No es un ritmo en sí mismo, sino un conjunto de ellos.
La Salsa es el barrio- dijo sencillamente.
Y el barrio no tiene que viajar.
El barrio queda perpetuado para los que lleguen o marchen más temprano que tarde.
Pronto estaremos en el aire y en poco tiempo otra vez en
tierra.
Desde ese (otro) lugar saldrán las próximas crónicas.
Foto del autor
Plaza del Doctor Niubó (Badalona).
5 comentarios:
Animo amigo, cada meta es un punto de partida, See You soon !
Muchas Gracias, Naty y Pepe
Pero ¿como? ¿vuelves a emigrar? ¿a empezar de nuevo en tierra extraña?
¿y vas a someter a ese riesgo enorme a dos niños? ¿a separarlos de sus abuelos maternos, primos, tias, y familia catalana?
menos mal que al ser españoles, pueden regresar...
¡buen viaje!
¿Cuál es el riesgo? Anónimo: ¿Por qué no te llenas de valor y das la cara? ¿Por qué no reconocer que EEUU es el país donde más oportunidad hay para estos niños y para sus padres? No me gustan las personas cobardes. Te intivo a, cuando crezcas, seas como yo.
USA, ¿el paraiso? ja, ja, ja
Ya verás como recurvas para acá...
No creo que recurve, como tú dices, pero en todo caso es decisión mía. Métete en tus asuntos y deja de perseguirme. Soy un hombre feliz y lo sabes bien. Te repito la pregunta: ¿Por qué no das la cara?
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