Nadie quiere estar en el
pellejo de Ángel Santiesteban-Prats, escritor cubano con obra publicada
(narrativa fundamentalmente) que acaba de entregarse a las autoridades para ser
conducido a prisión, nada menos que para cumplir cinco años de cárcel.
Nadie se lo hubiera
imaginado. Mucho menos yo que lo tuve delante hace más de diez años en
Caibarién, al norte de Villa Clara, en un encuentro nacional de talleres
literarios. ¿Quién iba a atreverse a vaticinar el destino de dos hombres en
aquellos parajes deliciosos –aunque derruidos- de un pueblo pesquero tranquilo,
donde el olor del salitre, junto con las lecturas que salían de los corrillos en
la piscina del hotel, provocaba el éxtasis en una mediana edad, sin complejos,
sin competencia, alejados, como estábamos, de la rutina salvaje que nos
consumía en la capital?
Ahora, este servidor acostumbrándose
al exilio y el escritor humilde (sí, la palabra bien empleada, refiriéndose no
a las clases sociales sino a las actitudes del ser humano) entregándose a la
policía política, a las autoridades o burócratas, más de diez años después. Eso por decidir quedarse en la isla. Y por, desde allí, expresar abiertamente lo que piensa.
Son suertes o caminos bien diferentes aun cuando alguna vez las almas se juntaron.
No ha habido nada, hasta el momento, que lo salve de la cárcel, ni las campañas nacionales e internacionales, ni su abogado, ni sus amigos, ni el cariño de su hijo.
En estos días chateamos en Facebook y, la verdad, me daba vergüenza organizar las palabras para dejarle caer mi apoyo. ¿Qué se le puede decir a un hombre que ha sido condenado injustamente y que, con pies de plomo, espera los días, los cuenta, para ir a entregarse a sus carceleros?
Hemos sabido que su ex mujer lo acusa de maltrato, pero a todas luces se trata de un proceso kafkiano encomendado por la dictadura para meter entre rejas no a un hombre, sino a un blog. Da risa y a la vez mucha impotencia.
Este sería uno de los últimos coletazos de un animal medio muerto, al que no le va quedando más remedio que soltar prendas. Desgraciadamente, con los bandazos que da, arrastra a un ser querido y admirado como artista y persona.
Todavía, viendo las imágenes de hoy mismo cuando se entregó bajo la lluvia, en aquella ciudad (La Habana) que huele a despedida luego de una larga agonía, seguimos preguntándonos por qué lo eligieron a él.
El tiempo responderá.
Esperemos que para Ángel Santiesteban la cárcel no sea tan larga y dura como ha sido con otros opositores declarados. Opositores pacíficos.
Foto. Ailer González (Estado de Sats). Santiesteban, a la derecha, se despide de sus amigos, esta tarde
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