lunes, 11 de febrero de 2013

Salvados por la península





Unas raras especies que, según dicen, andan sueltas por las urbanizaciones del sur de la Florida escaparon del zoológico de Homestead –muy cerca de Miami- cuando pasó el huracán Andrew, en 1992 . Eso explica que aves no tropicales, ya adaptadas, hayan decidido seguir aquí. Creo haberlas visto por los alrededores de mi casa. También una vez, según mi mujer, pasó un zorro por el Florida Room, ese maravilloso espacio trasero de la casa, concebido para leer o hacer ruido sin molestar a nadie ni ser molestado.

Vivir en Kendall –uno de los Miami, porque hay muchos- es como estar en una isla pero con todos los servicios. Ojo, es necesario coger el carro (automóvil) para ir al supermercado, a no ser que tengamos un súper al lado, lo cual es muy raro que suceda. Este fin de semana aprovechamos para estar en familia, con el viaje al supermercado incluido, como debe suponerse. Había un tiempo estupendo (unos 25 grados centígrados, aproximadamente 77 en Farenheit); un cielo azul al medio día que luego derivó en negro, y un aire fresco que no llegaba a molestar.

Pensamos llevar a los niños a las piscina del barrio pero desistimos de la idea en aras de aprovechar más el tiempo paseando por los alrededores de la ciudad (Kendall) que tienen muchos kilómetros de llanura preñados de plazas comerciales. En estas explanadas están, entre otros negocios, los supermercados, a veces sin una palmerita que pueda adecentar un espacio donde se aparcan las naves. (No está exagerado el término: hemos visto gente que va a hacer la compra con el yate (bote, le dicen) a remolque.

Hay espacio, por supuesto. Eso es lo que sobra en esta extraña ciudad donde es necesario recorrer muchos kilómetros (aquí se mide por millas) para visitar un amigo, sin una montañita que se cruce en el camino. A todo uno se acostumbra, sin embargo.

De regreso del súper, detuvimos el carro para que pasara una escuadra de garzas blancas que nos hacían la visita en nuestra urbanización. Pensé en ese momento lo dichoso que éramos de vivir en una península, al menos este fin de semana.

Si uno no estuviera al tanto de las noticias -opción viable y respetable- no tendría siquiera que sospechar que estábamos rodeados; hacia arriba por una tormenta de nieve (Nemo, bautizada) que dejaría sin luz eléctrica a casi un millón de abonados en la costa este estadounidense, mientras que a la izquierda, en Alabama y Mississippi, varios tornados arrasaban provocando decenas de heridos.

Ya digo: lo más que pudimos alcanzar  a ver fue un cielo negro que duró un par de horas.


Foto del autor: Kendall, este fin de semana.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto que el clima de Miami es al la vez agradable y muy cambiante.Las temperaturas es lo mejor todo el año,pero a mi me molesta mucho la alta humedad y la costumbre tan comun de mantener tan alto el aire acondicionado en todas partes.Realmante es un lujo tener un verano como ese todo el año.Un saludo y comete unos pastelitos de Guayaba con una colada de cafe cubano en el Versailles a mi salud.Suerte:Roberto.

Jorge Ignacio dijo...

Eso está hecho, estimado Roberto. Te confirmo cuando "efectúe" el encargo. Pero cambiaré los pastelistos de guayaba por los de coco. Un abrazo. A mí también me molesta mucho el acondicionador de aire a tope.