Me recomendaron muy seriamente que no hiciera caso a quienes dejan notas insultantes en este blog, sobre todo si se trata de comentarios anónimos. Si uno gasta sus energías en responder a alguien que no quiere dar la cara, estará entrando en el mismo juego enmascarado del que venimos la gran mayoría de los cubanos, me han dicho. Y lleva razón mi consejero.
¿Para qué malgastar el tiempo, tan preciado en las sociedades altamente competitivas en las que vivimos los que nos fuimos de la isla?
Oídos sordos, aunque duela; esa es la clave para seguir adelante realizando lo que suponemos es nuestra nueva vida, abierta a los cuatro vientos y sin más censuras que las que traemos en nuestro paquete genético.
Sin embargo, hay a quien le cuesta soltar el lastre de la persecución, de la indagación viciosa provocada por los estados totalitarios que bien conocemos los cubanos. Incluso desde el exilio, o la auto deportación si se prefiere el término.
Unos porque llevan un policía vocacional dentro, y otros porque no son capaces de comprender el nuevo mundo que se les abre delante y arremeten contra todo por frustración.
Me reprochan, en no pocas ocasiones, que escondo mi pasado profesional. Como si fuera una intención de este que escribe borrar de un plumazo los casi cuarenta años vividos en un surrealista país, por chauvinismo llamado la mayor de las antillas, o la llave del Golfo.
Cuando uno emigra, viaja, se mueve de allí, se entera de que somos un punto pequeño dentro del mapamundi, pero, claro, para darse cuenta, o no, existe la relatividad de las cosas.
Esa manía de grandeza -¡ojo, que va bien para mantener alta la autoestima!- se refleja en la llamada blogosfera cubana, de la que un servidor forma parte, pero, lo confieso, de verdad, solo me enteré de que entraba en un club con el devenir de los días, porque estas páginas fueron lanzadas al aire desde el principio elemental de publicar a ciegas, por primera vez sin censuras y sin pretender amoldarse a nada ni a nadie, excepto a mí mismo.
Revisando crónicas “viejas” me he dado cuenta de que sí he dicho que trabajé como periodista en Cuba, en el sector cultural. ¿Hace falta mencionar que fui plantilla del periódico Granma, órgano oficial del partido comunista de Cuba?
Por una razón de estilo supuse que no, pero ahora me doy cuenta de que el lector sutil, retorcido e intoxicado aún, exige ciertas credenciales. Como si haber trabajado en la prensa allí – en cualquier medio sería lo mismo de oficialista- represente un delito.
Supongo que lo importante, una vez dejado todo atrás –los buenos recuerdos no, por favor- sea renovarse o reinventarse, como diría mi mujer, atrapando nuevos espacios a sabiendas de que el universo es mucho más grande que cualquiera de nosotros. Por tal motivo, agradezco a la vida tener fuerzas para trabajar y poder pagar, por ejemplo, esta conexión, benigna, necesaria, intimista y a la vez plural.
Invito a los compatriotas que se marcharon de la isla y no han resuelto las trabas de identidad a que no paseen entre los fantasmas; de esos ya conocimos muchos y son contraproducentes.
No nos maltratemos más revisando el pasado malsanamente.
He puesto el perfil de mi rostro aquí y mis dos nombres para disfrutar de la libertad de expresión. Al mismo tiempo, que lo diga mi mujer, dejo mis huesos en un trabajo cualquiera para pagar los recibos del banco.
¡Ojalá en un futuro no muy lejano podamos acercarnos todos de verdad, sin tener que arrastrar el desencuentro paradójico de Internet!
Ese día habremos acabado con el dictador.
¿Para qué malgastar el tiempo, tan preciado en las sociedades altamente competitivas en las que vivimos los que nos fuimos de la isla?
Oídos sordos, aunque duela; esa es la clave para seguir adelante realizando lo que suponemos es nuestra nueva vida, abierta a los cuatro vientos y sin más censuras que las que traemos en nuestro paquete genético.
Sin embargo, hay a quien le cuesta soltar el lastre de la persecución, de la indagación viciosa provocada por los estados totalitarios que bien conocemos los cubanos. Incluso desde el exilio, o la auto deportación si se prefiere el término.
Unos porque llevan un policía vocacional dentro, y otros porque no son capaces de comprender el nuevo mundo que se les abre delante y arremeten contra todo por frustración.
Me reprochan, en no pocas ocasiones, que escondo mi pasado profesional. Como si fuera una intención de este que escribe borrar de un plumazo los casi cuarenta años vividos en un surrealista país, por chauvinismo llamado la mayor de las antillas, o la llave del Golfo.
Cuando uno emigra, viaja, se mueve de allí, se entera de que somos un punto pequeño dentro del mapamundi, pero, claro, para darse cuenta, o no, existe la relatividad de las cosas.
Esa manía de grandeza -¡ojo, que va bien para mantener alta la autoestima!- se refleja en la llamada blogosfera cubana, de la que un servidor forma parte, pero, lo confieso, de verdad, solo me enteré de que entraba en un club con el devenir de los días, porque estas páginas fueron lanzadas al aire desde el principio elemental de publicar a ciegas, por primera vez sin censuras y sin pretender amoldarse a nada ni a nadie, excepto a mí mismo.
Revisando crónicas “viejas” me he dado cuenta de que sí he dicho que trabajé como periodista en Cuba, en el sector cultural. ¿Hace falta mencionar que fui plantilla del periódico Granma, órgano oficial del partido comunista de Cuba?
Por una razón de estilo supuse que no, pero ahora me doy cuenta de que el lector sutil, retorcido e intoxicado aún, exige ciertas credenciales. Como si haber trabajado en la prensa allí – en cualquier medio sería lo mismo de oficialista- represente un delito.
Supongo que lo importante, una vez dejado todo atrás –los buenos recuerdos no, por favor- sea renovarse o reinventarse, como diría mi mujer, atrapando nuevos espacios a sabiendas de que el universo es mucho más grande que cualquiera de nosotros. Por tal motivo, agradezco a la vida tener fuerzas para trabajar y poder pagar, por ejemplo, esta conexión, benigna, necesaria, intimista y a la vez plural.
Invito a los compatriotas que se marcharon de la isla y no han resuelto las trabas de identidad a que no paseen entre los fantasmas; de esos ya conocimos muchos y son contraproducentes.
No nos maltratemos más revisando el pasado malsanamente.
He puesto el perfil de mi rostro aquí y mis dos nombres para disfrutar de la libertad de expresión. Al mismo tiempo, que lo diga mi mujer, dejo mis huesos en un trabajo cualquiera para pagar los recibos del banco.
¡Ojalá en un futuro no muy lejano podamos acercarnos todos de verdad, sin tener que arrastrar el desencuentro paradójico de Internet!
Ese día habremos acabado con el dictador.
4 comentarios:
Querido Yoyi
¿Te dolió?... a mi también me dolió que no entendieras nada de nuestro encuentro...
un fuerte abrazo... que se le quiere mucho y usted lo sabe.
Julián
Estimado Julián: Me dolió el encuentro, no la nota que dejó alguien en tu nombre en este blog
http://queridobob.blogspot.com/2007/07/teruel-es-teruel.html
Yo no tengo nada más que decir, puesto que lo dije todo en aquella crónica de referencia arriba. De todas maneras, si tienes algo que decirme personalmente, utiliza mi correo electrónico que está en estas páginas. De lo contrario, que seguirá pareciendo un anónimo. Aquí puede firmar cualquiera, salvo que tenga una identidad blogger y se vea claramente quién es. Con todo mi respeto, un saludo cordial, como siempre.
Querido Yoyi
Prometo responderte con màs tiempo y claridad... cuando reordene ciertas cosas en mi mente respecto a nuestro encuentro.
No podían faltar unas palabras al ser màgnifico, sincero, honesto y agradable que fue tu padre, a quién tuve la suerte y el honor de conocer... lo siento mucho, siempre pensé que sería alguién que estaría entre nosotros durante mucho tiempo... luz y progreso para su alma y un pensamiento positivo para su espíritu...
Lo siento.
Tómate tu tiempo,querido amigo. A veces las emociones nos traicionan a todos. Donde hay una buena semilla sembrada hay garantías de una buena amistad. Te agradezco enormemente el recuerdo de mi padre. Supongo que él está flotando por aquí entre nosotros. un abrazo y buenas suerte.
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