viernes, 25 de julio de 2008

HISTORIAS DE DEPILADORAS (Y BATIDORAS AMERICANAS)



Tercer día: Ménage à trois

La había visto en el autobús del barrio, con sus cabellos rizados enfilando la toma del cielo por imantación, una especie de tocado a lo Angela Davis que indicaba un negro ancestral. Su tez, sin embargo, era trigueña, pero trigueña en el sentido andaluz: era una piel color oro. Con esa mezcla racial y un desplazamiento desordenado de su cuerpo –muy lejos andaba la joven de exhibir un desplazamiento rectilíneo/uniforme-, subía a la misma hora y en la misma parada. El vendedor la esperaba en silencio, y mudo la despedía porque él bajaba antes. Luego de casi un año situado delante de decenas de rutinas, ésta había dejado de perturbarle porque le había dado solución: era una muchacha inmigrante o hija de inmigrantes o de padres mixtos, estudiante universitaria –por los rótulos grandes de la carpeta: UAB (Universidad Autónoma de Barcelona)-; soltera, lógicamente, y sin más compromiso que sacar buenas notas y divertirse.
El día en que la tuvo delante de su mostrador, cumpliendo así un vaticino, porque estaba seguro de que iría a comprarse un secador potente para el pelo, respiró tranquilo y mostró su dentadura impecable, más solícito que nunca. Sintió deseos de regalarle el secador, envuelto en papel de obsequios y hacerle un lazo blanco con el rollo largo de la máquina contadora. Todo esto lo pensó en fracciones de segundos, mientras intercambiaban saludos los tres. El tendero se puso nervioso porque jamás pensó en tener testigos. La chica se había presentado con una señora de alrededor de 60 años.
-¿Qué se les ofrece?-dijo bajito, educadamente.
-Quisiera hacerle un regalo a mi hija por su cumpleaños-tomó la palabra la mujer mayor.
Quedaba claro que la belleza aquella era producto de un cruce étnico, cuya parte más oscura, en el sentido de la pigmentación de la piel, no estaba presente.
El tendero se permitió una digresión:
-¿Estás de vacaciones o te escapaste del colegio?-preguntó dirigiéndose a la joven.
-Es mi cumpleaños y me regalé el día. Luego mi madre aportará otros agasajos, como el que venimos a buscar. ¿Me conoce usted?-alternó ella.
-Bueno, te conozco del autobús, que es como si no te conociera y al mismo tiempo como si te conociera de toda la vida. Digamos que te tengo vista.
-Somos entes públicos, no tengo nada que reprocharle-bromeó la joven.
-Puedes tutearme. ¿Cómo te llamas?
-Neus.
-Pues bien, Neus. Es un placer tenerte de visita por aquí. Más aun acompañada de tu madre. ¿Sabes ya lo que quieres que te regale ella?
-Sí. Hemos venido a buscar una depiladora.
-Se nota que es verano y que estos artilugios urgen. He vendido un sinfín esta semana.
El dependiente comenzó a explicarle los modelos y las prestaciones de cada cual. La madre de Neus intervino varias veces entusiasmada, con verdadera empatía. Se le veía feliz de comprarle a su hija lo que quisiera y estuviera dentro de las posibilidades del bolsillo. La señora era una catalana con acento marcado. Sus ademanes eran exagerados y su verborrea sencilla, aunque educada. Habló con el dependiente todo el tiempo en castellano, puesto que él marcó la pauta del idioma a seguir, y ambas, automáticamente, se incorporaron a esa lengua. Parecía que la destinataria de la maquinita era la madre y no la hija, por el entusiasmo que mantenía. Mientras el hombre explicaba largo y tendido, Neus sonreía, un poco con timidez, aunque a gusto. Hubo un momento en el que la muchacha interrumpió para aclarar que la bombilla direccional incorporada a uno de los modelos no era exactamente para ser utilizada en un camping, como argumentó su intermediario. Era un haz para localizar los vellos a contraluz, hasta los más rubios si los hubiere.
El tendero tomó nota.
También aprendió que un cabezal especial enmarcaba una superficie donde actuaría la depilación, previsto para la zona púbica, una especie de molde parecido al de las pautas para recortar de los sastres, aunque, lógicamente, en menor escala. Neus había estudiado el tema por internet, según aseguró, además de estar al corriente a través de sus amigas. Esta sería su segunda depiladora, teniendo en cuenta que una anterior, ya en desuso, era tan elemental que le aburrió enseguida y la joven continuó arrancándose los vellos con tiras de cera. Las innovaciones en ese presente histórico en que vivían los tres propició un juego divertido en la tienda, del que disfrutó la madre de Neus como si ella cumpliera 22 años.
La homenajeada escogió un aparato que no era de los más caros pero estaba bien en relación calidad/precio. Era evidente que a la chica le interesaba el cabezal diseñado para tratar el pubis, siendo verano y a punto de estrenar un bañador que también le regaló su progenitora, según comunicó alegremente. El vendedor no pudo evitar la gráfica en su mente: debido a sus ancestros, el monte de Venus de Neus debía ser rebelde, testarudo, salvaje. Todo el dibujo de una operación tan íntima se trató con otras palabras durante la compraventa. Se dio el caso de la complicidad entre tres generaciones interconectadas por un electrodoméstico delicado, promocionado en la televisión, en las revistas de cuidado personal y, como quedó de manifiesto, en las tertulias escolares. Encantado de sus clientas, de la correcta sintonía, del campo energético positivo que quedaba en el ambiente, el hombre se despidió de Neus dialécticamente y en particular:
-Si te arrepientes, la puedes cambiar. Sé que eres estudiosa y te beberás las instrucciones antes de usarla. Muchas gracias a las dos. Vuelvan cuando quieran-amplió la cortesía.
-Esto no fallará. Existe un vasto movimiento de innovadores y racionalizadores en función del mercado, y de los tiempos que corren. Yo estudio ingeniería industrial. Pero, además, dormiré esta noche tranquila sabiendo que mañana te encontraré en el autobús.
El hombre quedó congelado observando cómo se perdían madre e hija entre el espejismo de uno de los escaparates de la entrada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jorge, como estan? Oye eso de innovadores y racionalizadores, me suena y no precisamente de España.
Saludos, Eduardo.
PD. Espero que hayas tenido un 25, 26 y 27 "Glorioso"

Mari-Carmen Marcos dijo...

Jorge, estupendas las historias de depiladoras!!! Y la foto de la chica de cerca con la taza en la mano, preciosa :)

Jorge Ignacio dijo...

Gracias por la visita, MC. espero que estéis bien. la idea de las batidoras americanas me la diste tú sin querer. comienzan en breve. te esperamos. un beso y suerte.

SERGI ÁLVAREZ dijo...

No he leído todos los posts, pero me gusta tu rollo. En serio.

Si te apetece leer alguno de mis "CUENTOS CANALLAS" pásate por mi blog. Cuelgo UN CUENTO A LA SEMANA y los puedes descargar gratis en pdf.

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Un saludo.