viernes, 7 de enero de 2011

Saber estar y saber hacia dónde ir


No sé por qué razón he comenzado este año con un optimismo especial, incoloro y por tanto más transparente que otras veces. Pero ayer, que debía estar descansando con el mundo mágico creado por los Reyes, en los predios de la vida comercial, llegó a este ordenador una noticia inusitada. Sobre todo, una noticia impropia de las rebajas de enero, cuando todo, incluyendo la faceta dura que tenemos, sucumbe ante ese optimismo espectral de que hablábamos antes.
Ha muerto del corazón en La Habana un importante pilar de la cultura nacional, el crítico de artes visuales Rufo Caballero, con tan solo 45 años, los mismos que tengo yo.
Asusta este tipo de titular entreverado con un mar de felicitaciones, buenos augurios y nacimientos, porque también acaba de parir una entrañable amiga en un hospital de Barcelona.
Rufo era el crítico incómodo que supo aprovechar el vacío creado sistemáticamente por el éxodo de intelectuales cubanos, la fuga de pensadores jóvenes y talentosos maltratados por la censura y la marginación. Él lo sufrió en carne propia porque su amaneramiento siempre fue el argumento expedito de sus detractores, o más bien de los oportunistas aficionados a escalar peldaños a costa de las demoliciones humanas.
Amaneramiento gestual, quiero decir, porque su palabra escrita fue un punzón recto y sin complacencias, quizá por soñador, pero es que, ante estos casos de críticos indelebles, cabe pensar, o recordar, que para ese oficio también existe la vocación, y ésta no permite hacer trampas para ganar réditos.
Lo recuerdo perfectamente en las dependencias de la revista Revolución y Cultura, de cuando coincidíamos allí. Con sus eternas camisas estampadas y una pulsera metálica, cuando esos adornos estaban mal vistos por los sectores más duros e inamovibles de la sociedad. Creo que, después de Desiderio Navarro, o junto con éste, Rufo fue el rey del metalenguaje nacional en los medios escritos e incluso televisivos, algo verdaderamente osado para logar un espacio entre la multitud, ya que en Cuba el populismo colocó algunas voces donde no debían estar.
Rostro grabado por el acné, corpulencia gruesa, gafas raras, maletines, portafolios, bandoleras hippies cruzados en la espalda. Un intelectual que pudo haberse inventado un viaje y, sin embargo, prefirió seguir luchando contra los molinos oxidados que a duras penas movían –aunque sí molían y muelen- la cultura nacional.
Quiso ser profeta en su tierra y lo logró.
Ahora Rufo, siempre díscolo, ha dejado este mundo con un montón de títulos académicos en su currículum personal, después de haber hecho el relevo silencioso de unas cuantas vacas sagradas.
Que en paz descanse. Se le recordará siempre, especialmente desde los ojos de su generación.

Foto tomada del blog oficialista La polilla cubana.

3 comentarios:

Eduardo dijo...

¡Hola! Yoyi ayer cuando me diste la noticia no me lo creia, busque penzando que era una broma de algún mal intencionado, pero desgraciadamente es verdad. Para quienes tuvimos la oportunidad de conocerlo personalmente se a hido un gran Intelectual, amigo y sobre todo una gran persona... Rufo Descansa en PAZ

Rodrigo Kuang dijo...

Sí, miherma. Yo recibí un mensaje de Cruzata (quien trabajó mucho con él los últimos tiempos en el programa de video clips) y no entendía. Creí que era algún tipo de jodedera. Luego la noticia y la subsiguiente sacudida. También escribí en cuanto lo supe, pues me tocó compartir varios años con él en la televisión y vi de cerca las razones de que fuese querido y atacado por igual.
El cabrón se fue demasiado pronto.
EPD

Silvita dijo...

Ayer comentábamos este hecho un amigo y yo. Muchos lo han recordado y le han rendido su homenaje. EPD.