lunes, 19 de septiembre de 2011

Two Brothers*


A María la conocí en el Starbuks de Las Ramblas, una tarde desorientada, como muchas tardes en aquella época en la que yo era un emigrante sin pedigrí. Al salir de la cafetería, seguí con ella por la calle Portaferrissa y después por Petritxol. Mi olfato estaba obcecado en el apareamiento, aunque luego, cuando obtuve su teléfono, no llamé.
Pasaron dos semanas.
María marcó mi número y dijo algo así como “¿qué pasa contigo?”, y me invitó a salir, o fui yo quien invité, pero de su boca salió el reclamo de algo que había quedado inconcluso. El sábado siguiente fuimos a tomar algo en una terraza de la avenida Paral.lel, en un bar que está enfrente del Bagdad, el histórico sitio porno de Barcelona donde se puede ver sexo en directo. No estoy seguro de que el bar se llame Dos Hermanos; sí es rotundo, por lo curioso de la escena, que lo regentaban unos gemelos idénticos, bastante serios y terroríficos.
Allí nos besamos por primera vez.
Es muy ruidosa Paral.lel; es el Broadway de esta ciudad, o lo que queda de esa intención farandulera. Las sillas de la terraza eran de aluminio y chirriaban cuando yo me acercaba a María. Pedimos una tónica para ella y un añejo para mí. Sirvió uno de los brothers, mientras el otro continuaba recostado a la barra, también vestido de negro y también con gafas. Detrás de la barra había una pared de espejos que multiplicaba aquellos chicos; era como un juego de cómplices.
¿Sería el bar uno de los teatros de la avenida?
De allí bajamos al metro, que está justo en la esquina del Bagdad. Cambiamos luego para otra línea y llegamos a mi casa, riéndonos de las figuras espectrales que nos vigilaban desde la barra. Saqué una botella de ron de mis reservas e invité a María.
Esa noche hicimos el amor por primera vez.
María, castigando mi duda en llamarla por teléfono, decidió vestirse a mitad de la madrugada y me pidió que la acompañara a buscar un taxi. Debía amanecer en su cama, me dijo.
Después hizo lo mismo varias veces, hasta que conseguí que amaneciéramos juntos.
No tardamos mucho tiempo en buscarnos un piso nuevo para los dos, pero sí en tener hijos. Cuando me decidí –otra vez fui yo el de la duda-, al regreso de un viaje mío de La Habana, la sombra de los Dos Hermanos se instaló otra vez con nosotros. María salió embaraza a la primera, sorprendiéndome, como ejecutiva que es, con un par de mellizos. Fueron una hembra y un varón, procreados de manera natural. Guerreros al final de la gestación, como dimos cuenta en estas mismas páginas.
La foto que encabeza este recuento, pues, es el resultado de una incursión mía en el Starbuks de Las Ramblas, donde había una mujer esperándome sin yo saberlo.

*Así se llama un bar que está en la Avenida del Puerto de La Habana.

12 comentarios:

MalegreB dijo...

Hermoso texto Jorge... fluido, redondo, con alma. Felicidades por María, por los mellizos... y por el café. Visité tu país y desde ayer comencé a publicar la serie... la puedes leer en:

http://www.elnuevodia.com/internacionales/

Saludos y un abrazo..

Mario

entierrafirme dijo...

Jorge, qué bueno que ya estén todos juntos. Son hermosos tus hijos. me encanta Marc con sus piernas estiradas, y Lucía tan cómoda entre tus brazos. Un abrazo a los 4.

Jorge Ignacio dijo...

Sí, Charlene, la foto de familia fue difícil conseguirla. Primero, María, con la cesárea, no estaba para celebraciones; luego, los niños dormían todo el tiempo, excepto de madrugada. Fui paciente, hasta lograr la instantánea con la ayuda de una amiga. Ha pasado tanto tiempo desde que terminé las crónicas de Can Ruti -desde el hospital de materniadad- que se me ocurrió presentar la foto contando el principio.
Gracias por seguirnos, Charlene, a ti y a Mario Alegre, a quien escribiré y seguiré desde Facebook.

Silvita dijo...

Todos los días paso por aquí en busca de noticias -sin embargo, ni me porto por el face book, por anticuada, testaruda y contradictoria.
Hoy, qué linda sorpresa! Foto de los cuatro y un hermoso texto de amor... suspiro.
Lo que es el destino, verdad? Nadie sabe a dónde o a qué nos conduce tomar de la mano a otra persona, volver la cabeza en el instante justo, tropezar y perder dos segundos en el camino, estornudar en la biblioteca llamando así la atención de los demás lectores... Ojalá pase algo así, de pronto, que me dibuje un feliz destino.
Besitos a los cuatro, los quiero siempre!

Anónimo dijo...

¡Salud, Silvia!
Tu estornudo me llegado cerca...
¿Quieres una vitamina C o una aspirina?
¡Me gustaria ser tu amigo...
Juan Luis

Silvita dijo...

La vitamina C me gusta, de esas que se disuelven en agua y hacen burbujitas.
Bueno, lo que me gustan son las burbujitas :)
Eres Juan Luis Guerra? Oh!!!!
Lo digo por lo del "anónimo" ;)Gusto en conocerte.

Jorge Ignacio dijo...

Bueno,Silvia, nunca he dudado de la inmensidad de admiradores reales que tienes...¡y eso que a lo mejor no saben que hablas bien el idioma sueco y, por otro lado, te criaste en El Cerro. Besos, corazón.

Silvita dijo...

Deja! :D Tremendo salto que dí! Geográfico, linguístico y climático. Es que la juventud es tiempo de acrobacias...
Besitos!
S.

Anónimo dijo...

Silvia, te puedo cantar "Burbujas de amor", esa bella canción de Juan Luis Guerra...
O ya que eres del Cerro, si quieres bailar salsa, te invito con esta pieza a mover el esqueleto:
http://www.youtube.com/watch?v=3_sSnLmJN78&feature=player_embedded#!

¡Lindura sueca-cubana!
Juan Luis

Jorge Ignacio dijo...

Bien, bien, háganse la corte por aquí que esos aires de conquista le vienen magníficos al blog...(¡El Cerro tiene la llave!)

Silvita dijo...

Juan Luis, me encantan ambas canciones... pero me tienes intrigada. Dime algo de tu persona... no serás un conocido dándome cuero?
:)

Jorge Ignacio dijo...

fantástica versión de la 5ta. sinfonía de Beethoven. Me ha divertido mucho. Gracias, Juan Luis.