miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Quién pierde los papeles?


Las imágenes durísimas de cargas policiales en las calles españolas me preocupan sobremanera. Han dado la vuelta al mundo como si este país se encontrara en plena cruzada contra unos bárbaros que, de un lado, responden al deber supremo de obediencia estatal.
No hay nada peor que sacar las cosas de contexto.
La carga de esta semana en sí misma fue desmedida, brutal. Pero no estaban reprimiendo el derecho a manifestarse del pueblo, sino la intención de obstaculizar la vía pública.
Cada mañana paseo con mis mellizos un par de horas tranquilamente por donde vivo y no encuentro habitualmente ningún policía. Lo cual quiere decir que las calles no están militarizadas. Lo sucedido en Valencia, como lo ocurrido en Barcelona en mayo del año pasado, fue una reacción de los agentes ante insultos verbales de algunos manifestantes y ante el bloqueo de una avenida por donde deben circular automóviles y autobuses. También hay que decir que no había permisos para esta manifestación, cuyo epicentro está en un instituto.
En este país se pueden realizar protestas multitudinarias siempre y cuando se soliciten los permisos previamente, más que todo para que sea la propia policía quien dé cobertura y logística en la vía pública. He visto infinidad de veces las calles cortadas por los agentes para que pase un grupo de huelguistas, aun retardando el flujo del transporte público, o desviándolo por otras rutas.
Lo que ha pasado en estos días es debido al malestar que todos padecemos por reajustes económicos en nuestras vidas, y esto ha estallado en trifulcas verdaderamente penosas que nunca debieron ocurrir. No se gana espacios destrozando el mobiliario urbano –aunque sea la fachada de un banco, da igual, ya que el banquero no tiene sus bienes personales impregnados allí-, ni infiltrando a grupos antisistema dispuestos a liarla bajo cualquier concepto.
No se entiende cómo una población tan expoliada en los últimos tiempos como la de la Comunidad Valenciana –construcción de aeropuertos inoperantes, Fórmula 1 y otros macro eventos verdaderamente insulsos para la gente de a pie- continúe votando a los políticos que le dañan.
Si la delegada del gobierno allí dimite, si el jefe de la policía resulta destituido, da igual, porque ya el efecto de las imágenes se instaló en todas partes, imágenes penosas que no representan para nada el Estado de Derecho y la tranquilidad ciudadana que existe en este país.

Foto tomada del portal de RTVE. La imagen está ubicada en las inmediaciones del instituto Lluís Vives, de Valencia, cuyos estudiantes, en principio, protestaban por la suspensión de la calefacción en las aulas debido a los recortes presupuestarios. La policía dispersó a los manifestantes a porrazos.

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