lunes, 22 de abril de 2013

Guevara, apellido maldito en Cuba

El denominado Guerrillero Heroico ha sido desmitificado para mejor comprensión de la Historia de varias generaciones de cubanos, con la precisión de los hechos situando al Che en la jefatura de un pelotón de fusilamiento en La Cabaña, en márgenes de la bahía de La Habana, donde se ejecutaba al amanecer sin garantías procesales.
Por los mismos años –comienzos de eso que dieron en llamar Revolución y que a la postre fue todo lo contrario-, un intelectual de izquierda con el mismo apellido del Guerrillero Heroico se aliaba para siempre a Fidel Castro, pero no desde un puesto militar , sino desde  una comisaría cultural. Alfredo Guevara, a quien se le adjudica la fundación y fomento de la historia del cine nacional después de 1959, tendría en sus manos, a partir de esa fecha, un ministerio sin ser ministro. Ni falta que le hizo el cargo con todo el poder que manejó.
Fue una especie de protector de ovejas descarriadas que tenían talento y, por alguna razón, quiso resguardarlas de la mano dura que sin embargo era la que lo protegía a él. Todo un enredo para el que no conozca el sentido mafioso de la llamada Revolución. Unos se beneficiaron, se salvaron, y otros no.
En Cuba revolucionaria siempre fue imprescindible tener un padrino. Y Guevara, el dueño del cine nacional, fue uno de ellos.
Como comisario cultural dio alas, abrigó, sucesos tan importantes como las ediciones del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, donde no solo se veía y premiaba obras del patio, sino también importantísimas piezas de Brasil, Argentina y Perú que hubieran pasado de largo en otros lugares del mundo y en La Habana encontraron reconocimiento y público.
Pero por otro lado mantuvo una férrea dictadura dentro de la dictadura, como Alicia Alonso en el Ballet Nacional.
Alfredo Guevara fue una figura sagrada de cuya homosexualidad todo cubano supo sin entender por qué él mismo no defendió a esta minoría de la barbarie, marginación, holocausto ocurridos en los primeros años “revolucionarios”, mediante campos de trabajos forzosos, privaciones de beneficios, persecución, alienación de la militancia política, separación de puestos de trabajos y estudios.
Como muchas cosas, personas, sucesos de Cuba, terminamos aceptando que ese Guevara estaba ahí eternamente, tal figura mitológica, si tenemos en cuenta que la llamada Revolución ha sido eso, una mitología contemporánea.
El culto a la personalidad de ciertos nombres del Estado convirtió en figuras estáticas a seres de carne y hueso que, como seres humanos, estaban llenos de defectos, de resabios, a veces de bajas pasiones.
Pero, en fin, con este Guevara, hoy se acaba de marchar uno de ellos.

Este texto se publicó originalmente en www.cubanet.org 

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