viernes, 23 de octubre de 2009

Fátima, ese candor en la mirada



Hubo un tiempo poblado de caprichos y malas sañas. Fueron años –no es poca cosa-, en los que brotó el rencor entre los vecinos, los mismos que se enfadaban si no bajábamos a tomar café recién hecho. No era culpa nuestra la mala comunicación (gritos, manguerazos, insultos y hasta una hoja de puñal agitada al vacío). La culpa la tuvo el Estado, ese gobierno que teníamos (todavía los que siguen ahí lo tienen) que nos obligó a criar cerdos en los patios traseros, en las azoteas y en las bañaderas de uso personal.
Yo no llegué a tanto; quiero decir, que no llegué a criar un cerdo en ningún lado, pero mis vecinos sí. El único alivio que tuve durante aquellos desgraciados años fue una obra de teatro que se encargó de contar lo que nos estaba pasando. En ella me sentí representado, reconocido por un ente público que, con mucha osadía, criticaba el salvajismo oficial. A nadie se le ocurriría criar ganado porcino en el centro de la capital, pues, locura aparte del criador, las autoridades le pondrían una multa por vandalismo sanitario.
En Cuba hay que decir que ocurrió todo lo contrario. El gobierno incentivó la cría de cerdos y, por consiguiente, el odio, la traición, el crimen entre vecinos.
En aquella época, mi vecina de al lado bautizó con el nombre de Fátima a una cerdita que tenía. Quiso darle el nombre de un personaje de la telenovela que paralizaba el país a las nueve y media de la noche. Nada que ver el personaje con el animal. Fátima, en la telenovela brasileña “Vale todo”, era una joven mujer luchadora por los derechos ciudadanos; luchaba contra la corrupción del gobierno, contra los malos tratos en sentido general. Lo que pasaba en nuestro país a principios de los 90 –y antes y después- era que se bautizaba lo más querido o lo más odiado con el nombre del protagonista de la teleserie brasileña de turno.
(De ahí el nombre de los catarros de época: Leoncio, por ejemplo).
Con el tiempo, Fátima, la de al lado de mi casa, fue creciendo y su familia se encariñó con ella. Incluso yo, que sufría sus irritantes chillidos a las seis de la mañana. Era bicolor, medio rubia y medio morena. Tenía una expresión tierna en la mirada, como si te agradeciera ese plato de comida que no tirabas a la basura pensando en ella, la pobre, criada entre rejas en un sótano húmedo. Aunque después la odiabas, cuando te despertaba antes de tiempo y recordabas, entre sábanas mojadas por el sudor, que vivías en un barrio alto. Lo que fue un barrio alto, porque con ese gobierno los límites se perdieron incluso a niveles zoológicos.
El día que la mataron todavía estaba en pantalla “Vale todo”. Las novelas brasileñas –en Cuba se denomina novela a los culebrones de la tele- duraban casi medio año. Eran el aliento perdido en medio de tanta desesperación. Eran el canal de reconciliación entre hombres y mujeres, incluso entre vecinos.
Fátima lloró de dolor hasta que sus fuerzas se agotaron del todo. Los propietarios nos habían avisado para si queríamos estar presente en el sacrificio. Yo dije que tenía una reunión en mi trabajo a esa hora. Era mentira, estaba en casa escribiendo para el periódico como siempre hacía por la mañana. Los gritos se escucharon a través de las ventanas cerradas. Yo me había trasladado con la máquina de escribir para la otra punta de la casa, la más alejada de la escena. Aun así, mientras tecleaba una reseña teatral sobre una obra que había visto en esos días, Fátima se fue al otro mundo. Contaba con la alegría que debía haberme dado su desaparición, pero no contaba con que me influiría más el recuerdo de sus ojos agradecidos.
Debí estar enloqueciendo. Y luego fue peor porque la serie continuaba en el aire recordándome, por asociación de ideas, los gritos matutinos de la última vez que la sentí allí al lado, enclaustrada, la pobre, en la antigua caseta que había en el jardín lateral de la casa y que fue concebida para un perro guardián.



La actriz que encarnaba a Fátima en Vale todo era Gloria Pires, arriba en la foto. Dentro de un par de meses estrenarán una película sobre la vida del presidente brasileño en la que ella actúa en uno de los papeles principales. Ya no hace de joven mujer, sino de la madre de Lula. El tiempo pasa.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

ccc

Anónimo dijo...

Prueba antichinos (en el buen sentido)

Jorge Ignacio dijo...

otra prueba antirrobot chino (sin ánimos de ofender)

Anónimo dijo...

Hay una anecdota famosa con relacion a la cria de cerdos en las casas, y la novela Vale Todo.
Como bien dices en tu cronica, a la hora de la novela todo el mundo se sentaba frente al televisor, por lo que esa hora era la preferida por algunos ladrones arriesgados.
Lo cierto es que un caco entro en el patio de una casa para ver qué se llevaba...en ese momento la mujer de la casa le dice al marido: ¡Pepe cierra la reja del criadero de la puerca, que va a empezar la novela!
y Pepe va para el patio, en ese momento el ladron no se le ocurre otra cosa que esconderse dentro de la caseta del criadero de la puerca, y Pepe, sin saberlo, lo encierra junto a la puerca, con un candado...!
A las cuatro de la mañana el caco no pudo más soportar convivir con la cerda y la peste que alli habia y empezo a gritar: ¡saquenme de aqui! ¡no puedo mas! ¡auxilio!
Los vecinos llamaron a la policia y cual no fue su sopresa al ver al caco conviviendo con la cerda, preso en aquella celda, y embarrado de mierda y desesperado...
¡Ahora vas a ir para otra celda, cabron! le espetaron...

Miguel

Silvita dijo...

Ay Yoyi, me recordaste a "la Chonchi" cerda criada entre la cocina y el patio de mi papá en Regla. Ah... pero mi papá con su manía de limpieza, bañaba a la señorita dos veces al día, con cepillo, jabón y manguera. Qué cosa! Cuando tuvo cría bañaba a los cerditos en el lavadero, de uno en uno!
Con el tiempo, la distinguida Chonchi aprendió a traer la manguera en la boca cuando tenía calor, para que mi padre la refrescara con unos chorros.
Lo que se ve en esa Habana!
Besitos,
silvita.

Jorge Ignacio dijo...

Gracias, Miguel y Silvita. Esas anécdotas demuestran que el realismo mágico está en la calle, no hay que ir a buscarlo.Un saludo cordial.

Yeysmell dijo...

Cuadro gracias por recordarme de donde venimos. La verdad que las cosas que se ven en Cuba no se ven ni en la telenovela. En mi casa no llegamos a tener cerdo pero si tres gallinas y un gallo calentón, imagínate tres pedazos de gallinas para él solo. Pues imagínate cuando al gallo le daba por cantar a las siete de la mañana vamos que más adelantado que el gallo de Morón y no te digo nada cuando era domingo. En fin que gracias a eso teníamos huevos cuando no había en ni en los centros espirituales, hasta que la cosa se puso más fea y hubo que cocinar a las tres gallinas, eso fue un 31 de diciembre del 1998 no se me olvida y el gallo fue cambiado por arroz y papas en Pinar del río. En fin toda una anécdota del periodo especial. Eso si que era crisis.
Punto y aparte Gloria Pires estaba tremenda fue el idilio de muchos por aquella época.

Un abrazo pa´los dos!!!