martes, 8 de noviembre de 2011
Las dos caras de la moneda
Así es España, ni más ni menos
Por primera vez, en un debate televisivo de campaña actuaba un candidato que, en ese mismo momento, no era el presidente de la nación. Cosa extraña, ya que el objetivo del partido de la oposición en estos Cara a Cara es destronar al sujeto que tiene enfrente, principalmente con una batería de críticas dirigidas a lo que se ha hecho en los últimos cuatro años de legislatura. Pero por cansancio físico, mental, o ambos, ahora el presidente español tuvo que delegar responsabilidades en su hombre de confianza e incluso adelantar la fecha de las elecciones generales.
Alfredo Pérez Rubalcaba es lo que en béisbol se conoce como un bateador emergente. Aunque, para presidente, parece que llega tarde.
Tiene a su favor un encanto personal muy bien aderezado con la oratoria. La prueba está en que prácticamente no leyó un papel –sólo los papeles del programa presentado por la oposición-, frente a un Mariano Rajoy comedido que sí lo leyó todo, desde sus conocidísimas estadísticas hasta el mensaje final dirigido a los españoles. Pero Rubalcaba, a quien su oponente se empeñó en llamar varias veces Rodríguez (¿por qué será), tiene en contra los malos tiempos financieros corrientes, los dislates de quita y pon de leyes de su ejecutivo, la inseguridad transmitida por su jefe –ahora sí- de apellidos Rodríguez Zapatero; la mala gestión de fondos públicos en los últimos meses; la caída en picado de un país que hasta el otro día se jactaba de decir y pensar que era la octava economía mundial, cuando en realidad no hacía otra cosa que vivir por encima de sus posibilidades. En fin, el sempiterno ministro del PSOE, cuya carrera está en su mejor momento, encuentra una candidatura a la presidencia como apagafuegos y no como el político sagaz que se lo merece en buena lid.
Su peor error en el Cara a Cara con Rajoy fue mantener una agresividad teatral como si estuviera en la oposición, lo que da a entender que, de antemano, se siente perdedor de los próximos comicios. Los datos que manejó no dejan de ser creíbles, más para el ciudadano de este país que, desde la instauración de la democracia, ya sabe de qué van los dos partidos fuertes y alternantes. Con pequeñas variaciones arriba o abajo, se sabe, porque se ha vivido, que el partido de Rubalcaba hace mayor hincapié en modernizar las políticas sociales y el de Rajoy en beneficiar al empresario, lo cual, a la larga, favorece el movimiento económico. Aunque también se sabe que ambos, PSOE y PP, desde la base hasta las altas esferas, han caído y caerán en casos de corrupción y enriquecimiento ilícito.
No me molestó tanto el teatrillo necesario para completar una campaña electoral, para paliar el decaimiento emocional de 40 millones de españoles; sino me fastidió lo inflado que estuvo el preámbulo. Las televisiones -unos 20 canales transmitieron el Cara a Cara- cambiaron sus habituales programaciones por emisiones especiales, como esperando a los Reyes Magos que iban a aparecer de un momento a otro en el Palacio de Congresos de Madrid. Nos vendieron una gran expectativa, cuando en realidad se trataba de los mismos líderes del contrapunteo nacional, tan aburridos que los tenemos en sus papeles de sostén ilusorio de este país. Y lo peor: según datos públicos, la transmisión costó medio millón de euros. A ver por qué no se ahorraron estas diatribas y emplearon el dinero en pagar unas cuantas nóminas atrasadas. Ah, pero eso casi nadie se lo cuestiona.
Nada, que el día 20 volverá a salir el Partido Popular como ganador y en buena medida gracias a los votos de castigo. Así hasta el infinito, como el cuento de la buena pipa.
Cuando se dice que ¡Viva España!, pues, habrá que decir eso mismo.
Foto de Uly Martín tomada del diario El País.
A la izquierda, Alfredo Pérez Rubalcaba, candidato a la presidencia por el PSOE, y a la derecha Mariano Rajoy, por el Partido Popular. En el centro, Manuel Campo Vidal, el moderador del encuentro y presidente de la Academia de Televisión que organizó todo.
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