miércoles, 18 de julio de 2012

José Martí ' Mojitos: ¿traición o ignorancia?


La película Good bye, Lenin adelantó a los cubanos que solamente el paso del tiempo traerá grandes cambios, que las últimas generaciones, e incluso el viejo Estado militar, negociarán recuerdos y emblemas de una época muy larga


Delante de unas botellas de cerveza al vodka, etiquetadas con el sugerente nombre de Sputnik –envase rojo y aún con la tipografía socialista-, la memoria se dio un paseo por aquellos años en los que el Muro de Berlín se derrumbaba y, sin embargo, en Cuba, el poder aguantaba el tirón con censuras y cacerías de intelectuales.
De igual nombre que el increíble combinado etílico visto en unos grandes almacenes de Barcelona, la revista Sputnik, igualmente de fabricación rusa,  bailaba suelta en los recuerdos. Había sido de las mejores publicaciones científicas en los años 80; motivo de coleccionistas, no solo por el exquisito papel y cómodo formato de bolsillo, sino también por su contenido inocuo, en principio.
Pero un buen día, la dictadura de la isla decidió pasar la revista al bando del enemigo junto con Novedades de Moscú, otra publicación del mismo terreno. El motivo nunca fue dicho claramente, sino se advirtió al pueblo de que no convenían estas ediciones, y de golpe dejaron de llegar a los quioscos. La Unión Soviética estaba probando la transparencia informativa, la deconstrucción de un imperio político y social.
Sputnik, para nosotros, fue algo más que el nombre de una nave cósmica tripulada.

Desairado poeta modernista

En los mismos anaqueles, a dos pasos, había colocadas unas cajas de mojitos ya hechos, pero sin la yerbabuena, al menos la que se pone de adorno. Para cualquier cliente de esa mañana de verano, parecía natural ir llenando de cosas prácticas el carrito, con vistas a una fiesta, a un bodorrio, a una velada de camping en el Mediterráneo. Si no fuera por los recuerdos de la escuela primaria, por los de la universidad, no hubiera parecido tan escandaloso el nombre de José Martí como marca de mojito a granel, aquellas cajas con grifo incorporado cuya letra pequeña sugería servir el contenido con trozos de hielo.
Demasiadas  horas lectivas hacían daño en ese momento para la sensible comprensión de una sorpresa aberrante, cosa natural, repetimos, en otros compradores. El margen de error era irreparable. Era grandísimo. Era como si le pusieran el nombre del escritor catalán Jacinto Verdaguer a una botella de Anís del Mono, o el de Manuel Gutiérrez Nájera, literato modernista y coetáneo con Martí, al envase de 70 centilitros de tequila.
Si hubiera sido ginebra (los cubanos saben por qué), comenzaríamos a pensar en un posible estudio a esa falta cometida con uno de los más grandes pensadores de América Latina, pero vemos cómo el afán por vender es capaz de caer en estereotipos ciertamente penosos.
Los de al lado nuestro llevaron varias cajas.

Castrismo en venas catalanas

Quien iba acompañándonos tuvo que insistir en que el cabreo no servía para nada. El final del túnel era imperdonable, sencillamente, pero aun así recordamos que vivimos en sociedad y que los otros –esos semejantes con quienes compartimos el aire- no tienen la culpa de nuestras frustraciones.
Muchas veces intentamos encarar la botella de ron de marca Comandante Fidel y nos preguntábamos por qué ese agravio. ¿Qué necesidad se tiene de llegar a los extremos de homenajear a un dictador repartiendo el golpe por las calles, por los supermercados, por los bares?
Paso a paso –luego de alejar o suavizar el malestar-, pidieron que lo probáramos. Las gargantas se cerraron como la del niño que no quiere comer y lo expulsa todo. Nos explicaron, o bien que se fabrica en Cataluña, o que se importa el alcohol y se envasa aquí; la verdad es que no prestamos atención.
No nos hubiera servido de nada. Ya el daño estaba hecho. El impacto visual es tremendo.
Las cosas tendrán que cambiar y nadie será capaz de brindar con este ron a la vuelta del tiempo.
O tal vez, como hemos visto en el cine –y como emprendió la propia España para intentar olvidar- sea preciso pasar página.
Dos veces recibimos el mensaje viviendo en el exilio. La primera vez fue dentro del magnífico filme alemán Good bye, Lenin, que narra en clave de humor –a diferencia de La vida de los otros- el terrible pasado comunista de Europa del Este; y la segunda alerta llegó esta mañana en la que hacíamos la compra ordinaria.
Si a cada rato no practicáramos cierto sentido del humor, echaríamos por tierra el gran salto que hemos dado; despreciaríamos la necesaria costumbre de relativizar las cosas para poder vivir. En paz.

Fotos del autor
  

5 comentarios:

Guillermo Bernal dijo...

Me has trasladado mentalmente a una época que, como tantos, había quedado dormida en la memoria. Bye Bye Lenin a pesar de ser una pequeña película es muy significativa porque nos parece que cada día vamos a levantarnos con la noticia de que ha sucedido lo que esperamos y que han cambiado las cosas en Cuba. Son cosas de viejo soñador, pero cuando me levanto voy rápido a la PC en busca de esa noticia. Tengo la esperanza de que la voy a ver alguna vez, porque, como dices, las cosas tienen que cambiar para bien.

Jorge Ignacio dijo...

Guillermo: No sé si te acuerdas de que Moncho, El Gitano del Bolero, casi fue declarado Persona Non Grata en Cuba por musicalizar los versos de Martí. Por eso pienso que lo del mojito roza el escándalo. Saludos.

Anónimo dijo...

Lo mercantil y lo ético casi nunca se dan la mano.
Inocente ron bautizado con un nombre que tiende a desaparecer y la imagen de un dictador, en esa pose guerrillera y noble con la que nos lavaron el cerebro durante años. Los románticos, idealistas y rebeldes de este mundo necesitan un mito, como el Che o como Fidel, al que adorar y encomendarse.Y he aquí un empresario sagaz que les ofrece un exquisito ron en el que ahogar sus nostálgicas frustraciones y ¿por que no? para los detractores del comandante, la deliciosa oportunidad de ensañarse con su imagen. Hasta la publicidad le saldrá gratis con lo que dará que hablar su excéntrica idea.

Anónimo dijo...

JORGE: HE ESCRITO MI OPINION Y NO SE HA PUBLICADO.............ERROR INFORMATICO O CENSURA? JAJAJAJA!!DEBE SE A CAUSA DE MI TORPEZA ON LINE!!UN SALUDO:ROBERTO.

Jorge Ignacio dijo...

¿Que va, Roberto!, no tengo filtrados los comentarios, solo hay un filtro técnico para que no sea un robot el que "escriba". ¡Qué pena con tu comentario! abrazos.