viernes, 31 de agosto de 2012

Adiós al barrio




(Para Natacha y Pepe)

La placita del Doctor Niubó, en la riera Matamoros, en Badalona, adelantó el otoño de golpe y porrazo, como mismo hacen los grandes teatros donde las escenas utilizan pulidas transiciones en aras de ganar tiempo.
Por supuesto, fue un aviso.
Todavía el verano puede dar de sí, aunque no mucho más.
Los largos días tórridos, en los que hubiéramos vaciado el monedero en esa misma terraza que ahora está recogida, estaban a punto de cerrar y había que hacer las maletas por enésima vez. Ahora con doble descendencia y nuevo ajuar que es prioritario, porque  nuestros mellizos, nacidos en este pueblo, emprenderán un largo viaje sin saberlo.
Hace falta alma, corazón y vida para mover a esta prole ya no por capricho –que en todo caso hasta hubiera sido mejor-, sino por el afán que tenemos los mayores de planificar o vislumbrar un futuro mejor.
Por ellos se mueve cielo y tierra cuando hace falta, aunque parezca una locura.
Pensábamos esperar a que cumplieran dos años y, sin embargo, el tiempo nos pisaba los talones; la prisa que no queremos darles nos desgastaba en cada telediario, en la leche templada, como diría el poeta. Y decidimos romper ahora.
Más que eso, decidimos viajar.
Los niños acaban de cumplir un año.
Es el momento ideal para establecernos en otro sitio donde el terreno no esté tan trillado (para nosotros) y donde la tele no dispare noticias de recesión, al menos a quemarropa.
Otra vez con las maletas. Más maletas. Más bártulos. Maletas rojas. Para los malos ojos.
¿Y qué hacer con el barrio? ¿Dejarlo sin más?
Ese tranquilo lugar que encontramos visitando inmobiliarias cuando María estaba embarazada y cuando no sabíamos que traía dos.
Pero la naturaleza es sabia.
Produce un cambio de tiempo -¿o un tiempo de cambio?- dejando la placita medio cerrada, sin clientes, como si propiciara un cierre psicológico.
El sabio César Miguel Rondón, autor de una biblia (El libro de la Salsa, Ediciones B, 1979), recetó cómo no rompernos la cabeza cuando nos preguntan un concepto básicamente humano:
-¿Qué es la Salsa para usted?
-No es un ritmo en sí mismo, sino un conjunto de ellos. La Salsa es el barrio- dijo sencillamente.
Y el barrio no tiene que viajar.
El barrio queda perpetuado para los que lleguen o marchen más temprano que tarde.
Pronto estaremos en el aire y en poco tiempo otra vez en tierra.
Desde ese (otro) lugar saldrán las próximas crónicas.

Foto del autor
Plaza del Doctor Niubó (Badalona).


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Animo amigo, cada meta es un punto de partida, See You soon !
Muchas Gracias, Naty y Pepe

Anónimo dijo...

Pero ¿como? ¿vuelves a emigrar? ¿a empezar de nuevo en tierra extraña?
¿y vas a someter a ese riesgo enorme a dos niños? ¿a separarlos de sus abuelos maternos, primos, tias, y familia catalana?
menos mal que al ser españoles, pueden regresar...
¡buen viaje!

Jorge Ignacio dijo...

¿Cuál es el riesgo? Anónimo: ¿Por qué no te llenas de valor y das la cara? ¿Por qué no reconocer que EEUU es el país donde más oportunidad hay para estos niños y para sus padres? No me gustan las personas cobardes. Te intivo a, cuando crezcas, seas como yo.

Anónimo dijo...

USA, ¿el paraiso? ja, ja, ja
Ya verás como recurvas para acá...

Jorge Ignacio dijo...

No creo que recurve, como tú dices, pero en todo caso es decisión mía. Métete en tus asuntos y deja de perseguirme. Soy un hombre feliz y lo sabes bien. Te repito la pregunta: ¿Por qué no das la cara?