lunes, 26 de agosto de 2013

Cigarreta


No es que yo quiera castigarte, mi amor; es que prefiero compartir contigo todo esto antes que con otra persona. Mira: Estamos solos. Además, va llover en cualquier momento y se borrará todo tipo de huellas.
Así que comienzo por el principio.
A mí papá lo fueron a buscar y dijo que no, que él se quedaba porque se había enamorado del proyecto revolucionario. También, claro, se había enamorado de aquella mujer muy guapa que luego sería la madre de mi hermana. La trigueña que llegó a la isla atraída precisamente por la revolución, dejando atrás sus raíces, su cultura, su origen europeo. Esa mujer estaba encandilada por los procesos de izquierda latinoamericanos, que en aquel entonces tenía en Cuba el foco mayor. Y se fue hasta mi país, ya te digo, supuestamente a hacer o a formar parte de la revolución.
Mi padre y ella se separaron al poco tiempo de tener a la niña. Ya no estaba tan enamorado de la revolución y comenzaba a sentir miedo del totalitarismo que se había instalado en todos los órdenes de la vida. Pero nunca más saldría de allí. Murió sin ver esto.
Ella, muchos después, desencantada de las izquierdas latinoamericanas y en particular de la corrupción y el totalitarismo que se habían apoderado de todo, pudo escapar en una cigarreta pagando a unos traficantes del sur de la Florida. Y vino para acá, para Miami. Aquí vive todavía, cerca de esta playa.
En síntesis, nuestra historia se resume a un encandilamiento por la revolución, a veces dudo si el encandilamiento fue hacia un dictador.  Se resume a eso y a un profundo mar en el medio y a una embarcación de ida y vuelta que ha ido trayendo nuestra cultura poco a poco, a lo largo de cincuenta y pico de años.
Producto de esto que te cuento, estamos aquí. Los niños, por supuesto, no se enterarán hasta más adelante, pero algún día lo sabrán todo. Mientras tanto, que disfruten.


 Foto del autor


No hay comentarios: