No es que yo quiera
castigarte, mi amor; es que prefiero compartir contigo todo esto antes que con
otra persona. Mira: Estamos solos. Además, va llover en cualquier momento y se
borrará todo tipo de huellas.
Así que comienzo por el
principio.
A mí papá lo fueron a
buscar y dijo que no, que él se quedaba porque se había enamorado del proyecto
revolucionario. También, claro, se había enamorado de aquella mujer muy guapa
que luego sería la madre de mi hermana. La trigueña que llegó a la isla atraída
precisamente por la revolución, dejando atrás sus raíces, su cultura, su origen
europeo. Esa mujer estaba encandilada por los procesos de izquierda
latinoamericanos, que en aquel entonces tenía en Cuba el foco mayor. Y se fue
hasta mi país, ya te digo, supuestamente
a hacer o a formar parte de la revolución.
Mi padre y ella se
separaron al poco tiempo de tener a la niña. Ya no estaba tan enamorado de la
revolución y comenzaba a sentir miedo del totalitarismo que se había instalado
en todos los órdenes de la vida. Pero nunca más saldría de allí. Murió sin ver
esto.
Ella, muchos después,
desencantada de las izquierdas latinoamericanas y en particular de la
corrupción y el totalitarismo que se habían apoderado de todo, pudo escapar en
una cigarreta pagando a unos traficantes del sur de la Florida. Y vino para
acá, para Miami. Aquí vive todavía, cerca de esta playa.
En síntesis, nuestra
historia se resume a un encandilamiento por la revolución, a veces dudo si el
encandilamiento fue hacia un dictador.
Se resume a eso y a un profundo mar en el medio y a una embarcación de
ida y vuelta que ha ido trayendo nuestra cultura poco a poco, a lo largo de
cincuenta y pico de años.
Producto de esto que te
cuento, estamos aquí. Los niños, por supuesto, no se enterarán hasta más
adelante, pero algún día lo sabrán todo. Mientras tanto, que disfruten.
Foto del autor
No hay comentarios:
Publicar un comentario