lunes, 7 de septiembre de 2009

Baila conmigo



Al margen del peso emocional que supone un exilio, refugiarse en otro país trae gratas sorpresas para un cubano. En nuestras vidas hay un tránsito oscuro que nos robó buena parte de la cinematografía estadounidense y del mundo del videoclip, por mucho que cueste comprender que sea Cuba uno de los países que más cine yanqui consumen.
Explicar esta fórmula me ha llevado horas de conversaciones informales en los bares de Barcelona, acodado a la barra y con una copa en la izquierda que va cambiando de color. Del burdeos al rosado y del ámbar al amarillo aclarado por una piedra de hielo. Como si una cámara filmara sin parar anclada en el mismo ángulo, y de principio a fin transcurrieran años. Siempre hay alguien en los bares que se asombra de que conozcamos tanto cine “americano”, porque, en principio, nosotros estamos bloqueados.
-Pero nosotros nos robamos las películas y las exhibimos sin permiso-le digo-, pero, ojo, no sustraemos del espacio todo tipo de filmes.
-¿Cuáles no?-pregunta el hombre.
-Los que por asomo o exhibicionismo total tocan el tema cubano, ya sabes, el de Cuba después de la revolución.
El diálogo continúa y expongo que es preferible para el gobierno de la isla exhibir un material altamente violento aunque inocuo en el tema sensible, tú sabes, insisto, el de la política.
Después de recitar de memoria un carretón de títulos producidos en Hollywood, el contertuliano no sale del asombro. Ignora que Cuba es el país de la Siguaraya, o sea, el de los siete poderes.
Al día siguiente, una cadena privada española “echa” una cinta sobre tema nuestro y que jamás había oído mencionar, Baila conmigo, de 1998. La película, con mejor ambientación que guión, se encarga de ilustrar el duro empeño que ponemos en Europa para seguir bailando con el corazón y no con los matemáticos pasos de una academia de ritmos tropicales. En ese sentido, quedó resuelto un grave problema existencial que tengo. Algún día remitiré a alguien a la película.
Pensé en llamar al hombre del bar pero me di cuenta de que no intercambiamos teléfonos. Quería decirle que ese título no pasó por Cuba. Al menos yo no lo recuerdo. Si sale una actuación especial de Albita Rodríguez –la del punto guajiro, no la dueña de una cadena de zapaterías de Barcelona-, no debieron proyectarla allá. Esa mujer andrógina de voz espectacular está prohibida simplemente porque se marchó de la isla.

El tiempo en pantalla de la historia central de amor, protagonizada por Chayanne y Vanessa Williams -¡vaya mulata!-, se me hizo insostenible por culpa del maldito guión. Me entretuve imaginando cómo sería yo cuando envejeciera a partir de los primeros planos de Cris Kristofferson, quien encarna un personaje secundario adornado en plan minimalista como el eterno galán. Pocas palabras y muchos gestos westers, una mirada fría y un corazón derretido como la mantequilla a temperatura ambiente.
No quiero parecer pesimista -¡faltaría más!-, pero cuando Cris Kristofferson, su mujer hippie Rita Coolidge y Billy Joel pasaron por Cuba veinte años antes de rodar Baila conmigo, en nuestra lógica de entonces supusimos que la dictadura estaba comenzando a democratizarse, aunque el concierto fue a puertas cerradas para los hijitos de papá, militantes de la juventud comunista escogidos y algún “socio” de algún hijo de papá.
Me pregunto si de verdad a Cris Kristofferson le gusta la “onda” cubana. En la película representa a un tejano que tuvo un ligue con una preciosa mulata de Santiago de Cuba, a quien no logra olvidar. Le quedó un hijo con ella –Chayanne- que será el anclaje definitivo a tierra para echar buenamente los días que le quedan, realizado en su emprendedor, talentoso y bello retoño.
De mayor quisiera ser como el personaje de Cris, porque ser como él supondría apoderarme de Rita y esos cantares, ya sabemos, están reservados. Más que todo porque la era hippie auténtica ya pasó.

9 comentarios:

la margarita mia dijo...

esa misma conversación la he tenido yo entre otras muchas que no me creen y ya he optado por dejarlo por imposible. ya había visto la pelicula antes aunque volví a darle un repaso, estoy de acuerdo contigo en cuanto al guión, pero da alegría verla, no se si por la musica que nos trae recuerdos y eso nosotros lo llevamos dentro como nos dicen aquí, saludos.

ahhh cris kristofferson, me gusta mucho desde que lo vi en una pelicula que hacía de camionero y ahora no recuerdo el nombre(ya me vendrá), yo era muy chiquita.

Jorge Ignacio dijo...

Gracias, margarita mía, jajaja. yo también disfruté con la película por la música, me fascinó la banda sonora, el buen gusto de la selección musical. pero no dejo de ser crítico con la fómula tan americana de ese tipo de cine. un abrazo desde barcelona. espero nos conozcamos alguna vez.

Anónimo dijo...

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Silvita dijo...

Alabao Yoyi! Te comentan hasta en la china!
La verdad es que el guión de esa película está de truco, pero bueno... musiquita rica y risitas por aqui y por allá.
Mijito, qué es de tu vida? Escríbeme un mail y cuénta algo!
Silvita.

Rodrigo Kuang dijo...

El texto en chino, miherma, nada que ver con tu entrada, sólo alguna sapingancia que alguien copió y pegó por chiste mongo, y que habla de anuncios comerciales sobre moda, información, cirugía ortopédica, bacilo del botulismo, viajes en carro por Gaoxiong, el Koumingtang y hasta clases de yoga. Nada importante.
Lo de la película, para que veas lo que es la vida, la vi en Cuba, aunque por supuesto de un banco clandestino, y si bien estamos de acuerdo en lo floja que está la historia, tengo el recuerdo de una escena que a veces cito: Chayanne llega con la mulata al baile ese donde estaba Albita, pero no da pie con bola con el baile de salón de la jevita. En una de esas que ella va al baño, cuando regresa, el tipo está despelotado bailando tremenda timba, y ella le reclama "¡..pero dijiste que no podías bailar!", a lo cual le responde él: "Dije que no podía bailar 'eso'... SOY CUBANO, ¡POR SUPUESTO QUE SÉ BAILAR!... Y es cierto, mi hermano. Uno era rockero en Cuba y de este lado se le destapa el gen del cubaneo, y por lo menos se tira un pasillo loco y se dan unas vueltecitas de casino que demuestran tus genes, o tu memoria celular, y hasta te destacas.
A veces una película muy discreta tiene algún detalle que la hace notable. Para mí nada caracteriza mejor a esa herencia isleña que aquel "I'm cuban... off course I know dance!"
Por supuesto, a los de transmisión del ICRT ese detalle cultural les importa menos que el crimen de Albita cantando fuera del control estatal. Imagínate, hace ya como un año sancionaron a una persona, en el Canal Habana, porque se le fue en un vídeo de relleno (esos que ponen para cubrir los saltos de programación cuando hay eventos políticos que mueven los horarios) un musical de Surcaribe - "Ay, qué felicidad" - en el que Carlos Otero aparecía sólo unos segundos.

Jorge Ignacio dijo...

Rodrigo Kuang: la peli trata divinamente el sentido cubano, el ambiente dancístico. Y esa escena que mencionas, la verdad, es inolvidable. Pero dice una voz popular que todo no se puede tener y el guión es superfacilista.
con respecto a los comentarios en chino que aparecen aquí, supongo que será un robot dirigido a este blog hasta el cansancio, porque lo otro, que alguien se dedique a copiar y pegar, me parece una tontería mayor. no voy a suprimir ningún comentario, así que dejo esto abierto a la grafía oriental hasta que el robot se aburra. un abrazo y otro para silvita, la trigueña del Báltico.

Pelusa dijo...

Estando en Mex. me convenci que era mas facil pasar un elefante por el ojo de una aguja que hacer que un extranjero comprendiera la dialectica del dia a dia en cuba para un cubano. Desde entonces desisti y me limito a hablarles de las playas, el sol, l@s mulat@s, la musica...
No la he visto, si algun dia la encuentro me acordare seguro de este post. Ahora me ha dado por ver cine ruso, del de la era sovietica... Eran buenisimos! No entiendo por que les deciamos bolos... Y los films actuales rusos son espectaculares!
Bueno, dejo saludos!

Pelusa dijo...

por cierto, ese comentario en chino es un spam. si lo borras, algun dia dejara de aparecer. a mi me paso.

Faby dijo...

Yo disfruté la peli un montón, me perdí en el gusto por la música y pq soy muy romantica y las historias de amor me fascinan, la verdad la noche que la vi, dormí tan feliz que no reparé en pensar en su guión, sólo en le sabor dulce que me dejó. Mi marido Georgiano o Ruso al fin, se quedó dormido!! que desilución, cosas interculturales que hay que dejar pasar... y teneis la razón, ño! yo también recuerdo esa escena como la mejor, pq como soy tan blanquita y no parezco cubana, la gente me mira extrañada cuando empiezo a mover el esqueleto y como que no entienden mi facilidad de "movimiento" y ahí es donde salto yo MUY ORONDA y digo, ¡Coño chico claro, si yo soy CUBANA! Yo como la mulatísima de Alegrías de Sobremesa: "Me encantaaaa".