miércoles, 21 de julio de 2010

Foto de familia



Sé que ha sido un atrevimiento de mi parte robar esta foto de Facebook y publicarla aquí. Nunca lo hubiera hecho de no ser porque me metí dentro de la imagen y pude sentir todo lo que estaba sucediendo en ese ámbito, en los pesados corredores del aeropuerto internacional de La Habana.
Detrás de estas sonrisas hay mucho sufrimiento. Detrás de estos trajes, que se usan más que todo para la ocasión, hay siete años de lejanía e injusticia; una niña que apenas conoce a su padre, unos tíos que se ocuparon de viajar por las desvencijadas carreteras de Cuba para visitar a un prisionero de conciencia, en donde quiera que el malvado carcelero situara al padre de la niña. Detrás de este grupo abrazado hay una angustia contenida, una impotencia por no ser precisamente violenta la víctima. Detrás de esta instantánea hay una cadena de víctimas que comienza a enlazarse cuando se llevan preso a un padre, a un marido, a un hijo, a un sobrino, a un amigo por ridículos motivos políticos. Se lo llevan preso porque existe la perspectiva de que ese prisionero servirá como moneda de cambio un día cualquiera. Detrás de esta foto de familia hay decenas de otras fotos de familias destrozadas, también por la perspectiva malsana de que se necesitan hombres y mujeres dentro para continuar con un sucio juego.
Mientras tanto, la población no sabe de ellos. No se informa en la prensa oficial.
Pero un día el tirano necesita de sus rehenes y los saca de sus celdas a toda prisa. Los enfunda en trajes a medida para que no parezcan convictos y los expulsa del país. No los necesita ya.
Detrás de estas sonrisas de unión, de esperanza, de porvenir –porque viajar en Cuba es parecido a como un ave sale del cascarón-; detrás de la inocencia de esta niñita, que en definitiva será quien disfrute lo que nosotros no pudimos, detrás de la contrariedad de ese momento que es cuando se reencuentra esta familia luego de siete años de cautiverio, estamos todos nosotros, los cubanos, de una u otra manera.
Y queremos creer que, gracias a ellos, a la familia de Normando Hernández, los de esta foto, por supuesto, hoy estamos hablando del principio del fin.

“Detrás de todos estos años,
detrás del miedo y el dolor,
vivimos añorando algo,
algo que nunca más volvió.

Detrás de los que no se fueron,
detrás de los que ya no están,
hay una foto de familia
donde lloramos al final…”

Esta canción de Carlos Varela, de 1994, habla de nuestras familias rotas. Siempre me hace llorar cuando la escucho en casa. Es por ello que, a excepción de ayer en que sustraje la foto de arriba, no la pongo casi nunca. Vea el video aquí, un impresionante montaje de imágenes realizado por Jorge Dalton.

Nota: La foto apareció en mi cuenta de Facebook a través del muro de Antonio Ballesteros.

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