lunes, 18 de abril de 2011

Miami o la tierra prometida (II)



Casi la mitad de mis ex compañeros de la universidad vive y trabaja en Miami; algunos llegaron recién graduados y otros fueron arribando más tarde, poco a poco, como parte de ese goteo interminable de exiliados que va cayendo allí, en la tierra de acogida por excelencia debido a la Ley de Ajuste Cubano. Disfrutan de ese privilegio que les ha permitido legalizarse en poco tiempo –cuanto más, un año- y por este golpe de suerte son mirados con recelo por otros latinoamericanos a los que les ha costado mucho más tiempo obtener un permiso de trabajo.
No hubo reposo suficiente para desmenuzar historias personales en las dos horas que estuve con ellos, en el entorno del cumpleaños del hijo de una pareja de periodistas de mi aula. Habría que repasar veinte años –nos graduamos en el ’92- y coserlos con puntadas grandes para que quedara una historia más o menos completa, recordando a los ausentes sin perder de vista a los niños que jugaban en la piscina del traspatio. Algunos de mi grupo han quedado en la isla realizando ese periodismo triunfalista y embustero del que todos, sin excepción alguna, tomamos parte alguna vez. En el exilio de Miami está también nuestro profesor de géneros periodísticos, el conocido cronista local Wilfredo Cancio Isla, antes columnista de la prensa oficial cubana. Él fue, precisamente, uno de los cuatro seleccionadores que nos otorgaron finalmente la carrera, como parte de un proceso más parecido a un casting en el que teníamos que demostrar nuestras aptitudes.
Yo había soñado mucho tiempo antes con este reencuentro. Siempre me pareció singular el hecho de que el cuarenta por ciento de una promoción estuviera reunido en el extranjero, trabajando en los medios de prensa de Miami. Una vez allí, observé sus vidas someramente –no podía hacer nada más que eso- y me dejé llevar por una velada coral en la que saltamos constantemente de un tema a otro, a veces sin transición. Las fechorías cometidas por la denominada Revolución ocuparon la charla como plataforma principal, un tema que para nosotros engloba todo: traiciones, doble moral, crecimiento personal, depresiones en el exilio, memorias de nuestras vidas; vidas robadas por unos dirigentes que, ¡increíble!, aún continúan en el poder. Podría decirse que el tema de la Revolución es como el Reportaje: Es el género de los géneros.
Algunos trabajan en El Nuevo Herald, una de las publicaciones periódicas hispanas más importantes de los Estados Unidos, mientras que otros se han desempeñado como reporteros de los medios audiovisuales en español, obligados éstos a presentar un deje mexicano que, según dicen los magnates de la prensa dirigida a Hispanoamérica, es el acento neutro.
De la promoción del '92, desperdigada por el mundo, hay de todo. Desde cantantes de boleros y filin en Galicia y articulistas en Barcelona, hasta promotores culturales en Extremadura, pasando por un Spokesman de la dictadura, Randy Alonso, que llegó al aula con la mayor inocencia provinciana y se ha convertido en el patrón del tedio de la televisión cubana, en el conductor de las infames Mesas Redondas.
La vida quiso que dejara olvidada mi cámara de fotos en el muelle del puerto de Miami. En la tarjeta de memoria digital quedó grabada la instantánea que tanto soñé, el abrazo crecido en la distancia y que fue posible luego de un largo deambular por Barcelona, la ciudad donde vivo y donde, a mi manera -¡qué mejor que eso!- continúo haciendo periodismo.
No tengo dudas –como le gustaba decir a un profesor de la Facultad- de que una fotografía es la eternización de un instante. Pero ese instante cobraría mayor simbolismo si, por alguna casualidad, mi cámara fue a parar al fondo del mar.

(Continuará…)

Foto del autor
Esta imagen de Miami, como otras que irán saliendo, fue salvada en el ordenador un día antes del encuentro con mis compañeros de carrera.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

JORGE:Me imagino....porque lo he vivido antes,esas horas de charla entre cubanos emigrados(o exiliados segun el caso)despues de varios años de separacion y a veces de olvido.Ha servido de algo?
UN SALUDO:ROBERTO.

Jorge Ignacio dijo...

ha servido como desahogo, simplemente. un saludo para ti, Roberto.

Anónimo dijo...

Yo también soy del 92, de esa generación que vive en el extranjero. Soy de ciencias y los míos están repartidos por laboratorios y universidades del mapa mundi.
Un abrazo desde Madrid,
Ed.
http://elcollazo.blogspot.com/

Jorge Ignacio dijo...

Saludos, Eduardo. Si paso por Madrid te digo algo por aquí, igual si vienes tú a BArcelona.