domingo, 11 de diciembre de 2011
Suerte de nacer en el Mediterráneo
Ya no me ilusiono como antes pensando en que, en cualquier momento, encontraré a Serrat por la calle. Después de una década de andar por Barcelona eso no ha sucedido y, lo peor de todo, ya mi padre murió, el que me enseñó a apreciar al poeta a través de un disco de vinilo de 33 revoluciones por minuto. Aquel álbum, En tránsito, ha pasado a ser un recuerdo lleno de estrías.
Por esos recovecos que tiene la vida se cuela a veces el agravio comparativo, sin querer. Es solo cuestión de tiempo. Y de esa categoría tan odiosa, precisamente de esa, los cubanos tenemos bastante. ¡Medio siglo de abusos continuados por el poder! Ah, pero el bardo, cuando era joven, estuvo adscrito a la dictadura tropical de cierta manera. De esa callada manera –diría al mismo tiempo su colega- fue tejiéndose un muro de prohibiciones que atentó y atenta contra los derechos humanos; el no poder salir de allí, de ese trozo del Caribe, el no poder alzar la voz sino para gritar las consignas del poder, el no poder ser uno mismo sino el estándar que los militares quisieron que fuéramos.
Ah, pero al joven rapsoda no le interesaban aquellas pequeñas cosas, no las reconocía en público ni en privado, no las conversaba en los escenarios de los festivales de la Nueva Canción que tenían lugar en una paradisíaca playa o varadero del Caribe, donde mismo, algunos años después, apenas podríamos pisar los nacionales.
Claro que el juglar siempre tuvo su resguardo, su manso redil, su Mediterráneo. Por eso mismo, aunque no se deje ver nunca o casi nunca por la calle, se asoma a la ventana el Día Internacional de los Derechos Humanos. Proclama libertad, más o menos con estas palabras:
-Si uno no puede decir quién es, si uno no puede decir lo que piensa –aseguró ante micrófono ayer, ya canoso, con gafas y regordete-, entonces estamos perdidos.
No citó países ni gobiernos. Solo lo dijo así de pronto, poéticamente, como si nadie tuviera memoria.
Es muy curioso: Él mismo fue perseguido por otra dictadura. Amnistía Internacional de España, el paraguas bajo el que se cobijaba ayer en la televisión, tiene terminantemente prohibida la entrada en las cárceles castristas.
Foto del autor
Una escena de Port Bo, tomada esta misma semana. Según se cuenta, en este enclave, en la habitación de un hotel, Serrat escribió su emblemática canción Mediterráneo.
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