jueves, 11 de abril de 2013

Mis recuerdos para Elena Sevillano





Estoy tan indignado ante el artículo que escribió Elena Sevillano en El País que necesité pensar en cosas eróticas para despejar el tema; al fin y al cabo, el erotismo parece ser lo único inocuo y mundano que nunca falla.

Ni siquiera jugando con mis hijos me tranquilicé. Todo lo contrario, me dio por pensar que ellos podían haber nacido en Cuba si la barbarie aquella que dieron en llamar Período Especial no hubiera sucedido. Lo digo porque, con falta de libertades individuales y todo, hasta la debacle de los 90 no pensé en emigrar. Quiero decir, en exiliarme.

Decir que el Período Especial fue al final beneficioso para la salud es, cuanto menos, un acto de mediocridad. Que lo digan investigadores de la medicina que usan datos suministrados por la dictadura no me molesta tanto. Ya eso me resbala. Pero que lo diga un medio de prensa, el más leído medio español en Latinoamérica, la verdad tiene tela, o mala leche, ya ni sé.

¿Se burlan de alguien? ¿Se mofan de los cubanos que, tanto dentro como fuera de la isla no superaremos jamás el trauma nacional, el de la escasez, la hambruna, la pastilla de jabón que debía durar más de un mes? ¿Humillan a los que comimos col hervida –sin aliño-, cáscara de toronja y picadillo de vísceras en el mejor de los casos?

Ya no quiero hablar de la bicicleta, que casi nos mata primero que el hambre. No quiero hablar en extenso de una bronca con esa que está en la foto por una pastilla de jabón, porque se me gastaba entre las manos. No quisiera recordar que cuando nos casamos, en el 92, los vecinos “confeccionaron” un cake recopilando huevos, que me encajaron un traje prestado en ese cuerpo famélico que ven, lleno de amarguras y envejecimiento precoz –con 47 años me veo mejor que con 21-, ni quisiera evocar que en La Habana no tuvimos hotel y sí un viaje de mil 200 kilómetros amarrados a la barandilla de un camión, hasta Guantánamo, para que la familia de ella me conociera después de casados, porque antes fue imposible.

En fin, no quisiera pero me sale el recuerdo ante la poca profesionalidad de una periodista que hace borrón y cuenta nueva.

En efecto, mermó la diabetes pero no el infarto del miocardio. No solo la obesidad ataca al corazón. También el estrés provocado por la impotencia de no tener qué comer.

En efecto, perdimos peso, pero no por hacer deporte, sino por una brutal recesión que dejó cientos de miles de personas con secuelas irreversibles de neuropatía por falta de vitaminas.

Para ti, Elena Sevillano, todos mis recuerdos. Somos colegas.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

así se hace, Jorge

Anónimo dijo...

Deberías escribir un articulo acerca de los españoles que se volvieron católicos devotos gracias a Franco... Seguro les gustaría. Hijoputas que son los rojos estos, ignorantes e inconsecuentes...