viernes, 19 de julio de 2013

Fondas de Miami (I)


El aspecto de pueblo, de pueblo extendido que tiene Miami lleva implícito el sentido gastronómico abierto. Hay cientos de fondas donde –no siempre- por un precio aceptable se puede comer mucho y sabroso. Quiero decir, que sirven así.
Quien escribe, usualmente, paga la completa, almuerza y termina el plato por la noche compartido, porque si algo bueno tiene “el sistema” es que no da vergüenza llevarse las sobras. Todo lo contrario, te la envuelven como señal de amistad.
Tiene lógica que si uno paga y está bueno “arrastre” el manjar.
En las fonditas dispersas en norte y sur de Miami está toda Cuba, en síntesis. Hoy en una marisquería hablamos de Camagüey, la ciudad atravesada por líneas de trenes, señorial, antigua, la villa fundada por los españoles donde –hasta que dejé de visitarla en los 90- había una inmensa cantidad de hoteles per cápita.
-Chiquiticos, pero acogedores- rectificó Maritza, la camarera.
Pensó que le iba a hablar mal de Camagüey, tal vez por la costumbre habanera de mancillar las provincias.
El recuerdo se me disparó hacia los festivales de teatro de Camagüey y sobre eso hablamos. También sobre el Hotel Plaza, donde yo me quedaba.
Estoy conociendo las fondas poco a poco, los mediodías sobre todo. Me lleva el que aparece en la foto, un señor trotamundos (Armando López, por más señas) al que agradeceré siempre estos primeros pasos en la ciudad eterna, no en el sentido de Roma, obviamente, sino en el de las distancias que aquí se traducen en millas.
Siete dólares y pico –del precio de la cerveza de botella ni hablar- respondieron a un arroz amarillo casero, filete de pescado grillé (¡qué manía con la mantequilla, por favor!) y plátanos maduros fritos.
No está mal. Sobre todo por lo pintoresco del lugar. Es una pescadería con fonda que está en la avenida 37 del Nort West y la calle cinco o seis, si no recuerdo mal.
Dice Armando:
-Con esta comida y esa salsa de fondo –se refería a una música para bailar de los ochenta- parece que estamos en México.
Pensé que podría ser, como mismo cualquier otro lugar de Latinoamérica. ¿Pero por qué no la Cuba sencilla y alegre que alguna vez soñamos tener?


Foto del autor

1 comentario:

Guillermo Bernal dijo...

Me alegro de que Armando te muestre esa ciudad que bien pudiera ser de Babel. Armando es uno de los periodistas que mejor conoce el mundo cultural cubano...Excelente su gira por Europa sobre Olga Guillot. Ojalá se decida a escribir. Yoyi ya me darás unas vueltas por ese mundo de olores y sabores.