jueves, 30 de septiembre de 2010

Hijos de papá y mamá


Son jóvenes en su gran mayoría y han llevado el tono de rebelde “sin causa” a su máxima expresión. Entrecomillo “sin causa” porque seguramente debe haber un porqué detrás de la conducta extravagante de estos seres incívicos que destrozan las ciudades , incendian contenedores, coches de patrulla y todo cuanto tengan a su alcance.
Es muy posible que la causa de su conducta se deba a una inadaptación a la sociedad en que viven, una sociedad, si bien egoísta y mecánica, democrática y tolerante por otro lado. Es un fenómeno generalizado en Europa, precisamente en el Viejo Continente al que le ha costado mucho tiempo y audacia alcanzar un alto nivel de respeto a los derechos humanos. Es la paradoja más grande que se haya visto y, al mismo tiempo, la respuesta de una o dos generaciones crecidas con todo mucho más fácil. Quizá por eso mismo no valoren lo que tienen.
No estoy hablando de políticas gubernamentales ni de un mundo capitalista que ya se sabe hace mucho tiempo de qué va. Hablo de gamberros, vándalos, incívicos, trogloditas que vierten toda su frustración contra el mobiliario urbano que pagamos todos. Éstos no son “antisistema” ni tienen ideología alguna. Son unos oportunistas a los que les viene perfecto un partido de fútbol, una cumbre internacional, una carrera de ciclismo o una huelga general de los trabajadores.
Daba pena pasar hoy por el centro de Barcelona y comprobar el destrozo hecho por ellos. A mí me avergüenza y me duele que un joven necesite llamar la atención de esa manera. Me entristece comprobar que no son pocos y que están organizados para asaltar comercios. Con sus acciones no van a resolver nada, sino empañar la imagen de un derecho a huelga ganado con la Democracia. Hasta hace muy pocos años viví en un país sin este derecho y de él me marché con profundo dolor.
Descubro, sin embargo, la triste coartada de unos hijos de papá y mamá abandonados en una suerte de existencialismo invasor, destructor y autodestructivo. Pero se sabe que muchos de ellos tienen cuentas bancarias –más o menos exiguas- y gustan de los jeans y la cerveza con espuma.
A principios del siglo pasado, para no ir muy lejos, los existencialistas volcaban sus frustraciones en el arte. Y ya se ha visto cómo aquellas "corrientes" funcionaron a la vuelta del tiempo.

Foto tomada de La Vanguardia

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo, ¿por qué no te preguntas las causas de esta situación?
¿No te averguenza que miles de jóvenes universitarios españoles estén sin trabajo y tengan que irse del pais, como lo demuestra una serie de reportajes publicados en El País?
El nivel de frustración en el capitalismo es bien alta, aunque no lo quieras reconocer...
Sin ánimo de justificación de estos hechos, el mismo dia de la huelga a la policia catalana se le "ocurrió" desalojar a jovenes okupas de un edificio de un banco, y ellos por venganza actuaron de esa manera.
Los dirigentes de la huelga ya aclararon que rechazan estos actos y estos hechos.

Jorge Ignacio dijo...

Las causas de la huelga general las conozco perfectamente. Las causas del gamberrismo gratuito me las pregunto a cada momento y algunas posibles respuestas las dije en alta voz en este post. Anónimo: no mezcles el aceite con el vinagre para "apadrinar" a esos bárbaros.

Silvita dijo...

Lo único que puedo decir, ajena como soy a esta realidad que cronicas, es que soy de los pobres del mundo y no veo ninguna pero ninguna razón ni beneficio en destruir y destrozar. La violencia no es el camino, el caos no ayuda a nadie. Me caen, sinceramente, recontramal, las personas que se aprovechan del descontento social para darle rienda suelta a los peores instintos salvajes.