sábado, 18 de septiembre de 2010

Los "frigidaires" llegan a Barcelona




Virgilio Piñera se adelantó a venerar nuestros electrodomésticos

Por el mundo viajan 53 neveras tuneadas cuyo peso conceptual supera varias veces el de la carga física. Es una exposición totalmente vanguardista nada fácil de mover de un lado a otro, porque son refrigeradores reales, muy antiguos, convertidos ahora en obras de arte. La idea es genial: ¿Para qué tirar las cosas si hemos podido comprobar que hoy todo sirve? Todo vale y más aun las piezas que forman parte del recuerdo, como mismo se dieron cuenta los alemanes de la antigua república socialista, quienes guardaron sus trastos y hoy los subastan a precio de oro.

Porque la nostalgia no tiene remedio casero ni científico.

Pero veamos que esta nostalgia –ostalgie, le llaman los alemanes- es muy posible que ayude a resolver las cosas que tanto nos mella a los cubanos, esa dispersión global, sobre todo, a la que nos ha llevado el férreo gobierno dictatorial que todavía hoy sigue en su silla de mando. Los artistas siempre han estado por encima del agobio o la modorra que nos caracteriza a lo largo de todos estos años: El conformismo de que “esto es lo que nos ha tocado”. Los artistas –más los plásticos, ciertamente- siempre han dicho las cosas sin ambages, cosas muy fuertes expresadas a través de las vanguardias e incluso del clasicismo. Lo he visto mientras estudiaba Periodismo, a finales de los ochenta, cuando un movimiento vanguardista puso al gobierno en apuros y éste se los quitó de encima permitiendo que los plásticos viajaran a México masivamente. Allá se quedaron. Muerto el perro se acabó la rabia.


Pero no, siempre habrá artistas que hacen la puñeta. Entonces habrá que negociar con ellos. El negocio ha sido dejarlos trabajar dentro de la isla con sus ideas punzantes, con sus beneficios económicos bien ganados por su calidad, e incluso “exportar” sus cr
eaciones como indicativo de apertura y permisibilidades. ¿Para qué arriesgar tanto con los intelectuales? Es un juego y todos lo sabemos, pero hay que vivir, dentro o fuera, hasta que termine “lo que nos ha tocado”.



Lo más curioso de esta ex
posición viajera –además de su magnífica manufactura- es que el Estado mismo exporte a sus críticos internos, que los lleve por el mundo, o simplemente permita que esto ocurra. Me llama la atención el paralelismo que hay entre las reformas económicas que se propone ahora mismo el gobierno cubano y esta exhibición conceptual, que huele más a pasado que a otra cosa.

Son las mismas neveras americanas que estaban en nuestras casas y que –mediante una iniciativa gubernamental- fueron cambiadas por otras nuevas, chinas, con fines de ahorro energético. Nosotros estábamos hasta el moño de aquellos armatostes que apenas enfriaban, que cerraban mal la puerta, que llenaban de agua el suelo cuando se iba la luz; que hacían mucho ruido además. Pero con esas neveras se llevaron también los últimos recuerdos familiares que quedaban. En mi
casa había una nevera marca Frigidaire que no sé cómo trajeron de Canadá cuando nació mi hermano mayor, en 1964. Cuando me marché definitivamente de la isla, en 2001, todavía estaba funcionando en la cocina del apartamento de mi padre.

Ya no está allí. En efecto, l
a viuda de mi padre ha cambiado la clásica por una china. Estuve buscando ayer en la exposición para ver si la encontraba, pero no la vi. Entonces recordé uno de los textos imprescindibles del teatro cubano que se titula Aire frío, la magistral obra de Virgilio Piñera. El dramaturgo nos deja claro que un electrodoméstico es un miembro más de la familia, pero esto solo puede suceder en un país detenido en el tiempo.

El mayor indicio de que Cuba continúa “congelada” se podrá tener mientras no desaparezcan los viejos automóviles norteamericanos de uso ordinario. Hay muchos turistas a los que les gusta ese olorcillo a guardado, a ron viejo, que tiene nuestra isla
, expresado como primer impacto en las calles de la capital. Pero los que padecimos el inmovilismo durante largos años preferimos regodearnos en el progreso.


Hay reconocidos creadores en la exposición colectiva, organizada por la plataforma Havana 7 Cultura. La muestra estará hasta hoy sábado en Barcelona –Flora Fong, Fabelo y Zaida del Río me vienen rápido a la mente-, y hay también una diversidad temática increíble, dentro de la temática principal que es el inmovilismo, a mi modo de ver. (Emigración, balseros, vicisitudes e insularidad son ideas muy poco enmascaradas).También, ¡cómo iba a faltar!, está la nota de humor que relaja siempre las tensiones, la nota que, hablando en términos populares, “le da agua al dominó”.

Las 53 neveras tienen muchos kilómetros recorridos, pues ya han sido exhibidas en algunas de las principales citas del mundo del arte, como La Bienal de La Habana, la Triennale di Boviso de Milán, el Grand Palais de París o La Casa de América de Madrid, en 2007. Vienen ahora desde Sevilla y luego, después de un descanso, irán a Seúl, según me comentó una azafata que estaba ayer cuidando del montaje, en la Estación de França. Ella misma, una joven cubana, estaba impresionada por los detalles que han tenido en cuenta los artistas:


-¡Mira!, ¡una libreta de abastecimiento!-señaló un objeto pegado a una nevera. Es un ejemplar de nuestra cartilla, donde se anotan todavía los despachos del pan nuestro de cada día, sin que esto último sea una metáfora.

No es algo nuevo el arte cubano contestatario, pero de todas maneras esta exposición tiene el valor de testificar por todos nosotros, los que nos fuimos y los que se quedaron en la isla. En definitiva somos una nación, quieran o no los políticos.

Fotos del autor

Los cubanos creamos relaciones afectivas con nuestros electrodomésticos.

4 comentarios:

Rodrigo Kuang dijo...

Bien que podrían hacer una exposición gigantesca con todo lo obsoleto que aún sobrevive en Cuba. Desde los almendrones hasta los ventiladores Órbita, desde los cines hasta los relojes poljot. Pero qué felices nos harían si se llevaran de gira a los objetos más obsoletos de todos: los gobernantes. Quedarían bien en una exposición de tarecos inservibles y/o altos consumidores de energía.

Jorge Ignacio dijo...

Sí, Rodrigo, que se los llevaran de gira pero sin regreso. Por cierto, hay una nevera con un mensaje muy directo en este sentido. El autor aprovechó la marca General Electric y, debajo, colgó unas medallas, en alusión a los militares. me encantó la exposición aunque me dejó por supuesto triste.un saludo.

Anónimo dijo...

Y si pudieramos mantener algo de "lo viejo" cuando Cuba "cambie"?
No les da miedo la "invasion de progreso" que nos espera en la isla?Como reconocer a nuestra Habana sin sus "almendrones" aparcados alrededor del parque central?La verdad es que si bien nos han "congelado el pais y el alma",temo mucho a que "nos dencongelen" llenandonos de pacotilla barata para llamarnos con orgullo"mercado emergente".La escacez no ha dado una sed enfermiza de "durofrios de pseudoprogreso".Nada:que no tenemos arreglo Jorge!!!
Un saludo:ROBERTO

Jorge Ignacio dijo...

Sí, Roberto, estamos perdidos y ha sido culpa del inmovilismo; o sea, culpa de ese gobierno. La invasión tecnológica o de pacotilla, como tú dices, hubiera llegado de manera progresiva, paulatinamente, como ocurrió en todos los países "normales". En España, lo debes haber visto, el desarrollo tecnológico se ha ido por delante del desarrollo del pensamiento, y eso responde al aislamiento franquista durante 40 años. Ahora aquí la gente se hipoteca hasta los huesos para "estar al día". Buena parte de culpa en este caso la tiene Franco. A nosotros, o sea, a nuestro país, le sucederá igual, pero que acabe de llegar el cambio de una vez,por Dios! Los cubanos tendríamos, paralelamente, libertade de expresión y de movimiento. Con estos dos aspectos la vida se lleva mejor. Un abrazo.