viernes, 18 de marzo de 2011

¿Quién le pone el cascabel a Gadafi?


Según la metáfora cubana usada para significar el descontrol hacia una persona, el dictador libio hace mucho tiempo anda suelto y sin vacunar. Los tiranos creen que son infalibles y terminan intoxicados de locura, rodeados de adulones y crecidos en la superficie de un pantano; pero tarde o temprano terminan hundidos, ya sea por la justicia o por su propio delirio.
Todo el mundo está al tanto de la enfermedad que padecen estos seres díscolos y, mientras no le duele directamente, por una u otra razón, ese mismo mundo deja correr el tiempo. Es por ello que estamos hablando de 40 años de dictadura y terrorismo del jeque libio. Aunque el tiempo sea un factor relativo, no deja de ser aberrante que Gadafi, Fidel Castro o cualquier caudillo africano continúen emitiendo órdenes para masacrar a sus respectivos pueblos, desde la metralla directamente o desde el genocidio de desgaste psicológico y alimenticio que, por ejemplo, llevan los cubanos hace medio siglo.
La vida es una sola; así que hay que respetársela a quien, por decreto estatal, no puede protestar en la calle ni siquiera marcharse de su pantano. Hay que vivir la falta de perspectiva, la circunstancia, terrible, de estar rodeado de agua por todas partes, la asfixia colectiva y la peor epidemia, la doble moral, para saber lo que es una dictadura.
Ayer Gadafi, cuando ya sabía que se estaba preparando un cerco internacional contra él, decía, sin que le quedara nada por dentro, que entraría victorioso por las calles de Trípoli como mismo Franco lo hizo en Madrid. ¿Es necesario soportar semejante ofensa a la humanidad?
Pero bien, siempre hay personas acomodadas en las ciudades europeas que no quieren oír el reclamo de los oprimidos. Y estos últimos lo que piden es que le saquen de encima al monstruo, sea como sea.
Es preferible un mes de contienda bélica sobre sus cabezas que toda una vida mangoneada por un loco.
Está visto y comprobado que las dictaduras son hereditarias.
Esperemos que las fuerzas armadas de coalición sepan hacer bien las cosas y haya el menor número de víctimas posible dentro de la población civil.
Gadafi y su familia tienen las horas contadas. Ojalá a este demente se lo lleve pronto un rabo de nube, porque no merece estar en la Tierra.

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