jueves, 9 de junio de 2011

“Mi hijo se va conmigo”



La foto es rotunda, pero más contundente es la expresión de esta mujer cuando denuncia a través del teléfono cómo trata la dictadura cubana a sus opositores. No le tiembla la voz. Y eso que el acoso ordinario propaga el terror; el tumulto en la puerta, la negación de tu vida, ya no de tus palabras.
Porque este lamentable abuso de poder viene de muy atrás. Lo he visto con mis propios ojos, cuando acorralaron a una familia en la acera de enfrente a mi casa, en 1980. Aquellos rehenes simplemente se marchaban del país, nada más. Estuvieron un mes entero sufriendo el escarnio lanzado desde un altavoz que no dormía. La multitud afuera con los dientes afilados, con piedras en las manos, esperando a su presa como una jauría hambrienta. Entonces, aquella pobre familia decidió no salir a comprar el pan. Ignoro si tenían suministros. Los vi marcharse finalmente bajo una lluvia de escombros, doliéndoles más el menosprecio que el golpe físico. Estarán en Miami o donde sea y no habrán superado el trauma.
Había dejado de pensar en los vecinos a conveniencia. Para amortiguar el exilio hacen falta imágenes nuevas, de otro mar, mejor. Pero volvieron hoy los recuerdos con la foto de esta madre coraje, que también conoce el insulto de sus compatriotas y el golpe físico y el tener que marcharse del país bajo una lluvia de amenazas muy serias. Tuvo el valor de exhumar a su hijo que murió dignamente en una cárcel política, un proceso cruel el de la exhumación. Lo he vivido con mi padre en esa misma isla abandonada a su suerte.
Los restos de mi padre quedaron allí, pero los de Orlando Zapata Tamayo, el negro que cambió su vida por un llamado de atención, deben llegar esta tarde a Miami en una sencilla urna. La dictadura cree que ha ganado la partida de ajedrez, pero Reina Luisa Tamayo, esa madre, ha dicho bien claro que denunciará a los carceleros hasta el último aliento.
Irse con dolor. Irse expulsada. Irse para siempre. Con un hijo muerto.
Esta es la historia de una familia cubana humilde del oriente del país.

Foto AFP

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