lunes, 13 de junio de 2011

Tanda del lunes



Horrores del gulag


Parecía domingo pero en realidad era lunes. Ha sido un despiste proporcionado por la Generalitat de Catalunya, que nos adelantó el día festivo de la Diada nacional, el 11 de septiembre. En fin: todo paralizado en la ciudad.
En casa, igualmente, adelantamos una película programada para un fin de semana. Se trata de The way back, el larguísimo filme de Peter Weir estrenado el pasado año y que en realidad no tuvo mucha publicidad. Al menos este que escribe no recuerda una movida grande. Parece mentira que se haya quedado en el vacío: es un testimonio de primera mano inspirado en las memorias de Slavomir Rawicz, el teniente del ejército polaco que fue apresado por las tropas soviéticas y enviado a un gulag.
Se ha hablado y filmado mucho sobre los campos de concentración nazis, pero menos sobre los horrores cometidos por el otro bando que igualó en crueldad a los alemanes. El filme, en sentido general, es un duro viaje transiberiano de un grupo de siete hombres escapados del campo de exterminio soviético. La fuerza principal de la película descansa en el guión y en las excelentes actuaciones de Jim Sturgess, Ed Harris y Colin Farrell, entre otros, quienes deben encarnar el espíritu de unidad en la larga travesía por los montes helados siberianos, el desierto mongol y las escarpadas colinas chinas. Pero manteniendo la línea marcada por cada personaje, que corresponden a diferentes nacionalidades y circunstancias de la guerra. Dentro de ellos (Colin Farrell), un delincuente ruso exhibe con orgullo sus tatuajes de Stalin y Lenin en su pecho.
Luego de recorrer miles de kilómetros huyendo, en la frontera con Mongolia, éste tránsfuga decide quedarse en la URSS. Corre el año 1941. Los territorios que deben atravesar los otros funcionan bajo la égida del comunismo, de manera que el camino se hace extremadamente largo hasta llegar a la India. Pero lo consiguen, al borde de la muerte.
Con una preciosa historia de amor sugerida –logra escapar de los cánones del cine norteamericano-, el guión no desvía el objetivo, que no es otro que demostrar el falso sentido de equidad y justicia del imperio comunista, hasta dónde pudieron llegar sus poderes expansionistas cuando en principio lo que se postulaba era un ejército de liberación.
Cuando termina la agonía de la fuga, para ese polaco, que tuvo la mala suerte de ser reprimido tanto por soviéticos como por alemanes, comienza una larga espera y un nuevo camino. Cincuenta años años de camino hacia la democracia. El filme concluye, lógicamente, en 1989.
Ya era hora de mostrar en el gran público la otra cara de la moneda. Felicidades a los que se plantearon este desagravio.
Vale la pena ver la película en versión original para no perder los matices de los diferentes idiomas. En España la presentaron, como siempre, con un título comercial, aunque no deja de tener razón en este caso: Camino hacia la libertad.

(Vea el tráiler arriba)

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