sábado, 26 de mayo de 2012

La ventana indiscreta de Sara Jenkins



Sara es la jefa de un team de cocineros norteamericanos y cubano/norteamericanos que se presentan en un novedoso proyecto de la XI Bienal de Artes Plásticas de La Habana. Allí ofrecen un mestizaje de platos, elaborados bajo lo que se conoce internacionalmente como Cocina de Fusión, teniendo en cuenta que el arte culinario encaja como uno de los indicadores fundamentales de las culturas de los pueblos.
Hasta ahí, todo perfecto.
Pero sucede que Sara, tal vez entusiasmada con el hecho de “reportar” en caliente –y nunca mejor dicho- desde esa capital caribeña, decidió enviar un fervoroso y lúdico twitt a sus seguidores, en el que decía que uno de los integrantes del equipo se había ido de juerga con dos prostitutas y éstas robaron todo el dinero del chef. Sin mencionar el nombre del afectado.
Con el terrible antecedente de los escoltas del presidente de Estados Unidos que fueron también a divertirse con meretrices, durante una reciente visita en Colombia, y esto ha costado sangre, sudor y lágrimas a los servicios secretos norteamericanos, enseguida corrió “la voz” por las redes sociales acerca de la mala fortuna del artista de los fogones. Lógicamente, ahora el mundo virtual –nada lejos del real- quiere saber de quién se trata.
Sara Jenkins se disculpó enseguida y es posible que  haya borrado su twitt, pero, a día corriente, siempre hay alguien dispuesto a grabar el “pantallazo”; o sea, la prueba “del delito”.
Irse con prostitutas es de lo más ordinario en cualquier lugar del mundo –La Habana, en parte, vive gracias a los ardorosos visitantes-; lo que no es tan común es que la sociedad virtual se entere.
La bonita propuesta fue montada sobre unos containers en el patio de la institución patrocinadora de la Bienal cubana de artes plásticas (Centro Wifredo Lam), y corrió a cargo del arquitecto también estadounidense Craig Shillito. Se tituló Proyecto Paladar, con la presencia allí de decenas de afamados chefs de Nueva York.
Ahora el morbo está servido una vez más, en tiempos en los que ni los realitys shows programados dan abasto para entretener a la audiencia.
Todo el mundo, entonces, estará a la espera de que alguna de las dos prostitutas diga quién fue el magnífico cocinero cándido, que debió dormirse de cansancio aquella noche, según se puede suponer.

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