lunes, 28 de mayo de 2012

Jorge Ferrera estrena otra vez en Barcelona


¿Principio y fin de un espectáculo no convencional?

La fabulosa simbiosis de dos compañías, Sin Complejos y Teatro El Puente, se despidó este fin de semana del público cuando, en realidad, comenzaba a andar. Fueron tres funciones solamente de Abanico de cristal, el recital teatralizado de una hora de duración, aproximadamente, en el que la bella actriz Raissa Avilés pasa revista a sus diarios personales, recuerdos, fabulaciones, textos varios, escritos en diferentes años y que ahora encontraron dramaturgia; o tal vez la dramaturgia los encontró a ellos.
Jorge Ferrera, director y actor cubano establecido en Barcelona hace más de una década, realizó la puesta en escena y adaptación del espectáculo partiendo, como decíamos, de la literatura. Pero su proyecto es mucho más ambicioso porque convirtió la obra en un Musical. De no ser así sería un desperdicio. La actriz -28 años- canta maravillosamente boleros, rancheras, cumbias y un largo etcétera.
Abanico de cristal narra la historia de las dos abuelas del personaje central, una de origen mexicano y la otra de Suiza; esto quiere decir que explica el intercambio cultural ocurrido en una familia que se debate, digamos, en ambos mundos, con folclores muy distintos, enriquecidos a través del mestizaje y, luego, de los recuerdos.
 Espectáculo unipersonal técnicamente hablando –no tan al uso, por la música predominante-, quien narra es una actriz que va contando y caracterizando a varias mujeres del mundo, todas llamadas Eva.
El resultado es –nunca mejor dicho- un amplio abanico de localizaciones globales, que viaja del centro de Europa a América Latina con mucha facilidad, pasando por Nápoles y, cómo no, por la canción napolitana. Para lograr tal empresa, el espectáculo necesita respirar –la actriz, sobre todo-, con logradas transiciones. Ferrera es un maestro en disolvencias, lo que nos hace menos pesada esa hora entera, porque el planteamiento de base ha sido en un solo acto.
El trance es bello, especialmente por la fuerza expresiva de Raissa Avilés; su actitud corporal, en tan escasas dimensiones del escenario, funciona como un elemento mucho más sobrecogedor si se quiere. Esto sin contar su potente voz y la música interpretada en directo: Guitarra de Joan Delgado y Contrabajo de Pedro Martínez Maestre.
Es posible que todavía se pueda limpiar un poco más el espectáculo, para hacer aun más rápida la comprensión de las historias, pero, como está, funciona perfectamente. Es demasiado ambicioso el proyecto, repetimos.
Todo comenzó –dijo el director a este cronista-  con la “contratación” de la hermosa actriz para un programa anterior: una puesta particular de El Ensueño, la obra de Strindberg. A partir de ahí, en la mente de Ferrera siempre hubo un espacio para las impresionantes condiciones escénicas de Raissa.
También, el creador cubano comentó que, con estas tres funciones de Abanico de cristal, quiere incentivar el teatro a domicilio, a tenor con los tiempos que corren. Así cada espectador hará las aportaciones monetarias que crea conveniente. No es nada novedoso;  es simplemente ganas de hacer posible que el teatro no muera. Y aquí entra en debate si determinados actores y directores que no están en el circuito comercial dejan de ser profesionales, o no.
La primera función de Abanico…tuvo lugar el viernes pasado en el Casal de Barri Folch i Torres, un centro cívico de El Raval, en la zona vieja de Barcelona, y las otras dos funciones se sucedieron el sábado y domingo últimos, en la vivienda del director de la obra, también en la provincia de Barcelona.
Con respecto a la actriz, pocas veces se reúnen en una misma persona las magníficas dotaciones histriónicas y vocales para el canto,  con la afinación perfecta –o casi así, para no dañarnos con absolutismos-, el timbre adecuado y la gestualidad protegiendo las canciones, en este caso, temas de toda la vida. No en balde, Raissa Avilés, suiza y también residenciada en Barcelona,  tomó estudios en una escuela mimo-corporal de esta ciudad.
Abanico de cristal en sí misma es una invitación a no perder la memoria, a determinar sin miedos de dónde somos y hacia dónde vamos. Y es también una invitación para apostar definitivamente por el teatro como medio de comunicación.

Foto del autor
Una escena de Abanico de cristal.

Otra reseña relacionada con el actor y director Jorge Ferrera, aquí.

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